Nerón y Séneca de Eduardo Barrón ‘dialogan’ en el Prado entre las esculturas que su propio autor catalogó y restauró
El grupo escultórico de Eduardo Barrón, escultor, pintor y conservador y restaurador del Museo del Prado entre 1892 y 1911, año de su fallecimiento, se exhibirá temporalmente en un espacio privilegiado del Museo con el fin de mostrar al público los resultados de su delicada restauración, patrocinada por la Fundación Iberdrola, ‘miembro protector’ del programa de restauración del Prado.
Desde el martes 15 de febrero y hasta el próximo otoño, el público del Prado podrá contemplar el grupo escultórico Nerón y Séneca (Eduardo Barrón, 1904) en la sala 74 admirando el resultado del proceso de estudio y restauración llevado a cabo sobre el mismo por el área de restauración en coordinación con el de escultura del Museo. Este grupo escultórico, realizado en escayola y parcialmente policromado, obtuvo la medalla de oro la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1904. Obra de Eduardo Barrón, autor del primer catálogo razonado de la colección de escultura del Museo del Prado y conservador y restaurador del mismo hasta su prematuro e inesperado fallecimiento en 1911, hace ahora cien años, la pieza se mostrará temporalmente en la emblemática sala circular del Museo, conocida como ‘Rotonda de Ariadna”, tras haberse sometido a una restauración especialmente compleja por la pérdida de diversos fragmentos y el deterioro general sufridos por la obra debido a la especial fragilidad de su material base (escayola) y a sus inadecuadas condiciones de exhibición y conservación en el pasado.
Nerón y Séneca, de Eduardo Barrón (Moraleja del Vino, Zamora, 1858-Madrid, 1911), se expone ahora entre las esculturas clásicas del Prado que el artista estudió y catalogó, pues, además de destacado escultor, Barrón fue Conservador de la Sección de Escultura del Museo Nacional de Pintura y Escultura (actual Museo del Prado) desde 1892, labor que se amplió en 1895 a la de Conservador-Restaurador. Esta responsabilidad, en paralelo con su faceta escultórica, le permitió redactar el primer catálogo de la colección de escultura del Prado en 1908 e ir acometiendo restauraciones de obras del Museo, sobre todo en mármol y en marfil.
El grupo representa a Séneca instruyendo a Nerón, del que era tutor. Barrón retrata a los personajes dramatizando lo opuesto
de sus caracteres, e insinuando el injusto final del filósofo cordobés, acusado de traición y obligado por el emperador a suicidarse. Este acontecimiento puede verse recogido en otras obras del Museo como La muerte de Séneca del taller de Rubens y el cuadro tan ilustrativamente titulado Séneca, después de abrirse las venas se mete en un baño y sus amigos, poseídos de dolor, juran odio a Nerón que decretó la muerte de su maestro, de Manuel Domínguez Sánchez.
Junto a la obra restaurada, se expone también, por primera vez, una reducción inédita de este grupo, hecha por el propio escultor y que regaló en 1907 a Don Antonio Maura en agradecimiento a las gestiones que éste hizo en el Ministerio para la edición del catalogo de escultura del Museo del Prado. En este grupo, depósito temporal de la Fundación Antonio Maura (nº inv. 242) conservado sin ninguna intervención y sin apenas deterioros, se puede observar la policromía original y la complejidad, el extraordinario detallismo y el dominio técnico con el que realizó esta pieza.
Las esculturas premiadas en las Exposiciones Nacionales ingresaban en el Museo y se pasaban a material definitivo con financiación del Estado, pero en este caso no llegó a poder hacerse, lo que hace todavía más valiosa la conservación de este grupo original en escayola policromada, de un tamaño excepcional, que permite constatar su talento, la exquisita factura y el grado de calidad técnica alcanzado por el escultor, y el lenguaje clásico de gran minuciosidad en el que se expresó, consecuencia de su aprendizaje romano. La obra estuvo depositada durante muchos años en el vestíbulo del Ayuntamiento de Córdoba.
Restauración
La obra está realizada en escayola parcialmente policromada y, tras una larga etapa expuesta inadecuadamente, necesitaba un tratamiento urgente de restauración debido a la fragilidad de este material y a las inestables condiciones de conservación y exposición en el lugar en el que estaba depositada. Además, a consecuencia de intervenciones anteriores, presentaba reconstrucciones de diversa calidad de partes perdidas, y “arreglos” realizados con diferentes estucos y recubrimientos de protección que se habían aplicado de forma parcial, lo que hacía que la obra tuviera características muy distintas según la zona.
Antes de proceder a su restauración, proceso realizado a lo largo de dos años, el Museo procedió a su estudio técnico para identificar los materiales empleados por el artista, los añadidos en posteriores restauraciones, su técnica de ejecución y su estado de conservación.
La limpieza principal se llevó a cabo empleando geles de agar-agar, producto de gran poder limpiador mediante aporte controlado de humedad y absorción de la suciedad, El tratamiento se completó con limpiezas mecánicas y, en alguna ocasión, limpieza química muy puntual para eliminar manchas y acumulaciones de recubrimientos añadidos. Se ha conseguido devolver un aspecto homogéneo a toda la superficie de la escultura, respetando el envejecimiento natural propio del material de una obra de más de cien años de antigüedad. Además, se han reconstruido los dedos de la mano derecha de Séneca, parte importante en la expresión del personaje, puesto que se disponía del boceto original a escala reducida (escayola conservada en el Museo de Zamora). Se tomaron datos digitalmente y se ampliaron al tamaño de la obra definitiva, información completada con documentación fotográfica antigua donde aparecía la mano original.
Réplica en bronce
Puesto que la ciudad de Córdoba, en cuyo Ayuntamiento estuvo la obra depositada, quería disponer de un ejemplar del grupo escultórico, se hizo una réplica del mismo. Dado que un proceso de réplica tradicional mediante moldes directos quedaba completamente descartado debido al alto riesgo de pérdida de los colores y calidades de la superficie de la escayola policromada, ésta se hizo mediante un sistema de escaneado digital con el que se crea un modelo exacto en resina mediante impresión tridimensional al mismo tamaño que la obra original sobre el que se realiza el molde, a partir del cual se ha fundido el ejemplar colocado en la glorieta del Pretorio de la ciudad de Córdoba.
Eduardo Barrón (Moraleja del Vino, Zamora, 1858-Madrid, 1911), datos biográficos
Barrón, de familia humilde, mostró desde muy joven sus dotes artísticas, y obtuvo de la Diputación de Zamora una beca en Roma en 1881, donde colaboró con otro escultor español bien representado en el Museo del Prado, Felipe Moratilla. Allí realizó en 1883 la escultura “Viriato”, obra prestada a la Exposición Nacional de 1884, propiedad del Museo del Prado por haber obtenido en el certamen la segunda medalla, que se depositó en el Ayuntamiento de Zamora, y hoy es uno de los monumentos públicos más emblemáticos de la ciudad. En 1884 obtuvo, por oposición, la pensión de número en la Real Academia de España en Roma junto con Agustín Querol hasta 1889. Fueron sus envíos “Adán después del pecado» (yeso en el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando), «Relieve de Santa Eulalia» (Iglesia de San Francisco el Grande) y el «Grupo de Roncesvalles” (desaparecido). Dejó obra en Italia, como un “San José en trono con el Niño” en la basílica de Loreto.
Vinculado desde 1892 al Prado, además de su labor a cargo de la colección de escultura hasta su fallecimiento, fue desde 1898 Habilitado del material del Museo, y durante un año (1894-1895), Conservador-Restaurador interino del nuevo Museo de Arte Contemporáneo que pasó a llamarse en 1895 Museo de Arte Moderno, creado para exhibir los fondos del siglo XIX.
Realizó varios monumentos públicos destacados en España como el monumento a Hernán Cortés en Medellín, Badajoz en 1889, a Colón en Salamanca en 1893, o a Castelar en Cádiz en 1905.
Su vinculación a la escultura quedó aún más patente en su discurso de ingreso en 1910 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando que versó sobre “Conservación de las esculturas antiguas”. Saliendo de la Real Academia camino del Museo del Prado falleció súbitamente en 1911 con solo 53 años.
Sus familiares han luchado porque su memoria no cayera en el olvido, y su hijo publicó en 1977 el libro “Barrón, un escultor olvidado”.
Dos años de trabajos de restauración
Una vez trasladada al Museo del Prado, la obra fue rigurosamente restaurada durante un largo proceso de dos años. En primer lugar, se realizó el estudio técnico para identificar los materiales empleados por el artista, los añadidos en posteriores restauraciones, su técnica de ejecución y su estado de conservación.
La estructura interna se estudió con rayos X para conocer la ubicación de pernos, clavos, tornillos y alambres, y se realizaron exhaustivas pruebas de solubilidad por zonas para determinar los productos y técnicas de limpieza más adecuadas en cada caso. La escultura tenía varias reintegraciones y recubrimientos que habían penetrado en la materia de forma irreversible, y ciertas reconstrucciones volumétricas de menor calidad, de manera que el estado de conservación era deficiente, tanto por la fragilidad de la escayola, como por las inadecuadas condiciones de conservación y exposición a las que había sido sometida. El soporte estaba muy deshidratado y presentaba grietas y fracturas sobre todo en la base. Junto con estas múltiples pérdidas de pequeño tamaño en el suelo, dedos, bordes de pliegues y zonas más sobresalientes, la obra había sido objeto de vandalismo, presentando numerosas incisiones y graffiti.
Realizada en escayola parcialmente policromada, sobre todo el manto de Nerón, además del portarrollos y parte de las vestiduras de Séneca, tenía originalmente los adornos en el cuello y en el borde del manto de Nerón dorados, pero debido a la oxidación del cobre hoy tienen un aspecto verdoso oscuro.
La limpieza principal se llevó a cabo empleando geles de agar-agar, producto de gran poder limpiador mediante aporte controlado de humedad y absorción de la suciedad, El tratamiento se completó con limpiezas mecánicas y, en alguna ocasión, limpieza química muy puntual para eliminar manchas y acumulaciones de recubrimientos añadidos. Se ha conseguido devolver un aspecto homogéneo a toda la superficie de la escultura, respetando el envejecimiento natural propio del material de una obra de más de cien años de antigüedad. Aunque se han eliminado todas las reconstrucciones deficientemente ejecutadas, muchas de ellas con problemas de fijación y reforzadas con clavos que habían generado manchas por oxidación, se han reconstruido los dedos de la mano derecha de Séneca, parte importante en la expresión del personaje, puesto que se disponía del boceto original a escala reducida (escayola conservada en el Museo de Zamora). Se tomaron datos digitalmente y se ampliaron al tamaño de la obra definitiva, información completada con documentación fotográfica antigua donde aparecía la mano original.
Dato de interés:
Nerón y Séneca de Eduardo Barrón
Restaurado gracias al patrocinio de Iberdrola
Museo del Prado, sala 74
Imagen: Nerón y SénecaEduardo Barrón Vaciado a molde, escayola, 135 x 260 x 148 cm 1904. Madrid, Museo Nacional del Prado. (antes y después de la restauración).
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