María Jesús Burgueño

La prosperidad económica y el anhelo de nobles y poderosos por alardear de su condición han convertido a la plata en el mejor vehículo para expresar su prestigio social, su riqueza y, sobre todo, su piedad, algo fundamental en una España que durante siglos se ha erigido en defensora legítima del catolicismo. La platería destaca porque al valor artístico añade una materia prima valiosa por sí misma y reutilizable. Entre las piezas más codiciadas por los coleccionistas están las civiles del XIV. Por una obra de Juan de Arfe cualquier museo estaría dispuesto a dar cantidades insospechadas.  Lo mismo que por alguno de los denominados “jarros de pico” subastados en los años 90 por los que se han llegado a pagar más de 20 millones.

Las piezas más codiciadas son los “jarros de pico” de la platería española.

El que posea una pieza de plata civil del XIV, XV o del XVI puede decir que tiene una maravilla porque quedan muy pocos ejemplares que han sobrevivido a guerras, revoluciones y saqueos y de las que tan sólo nos queda constancia a través de la pintura de la época. Con estas piezas se han pagado deudas y han sido fundidas y vuelto a renacer de acuerdo con los gustos de sus nuevos propietarios, afirma Cruz Valdovinos, catedrático de Historia del Arte y uno de nuestros más reputados especialistas en la platería española. Sí que han llegado hasta nuestros días piezas civiles del XVII y, sobre todo, del XVIII. “Prácticamente sólo se conservan objetos religiosos de épocas anteriores, -comenta Cruz Valdovinos- a pesar de los avatares que han sufrido iglesias y conventos en estos siglos. Los objetos principales de la platería religiosa, los más cuidados y ricos, son el cáliz y la custodia utilizados en las celebraciones eucarísticas. También encontramos algunas patenas hasta el siglo XVI con relieve y esmaltes, vinajeras muy trabajadas y otros objetos litúrgicos como cruces procesionales y relicarios.

De algunas piezas de plata antigua sólo nos queda constancia a través de la pintura de  la época.

“El material precioso empleado para los objetos eucarísticos a partir del XIV –antes estaban fabricados en cobre, estaño, bronce, hierro…-  es la plata y sólo algunas veces el oro”, explica José Manuel Cruz Valdovinos, Vicepresidente de la Junta de Calificación Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico, que lleva treinta años estudiando la plata y que ha publicado más de quince libros sobre el tema y cientos de artículos. Entre su obra literaria destaca: la parte correspondiente a la plata en los tomos “Artes decorativas en España” de la colección Summa Artis y “Plata y Joyas de la Catedral de Santo Domingo”, entre otros. También ha redactado los catálogos de varias exposiciones: “Platería Europea  en España”, “Platería en la época de los Reyes Católicos” y “Cinco Siglos de Platería Sevillana”.

Las marcas de seguridad
Las marcas en la plata surgen en el siglo XIV ya que se comerciaba con este metal y los fraudes eran muy frecuentes; no sólo se engañaba al cliente sino que se podía desequilibrar la economía del reino. Según Cruz Valdovinos “los poderes públicos son los que intentan regular el mercado, así Juan II y, posteriormente, los Reyes Católicos promulgan una serie de normas para garantizar las transacciones. Se crean cargos municipales como el del contraste (plateros que certifican el peso del metal, que se hacía, por ejemplo, en Castilla en granos o dineros, igual que ahora lo expresamos en milésimas) o el oficio de marcador, que  confirmaba la pureza de la plata; es decir, que fuera de ley.

El platero ponía su marca para responder de la pureza de la pieza. Una vez realizada la obra la llevaba al marcador, que estaba nombrado por el poder público (concejos de villas o ciudades), éste ensayaba (examinaba) la pieza y comprobaba que guardaba la pureza suficiente y marcaba la obra con la marca de la población (marca de localidad) y luego ponía la suya. En el caso de que la pieza no diera la pureza suficiente la destruía. “El precio de la obra de plata, según Valdovinos,  se establecía por dos componentes: uno por lo que pesaba y el otro por la hechura (mano de obra del platero). Otros sistemas para regular el oficio fueron las normas dictadas por los mismos plateros, este fue el caso de la Cofradía de San Eloy, santo patrono de los plateros,  que en un principio tuvo un fin religioso y benéfico. Con el tiempo se convirtió en centro de reunión profesional donde intercambiar experiencias y de esta forma se creó un gremio para defender sus intereses profesionales, redactar ordenanzas y proponer exámenes para acceder al grado de maestro y ejercer el oficio”.

La mitad de las piezas de plata que se conserva están marcadas, lo que facilita su conocimiento: dónde, cuándo y quién las ha hecho.

Aproximadamente, un 50 por 100 de las piezas están marcadas, lo que facilita su conocimiento: dónde, cuándo y quién las ha hecho. “Las marcas son como un juego, explica Valdovinos, y en España hubo tal variedad que, prácticamente, nunca se podrá conocer todo sobre la materia.  Lo contrario que sucedía en otros países, por ejemplo Inglaterra, con un sistema de marcaje del siglo XV que  funciona en la actualidad. En España había más de cien ciudades y villas que marcaban. Por ejemplo, en la Rioja encontramos marcas de Logroño, Calahorra, Santo Domingo de la Calzada, Haro, Nájera, etc..”

Buenos precios en las subastas
Belén Llagosteras de Castellana Subhastes de Barcelona comenta que los siglos XVI y XVII son realmente buenos en la plata y cuando entra alguna obra se vende inmediatamente. Del XVIII y XIX llegan a esta sala piezas con frecuencia y lo que mejor se vende son los servicios de sobremesa. La pieza litúrgica cuesta más venderla, si es del XVII mucho mejor que las del XVIII en adelante. Lo que más quiere el mercado son las piezas de 900 ley. Y dentro de la platería moderna el mercado valora mucho la plata Art-deco de 1900-1930. Las fechas en las que mejor se vende la plata son los meses antes y durante las Navidades. En esta sala se han subastado varias piezas importantes: Una pareja de fuentes ornamentales españolas de la segunda mitad del siglo XVIII cuya salida fue de 85.000 ptas. y se remataron en 170.000 ptas. Dos salvillas españolas de Toledo del siglo XVIII cuya salida fue de 90.000 cada una y se remataron en 160.000 y 150.000 ptas., respectivamente. Un juego de café y té español de plata punzonada Echeguerría (Barcelona), segundo tercio siglo XX, remate y salida en 500.000 ptas. Una escribanía de plata española J. Martí (Barcelona), primer cuarto del XIX que salió en 150.000 ptas. y llegó a 250.000 ptas. Una pareja de candelabros españoles de tres luces, José Amor, salida en 90.000 ptas. y que se remató en 150.000. Un porta ungüentos para sacramentos de P. Sala (Barcelona), último cuarto siglo XVIII, salió en 45.000  y llegó a 65.000 ptas.

En Fernando Durán -según explica Patricia Dueñas- las piezas de plata antigua más interesantes y buscadas son las civiles. Los “jarros de pico” (pieza hispánica por excelencia) de los siglos XVI y XVII se han vendido mucho entre los años 80 y 90, cotizándose entre los 3.000.000 y los 20.000.000 de pesetas aunque en los últimos cuatro años no ha vuelto a salir ninguno. También son muy cotizados los objetos cortesanos de la época de Felipe II, así como los de la Real Fábrica de Platería Martínez, concretamente las escribanías. Una de éstas, de 1838, se subastó en abril del 1999, salió en 275.000 y se remató en 450.000 ptas. Lo que más sale son piezas cordobesas del siglo XVIII cuyos precios oscilan entre las 200.000 y las 300.000 ptas. En la subasta de octubre de 1999 se vendieron varios lotes importantes: Una bandeja decorativa de plata española del XVIII, Córdoba 1779 y contraste de Juan de Luque y Leiva, que salió en 200.000 y se remató en 325.000 ptas. Una fuente honda de plata cordobesa de 1793 y contraste de Mateo Martínez salió en 175.000 y se remató en 300.000 ptas. Otro lote fue un cáliz de plata de fines de XVI de estilo cortesano, sin marca, salió en 200.000 y se remató en 325.000. En la subasta de julio del 99 salió una bandeja de Madrid Villa y Corte, fechada en 1859 de Juan Sellán, que inició la puja en 75.000 y se remató en 185.000 ptas. Una salvilla de Arenas (Cádiz), salida 175.000, remate 275.000 ptas. Y una sopera Carlos IV, Cádiz (1794), Antonio Fajardo, de 5,138 Kg., cuya salida fue de 1.000.000 y se remató en 2.750.000 ptas.

En La Galería, su presidente Julián Artiaga explica: “En esta sala entra mucha plata contemporánea, juegos de café, cubertería, figuritas, etc., se vende muy bien. También nos llega plata religiosa como cálices, cruces, y otros objetos eucarísticos. Los precios se fijan por debajo del peso en la gran mayoría de las piezas y después es el cliente el que marca su valor considerando el diseño, el siglo, las marcas, etc., que en numerosas ocasiones vale más que el peso.”

Adriana Fernández, de La Habana comenta “La plata contemporánea se compra con un objetivo de utilidad, decorativo, regalos, etc., en estos casos se valora la pieza por la calidad del diseño y, sobre todo, por el peso. Los compradores de piezas antiguas se fijan en las marcas, en el estado de conservación, en las posibles restauraciones, el valor histórico, etc.  El valor de la plata al peso no es tan importante como la calidad de ejecución y la firma. Hay plateros que sólo por su nombre despiertan interés para el coleccionista, como el caso de Martínez o Carlos Marschall, platero de la Casa Real desde 1804. En la subasta inaugural de La Habana en abril de 2000 salió a la venta un jarro de Antonio Martínez fechado en 1795, cuya salida fue de 750.000 y se remató en 800.000 ptas. Del platero Juan Roca y ensayador Francisco Pintó, una bandeja, Barcelona, fechada hacia 1790, salió en 450.000 ptas. Otras piezas con nombre y apellido que han salido de esta sala fueron una bandeja con punzones de Córdoba, José Cañete y Cristóbal José de León fechada a mediados del siglo XX que salió en 22.000 y se remató en 55.000 ptas. Una salvilla con punzones de Córdoba de Francisco Sánchez Taramás de mediados del siglo XVIII, que salió en 290.000 y se remató en 300.000 ptas.

La plata española, muy valorada
“Siempre la plata española se ha valorado muy bien en los mercados extranjeros, pero quizá ahora se nota un interés especial a la hora de buscar y pujar por estas piezas”, comenta Pablo Melero, de Christie´s.  El pasado 5 de julio en la subasta realizada en Londres se vendieron cinco piezas importantes de plata española, una de ellas fue un cáliz, posiblemente de Barcelona, fechado hacia 1360 que salió en 10 millones y cerró la puja en 33 millones.

María Lerma (Finarte) explica que “en la actualidad la plata española civil sólo se ve a partir del XVIII  y tiene una venta muy buena. Llegan con relativa frecuencia las obras religiosas de una riqueza extraordinaria, pero son complicadas de vender”. En la subasta del 26 de octubre próximo esta sala subastará una cruz de plata española procedente de Calatayud del s.XVIII cuyo precio de salida es de 600.000 ptas. Esta pieza esperan venderla muy bien por su riqueza. Entre los plateros más valorados e importantes que cotizan en esta sala se encuentran Masriera y Carreras, de Barcelona, (1860-1934), Antonio Martínez (Madrid), Nicolás Chameroi, etc.”

“Las obras más buscadas son las cruces procesionales góticas, piezas civiles, jarros de pico, etc. De los siglos XIV al XVII es muy difícil encontrar obra auténtica, lo que sí nos llega con frecuencia son reproducciones, por lo que extremamos el cuidado a la hora de su catalogación”, explica Chus Sanz Boixareu, experta en plata y catalogadora de Durán. “En la década de los 80 y 90  aparecían piezas muy valoradas. El año 1979 fue un año importante para los coleccionistas de plata ya que salieron piezas como las pertenecientes a la colección “La Laguna”: bacía de barbero del XVII, Barcelona (salida 30.000, remate 460.000 ptas.); atril, Córdoba, de Sánchez y marca Martínez (salida 180.000, remate 310.000 ptas.); relicario en forma de custodia (pareja), Córdoba, Aranda (salida 220.000, remate 250.000 ptas.); pareja de vinagreras, imperio, Madrid, 1805 Miguel Moyá (salida 200.000, remate 300.000 ptas.); pareja de soperas, Madrid, 1754 (salida 800.000, remate 1.100.000 ptas.). De otros propietarios se subastaron una cruz procesional gótica del XV, Lérida, (salida en 290.000 ptas., remate 550.000 ptas.); copón de la segunda mitad del XVI, Astorga (salida y remate en 300.000 ptas.).

Enrique Piniella, presidente de Subarna, explica que “lo que más se subasta son las obras de plateros catalanes, salen con mucha frecuencia,  pero en general son muy bien apreciadas las obras del XVIII y XIX que se venden con gran facilidad, sobre todo de las piezas civiles las de sobremesa. Las marcas más valoradas son las de Altet, Masriera y Carreras, Mercadé, Sunyer, Rovira, Vallmitjana; el platero M. Fuster; las piezas de López, Melcón, Vargas, Espuñes, Espinosa, Pérez; las obras de Vázquez, Juan León, Santa Cruz, Castro, y Martínez”.

Mariano Blasco de Bustos es el nuevo Director de Adquisiciones de Castellana Subastas. “Las piezas de plata antiguas más buscadas por los coleccionistas y que alcanzan mayores precios son las civiles del último cuarto del siglo XVI y principio del XVII. Las piezas religiosas del XVII, aunque menos escasas que las anteriores, tampoco abundan en el mercado. Especial interés para los coleccionistas tienen las piezas coloniales de los siglos XVII y XVIII. Más habituales son las piezas civiles y religiosas españolas de los siglos XVIII y XIX. Las piezas que más altas cotizaciones han alcanzado son las civiles de finales del XVIII y de la primera mitad del XIX. Algunas piezas destacadas vendidas en Castellana Subastas el pasado mes de Mayo fueron: una tetera con punzones de Madrid, Real Fabrica de Platería 1838-1839 (salió en 90.000, remate 225.000 ptas.). Una escribanía con punzones de Madrid 1829 de Vicente Perate (salida en 60.000, remate 200.000 ptas.). Una mancerina con punzones de Madrid 1838 de Juan Manuel Muñoz (salió en 65.000 y se remató en 120.000 ptas.). Una bandeja con punzones de Madrid, Real Fábrica de Platería 1843 (salida 65.000, remate 120.000 ptas.). Una jarra española en plata con punzones de Madrid de la Real Fábrica 1815 (salida 60.000, remate 450.000 ptas.). Una bandeja con punzones de Palma de Mallorca, T. Cuscineri y M. Fuster, XIX, (salida en 320.000, remate 600.000 ptas.). Una mancerina de Madrid, Real Fábrica, 1807 (salida 48.000, remate 200.000 ptas.). Una sopera oval, Madrid Villa y Corte de Antonio Martínez, 1795 salió en 380.000 ptas. y subió hasta alcanzar 1.300.000 ptas.

Falsificaciones para escribir un libro
De las falsificaciones -según el experto Cruz Valdovinos- se podría escribir un libro. Las hay de todos los tipos y maneras, tanto piezas que se hacen con el ánimo de traficar con ellas como otras que se fabrican por  encargo de personas que desean tener un objeto idéntico a una pieza del XV o XVI. También estas piezas con el tiempo pueden acabar en el mercado del arte e intentar su venta como lo que no son. Hay casos en los que se  imitan las marcas antiguas y en otros se inventan nuevas para  justificar la no falsificación. Hay falsificaciones que se distinguen con mucha facilidad, por ejemplo, las de jarros de pico realizadas desde 1900 en adelante. Se nota por pequeños detalles como el dorado o la fundición, pero hacen falta manos muy expertas para darse cuenta En las marcas también se puede apreciar la antigüedad de la pieza, aunque a veces utilizan marcas antiguas, imitándolas perfectamente y fundiéndolas sobre otras. Sólo la experiencia y el estudio hacen que se pueda distinguir una pieza auténtica. Los falsificadores de obras de plata cada vez son más expertos. La regla más importante para estos casos es que si queda alguna duda no comprometerse ni científicamente, ni económicamente.

Grandes plateros
Entre los mejores plateros podemos citar a los de Valladolid y Burgos en la  época de los Reyes Católicos y los de Madrid a partir del siglo XVI. También en Cádiz, en el siglo XVIII tardío, se desarrolla una platería extraordinaria. Según Cruz Valdovinos encontrar una pieza de Enrique de Arfe, el abuelo, de Antonio su hijo, o de Juan de Arfe, es una labor casi imposible. De Francisco Becerril se conocen unas sesenta piezas religiosas. De Juan Ruiz, iniciador del renacimiento, se tienen localizadas tres custodias y poco más. En el siglo XVI ha habido muy buenos plateros pero son muy escasas las piezas que han llegado a nuestros días. Antonio Martínez es otro platero muy apreciado que montó primero una escuela y luego fundó una fábrica protegida por Carlos III en 1778, que siguió funcionando tras su muerte en 1798 hasta 1860 con una producción espléndida, aunque siempre se cotiza mejor los veinte años primeros. En el siglo XVIII destaca Damián de Castro por su estilo rococó. Los siglos XVIII y XIX dependen más de modas francesas, italianas e inglesas. La plata del siglo XX no está todavía suficientemente estudiada, por lo que su cotización es al peso y los coleccionistas prefiere tener piezas de un siglo anterior porque sabe que la puede vender con facilidad. En el siglo XX se ha trabajado mucho la plata, no precisamente con un sentido artístico, sino puramente funcional.

Las obras preferidas por las casas de Subastas son las de: Antonio Martínez (siglo XVIII) y los madrileños del XIX, Juan Sellán, Vargas, Espinosa, Nicolás Chameroi, Griñón, Espuñes (XX) y la Real Fábrica de Platería (primera mitad del XIX). Los cordobeses del XVIII, Damián de Castro, Antonio José Santa Cruz, Antonio Ruiz, Fco. de Paula Martos (XIX). De Barcelona, Roca, Rovira, Sala, Masriera y Carreras (XX), Sunyer (XX), Altet. Y como plateros modernos Durán, Montejo y Bages”.

-De algunas piezas de plata antigua sólo nos queda constancia a través de la pintura de  la época.

-La mitad de las piezas de plata que se conserva están marcadas, lo que facilita su conocimiento: dónde, cuándo y quién las ha hecho.

-Las piezas más codiciadas son los “jarros de pico” de la platería española.

María Jesús Burgueño

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