Cómo comprar y cuánto pagar

María Jesús Burgueño

Objetos hasta ayer cotidianos se convierten en auténticas obras de arte que cotizan al alza tras su paso por museos o exposiciones. En estos días conviven en Madrid tres muestras que han elevado a categoría viejas radios, teléfonos de estilo, carteles y otros artículos pasto de coleccionistas nostálgicos. Los precios en las tiendas especializadas empiezan a irse por las nubes y las subastas se presentan, una vez más, como la forma más atractiva para conseguir uno de estos objetos que pérdida su función original han ganado peso en las artes decorativas. Y también pueden ser una inversión rentable, ya que un cartel de película como “Casablanca” cotiza a quince millones de pesetas, una radio “de capilla” a doscientas mil y teléfonos de principio de siglo por cien mil.

Radios con historia

No es difícil imaginar a una familia en torno a la mesa camilla del comedor pendiente de la mano experta que manipulaba una radio galena, mientras sonaba un teléfono negro de baquelita junto a viejos posters y calendarios, al tiempo que algún pequeño jugaba con trenes de hojalata, junto a plumieres de madera y cajas de “maicena”. Más tarde llegarían las radios de válvulas, que con su sonido característico nos acercan a los años de la posguerra, teléfonos con auriculares integrados y nuevos artistas que ilustran anuncios como testigos de su época. Hoy, esos objetos se han convertido en piezas de museo.

Salvador Saura es un coleccionista que ha cedido cuarenta aparatos para la exposición itinerante “Tiempo de Radio”, organizada por la Cadena SER, que ha comenzado su andadura en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. “Los primeros aparatos de radio los heredé de mi padre, y hoy tengo doscientos cuarenta y nueve, los adquiero en rastros, mercadillos y subastas”, Saura es miembro de ACAR (Asociació Cultural Amigos de la Ràdio), que tiene entre sus miembros como socios de honor a Luis del Olmo y a Joan Juliá Enrich, quien ha publicado un interesante libro sobre el tema.

“Un buen comprador debe tener en cuenta que por un aparato del que no podemos constatar su funcionamiento, por muy vistoso que nos parezca, no debemos pagar más de 5.000 ptas.” ¡Aunque, eso sí, en subastas, por una buena radio “de capilla”, (de madera y con forma de arco de iglesia) no duda en afirmar que se pueden pagar hasta las 200.000 ptas. Si necesita una reparación leve, el precio baja a la mitad. Otra observación interesante es cerciorarse de si el aparato es de fabricación artesanal-casera o bien está respaldado por una marca de prestigio, como “Philips”, ya que estos últimos adquieren mucho más valor. Saura insiste en que debe comprobarse el buen estado del aparato, “ya que una radio que no funciona no vale nada, reparar un aparato antiguo es muy caro y más aun difícil encontrar repuestos”. Por poner dos botones de mando, que ni siquiera corresponden al aparato, pueden llegar a cobrar 20.000 ptas. En Madrid hay dos talleres en la calle “Arco de cuchilleros” pero, según este experto, muchas veces es más barato salir fuera de la capital o acudir a ACAR, donde muchos coleccionistas te pueden proporcionar lo que buscas. También la Asociació de Amigos de la Ràdio realiza dos subastas al año en la localidad de Cardedeu (Barcelona) donde los socios pueden acceder a piezas de museo a precios muy interesantes.

En la sala Fortuny (Madrid) se subastaron el pasado mes de marzo varias radios, entre ellas una inglesa “Murphy”, tipo A130 con caja de nogal en forma triangular con un precio de salida de 12.000 ptas., que se remató en 22.000 ptas., cuyo valor puede estar por encima de las treinta mil, ya que estas formas no convencionales de la caja les da un valor añadido. Otra radio “Phillips Stereo c.1950” con caja de madera y botones símiles de marfil, cuyo precio de salida fue de 14.000 ptas., se remató en 30.000 ptas., pero su valor puede rondar las 50.000 ptas.

Los teléfonos más codiciados
Rafael Romero Frías es el Conservador de la Colección Histórico-Tecnológica de Telefónica, y responsable del Museo de las Telecomunicaciones. “Los teléfonos de la colección son los que la Compañía ha ido retirando de locutorios, casas particulares, etc., pero algunos los hemos tenido que adquirir en subastas y mercadillos y otros nos los han hecho llegar particulares que han querido colaborar con el Museo”. Rafael Romero pasa muchos ratos de su tiempo libre buscando piezas nuevas. “En las subastas he encontrado cosas interesantes que nos han servido para reparar algún aparato telefónico. Lo que más apreciamos son las piezas antiguas de repuesto”.

José Luis Patricio Amigo es el mayor coleccionista privado español de teléfonos antiguos. Ha colaborado en el asesoramiento de distintos museos. Posee más de 400 aparatos diferentes. “Una de las cosas más complicadas es encontrar la pieza que encaje en los teléfonos. Entre los años 1880 y 1924 ningún teléfono era igual, son aparatos hechos a mano y aunque en la forma se parezcan es difícil encajar las piezas. En esa época el teléfono era un capricho de ricos, y los artesanos copiaban todo lo que tenían en su entorno. Las piezas más codiciadas son caras y únicas; entre ellas podemos encontrar “arañas”, “esqueletos”, “cafeteras”, “tinteros”, etc., como se les denomina popularmente. En su colección presume de tener uno de los dos primeros aparatos telefónicos del mundo.

Para poder adquirir un buen teléfono hay que ser casi un entendido, ya que las falsificaciones son auténticas obras de arte. Dentro de la amplia gama de teléfonos los más caros son los europeos, dice Patricio Amigo, pero no siempre los más antiguos son los más caros. Los fabricantes europeos son mejores que los americanos en lo que llamamos el envoltorio, sobre todo los franceses y suecos, con formas muy bonitas; los alemanes son austeros y cuadrados. Los ingleses no diseñaban, directamente copiaban o los traían de América.

Durán saca a subasta este mes de mayo varios teléfonos entre los que se encuentra uno para colgar, de madera, cuya salida es de 20.000 ptas., otro de la marca “Ericsson”, de color marfil sin disco, que sale en 5.000 ptas., un teléfono danés con forma cuadrada de color cobre y marca “PTT”, que sale en 25.000 ptas., y un aparato telefónico de baquelita negro con manivela cuyo precio de salida es de 10.000 ptas.

Carteles, piezas de museo
Por primera vez en España se ha organizado en el Museo Nacional Reina Sofía una exposición de los 100 años de diseño gráfico, bajo el título Signos del Siglo. A lo largo de la historia los diseñadores españoles han intentado seducir al espectador. Arquitectos, pintores, escultores y publicistas unen su arte a las empresas creando un mundo apasionante. Podría decirse que es el primer lenguaje que aprenden los niños, que antes de leer, ya saben identificar por sus marcas los productos de todo tipo y entender los complejos enunciados escondidos en un logotipo o en una señalización.

La sala de subastas Christie´s en Londres subastó el pasado mes de marzo más de 400 carteles originales de películas estrenadas entre 1899 y 1994. El cartel de la película Casablanca (120 por 84 cm.) salió en 4.095.000ptas y subió espectacularmente hasta llegar a 14.900.000ptas. Las aventuras de Robin Hood, cuya salida fue de 2.457.000ptas, alcanzó los 3.500.000.

La casa de subastas SWANN (Nueva York) subastó el 27 de enero pasado, 443 lotes de carteles antiguos. Entre ellos uno de 1934 y firmado por Niklaus Stoecklin para una tienda de moda masculina, al estilo de Magritte (3.000.000 ptas.). Y otro cartel titulado The Chap Book fechado en 1896 y firmado por Henri de Toulouse-Lautrec (3.500.000 ptas).

“Los carteles publicitarios en papel con anuncios españoles de naranjas, bombillas, etc., los tengo de todos los precios -comenta Angel Torre, dueño de Almirante 23, en Madrid, una tienda que es casi un museo de curiosidades-, entre las 400 ptas., que cuestan los más baratos y las 20.000 ptas., que vale uno de “Trabmull” anunciando un medicamento casi milagroso”. En chapa los hay entre las 6.000 y las 20.000 ptas. Que cuesta el más antiguo, de esmalte años 1920, “de Jugo Coci”.

“En España aun se puede comprar carteles a un precio considerablemente más bajo que en otros países en los que llegan a triplicar su precio, explica José Luis Sotoca, encargado de carteles, fotos, etc., de Finarte Madrid. “Este mes de mayo –explica- se subastarán varios carteles, entre los que destacamos uno de Ramón Casa, Jochs Florals de Barcelona, fechado en 1908 y laminado sobre lino del que sólo se conoce otro en el Museo de Barcelona y cuyo precio de salida es de 1.100.000 ptas. Otros lotes importantes son seis pinturas originales de Luis Ramos Rosa para carteles, cuyos precios de salida oscilan entre las 180.000 ptas., el más barato, y las 200.000 el más caro.

Las piezas más valoradas

Para un coleccionista lo más importante es la pieza que tiene un valor sentimental o simbólico pero, no obstante, los expertos ofrecen algunas pistas para adquirir objetos como teléfonos, radios o carteles a los que el mercado ya otorga un valor añadido. Si no cumplen alguno de estos puntos el precio puede reducirse a la mitad

Radios: Forma no convencional, buen funcionamiento y que no le falte ninguna pieza. Que sea de marca.

Teléfonos: Comprobar que tengan todas las piezas hechas a mano, especialmente los de la época comprendida entre 1880 y 1924. Los europeos son los mejor valorados. Cerciorarse de su antigüedad y asegurarse de que no hayan sido falsificados.

Carteles: Originales, firmados y fechados. Buen estado de conservación. Existen normas parecidas a las que se aplican en filatelia para fijar el grado de deterioro de los posters.