Acuarelas. Museo Thyssen, El Prado y Reina Sofía

La acuarela como medio de expresión artística ha existido a lo largo de la historia de la pintura, aunque la gran revolución se produjo en el siglo XVIII ya que hasta entonces había quedado marginada por el óleo. Actualmente, las casas de subastas ofrecen obra muy interesante con precios de hasta diez millones de pesetas (Blanchard), pero entre doscientas y quinientas mil pesetas se pueden adquirir cuadros interesantes de autores reconocidos, aunque no sean un Turner, un Paul Klee o un Kandiski. Entre los españoles, Pradilla y Fortuny son los más apreciados.

María Jesús Burgueño

Se puede hablar de la prehistoria de la acuarela si tenemos en cuenta los manuscritos iluminados de la Edad Media y del Renacimiento, donde se pintaba en pergaminos o sobre materiales poco absorbentes. La acuarela evoluciona como un medio autónomo de expresión artística a partir del siglo XVIII asociado al gusto por lo pintoresco y al desarrollo del romanticismo, convirtiéndose a lo largo del siglo XIX no sólo en una técnica sino en un género con identidad propia.

Se mueve obra muy importante en el mercado del arte, comenta Tomás Llorens, conservador jefe del Museo Thyssen Bornemisza, las salas de subastas nacionales e internacionales sacan con frecuencia obra muy buena. En el ámbito internacional el coleccionismo de la acuarela es algo más conocido y valorado. Las obras de los grandes acuarelistas anglosajones del XIX están muy bien representadas en los museos ingleses y americanos, siendo magnífica su conservación. En alguna ocasión ha salido al mercado obra de Turner, Cozens, Constable, etc., pero a unos precios altísimos, ya que casi todos los cuadros de estos artistas se encuentran en colecciones institucionales. “En el museo tenemos pocas acuarelas pero de gran calidad, son pinturas muy importantes de pintores modernos, explica Tomás Llorens, concretamente, dos acuarelas de Cézanne, también contamos con cuadros de los expresionistas alemanes Heckel y Kirchner, y un conjunto muy importante de acuarelas de Kandinsky de los años 20 y 30. De Paul Klee tres maravillosas acuarelas, junto con otras obras de la vanguardia de principio de siglo, de Prendergast, etc.”

El Museo de El Prado tiene obra de acuarelistas españoles del siglo XIX -comenta José Manuel Matilla, jefe del departamento de dibujo y pintura del museo-, sobre todo de Fortuny y de Eugenio Lucas. También son importantes las acuarelas anónimas francesas del siglo XVIII. Aunque este museo no tiene una gran colección de acuarelas, unas 250 obras, si son de un gran interés y de una exquisita calidad, casi todas proceden del museo de Arte Moderno o adquiridas al final del siglo XIX. En los últimos años el museo tan sólo ha incorporado acuarelas de calidad en algún álbum. La acuarela es una técnica que se ha practicado, fundamentalmente, en Inglaterra, por lo que los grandes acuarelistas son de esta nacionalidad. En España se desarrolla a partir del XIX siguiendo modelos británicos aunque después adquiriría personalidad propia gracias, sobre todo, a artistas como Fortuny del que este museo hizo una exposición antológica. Gracias a las mejoras llevadas a cabo en esta pinacoteca cada vez son más frecuentes las exposiciones de obra sobre papel y, actualmente, dedica varios espacios a mostrar estas técnicas. En la sala de Goya se puede ver periódicamente trabajos sobre papel de este singular genio. En la sala grande de dibujo se muestran obras de diversos pintores, actualmente hay, entre otros, de Alonso Cano.

El desarrollo de la acuarela asociado al gusto por lo pintoresco hace que el tema preferido sea el paisaje pero también se utiliza para otras finalidades, por ejemplo apuntes, escenas orientales, estudios para posteriores ejecuciones al óleo, etc. A comienzos del siglo XX se utiliza la acuarela en el ámbito del expresionismo alemán, concretamente en el caso de August Macke, obra que está muy próxima a la de Paul Klee; arrancan a la acuarela del paisaje llevándola hacia las composiciones abstractas, a esta nueva forma de expresión se une Kandinsky, al mismo tiempo se desarrolla la acuarela en las vanguardias rusas unidas a proyectos de decorados teatrales. En cuanto a la acuarela en España, podemos destacar la de finales del XIX gracias al impulso de grandes pintores que trabajan en Roma y -explica Tomás Llorens– a la influencia de Fortuny,  pintor que fija las bases que seguirán otros acuarelistas de los que aún hoy en día se ha estudiado muy poco pero que tuvieron una presencia importante en el arte español de finales del XIX y principios del XX, entre los que destaca Pradilla, cuya obra en acuarela es realmente extraordinaria.

El hermano pobre
Tradicionalmente en España no ha habido inquietud por esta técnica, ha sido el hermano pobre en los museos. No se trata de falta de interés por este tipo de obra, explica José Manuel Matilla, si no que el museo se plantea prioridades a la hora de llevar a cabo una política de adquisiciones. El Prado lo que hace es estudiar qué tipo de lagunas tiene y, según la importancia de éstas, actuar en consecuencia. En los últimos años hay un gran interés por parte del Estado, así como de colecciones públicas y privadas por adquirir todo lo que sea obra sobre papel –explica Matilla-, esto se ha notado en las subastas nacionales e internacionales. Este interés ha hecho que se revaloricen las obras.

“Es más fácil falsificar una acuarela que un óleo, la técnica de la acuarela es muy simple. Por otra parte, la catalogación de las acuarelas está a un nivel muy elemental -según Tomás Llorens– por lo que mi recomendación es siempre acudir a expertos muy prestigiosos y muy especializados y con una línea muy directa con la obra y vida del acuarelista ya que son los únicos que pueden asegurar su autenticidad. Los estudios y análisis del tipo de papel, de pigmentos, etc., pueden ayudar a clasificar estas pinturas, pero no son decisivos”. Internacionalmente el tema de las acuarelas está muy controlado -explica Llorens- pero, en el caso de España, me temo que se falsifica de todo, probablemente el más falsificado sea Fortuny. Para este prestigioso experto hay grandes acuarelistas aunque si tuviera que citar alguno se inclinaría por Turner, Homer y klee.

“Creo que lo que hay que comprar es lo que a uno le guste, recomienda José Manuel Matilla, sobre todo pensando que las acuarelas en general son para observar casi en privado”. La forma de coleccionar este tipo de dibujos y pinturas ha sido en álbum, en carpetas, etc. Una acuarela, un dibujo o una estampa está concebida para ser contemplada en la mano. El coleccionista privado tiene el privilegio de poder observarlo de esta manera, cosa que en un museo no se puede hacer. Un tipo de pintura que no se suele exponer en los museos, aunque se tenga en sus fondos, son los pasteles, por ser aún más frágiles.

En el Museo Reina Sofía, según Arturo Rodríguez, jefe del departamento de dibujo y grabado, hay un fondo importante de pinturas sobre papel, entre los que destacan las de Dalí, Picasso, Miró, Julio González, los noucentistas, Benjamín Palencia, Alberto, Tápies, Guinovart, el grupo El Paso, Gordillo, Alcain, Eva Lootz, Albacete, Miura, Quejido, etc. “Hay acuarelas mucho mejores que cuadros realizados con óleo, sin ninguna duda, pero aún no están lo suficientemente valorados. En general los grandes artistas se acompañan durante toda su vida de este tipo de pinturas como pasa con Picasso o Miró”. Desde el pasado mes de abril y hasta el cuatro de junio se expone obra de Vicente Huidobro en el museo Reina Sofía, “Esta exposición la patrocina Telefónica, explica Arturo Moreno, Director General Adjunto de Relaciones Institucionales, en ella hay documentos, manuscritos y maquetas brillantemente encuadernadas”. En la exposición hay varios gouache como Océan I, Océan II, Minuit, Piano, Marine, Couchant, Kaleidoscope, Heures-Octobre y acuarelas como Moulin o Paysage todas realizadas por el propio Huidobro, a estas obras también se unen un folleto publicitario y una carpeta de Sonia Dalaunay y cuatro páginas realizadas por Blaise Cendrars y Delaunay cuyos colores aplicados al pochoir resaltan por su frescura. Recorriendo la exposición nos encontramos con dos gouaches “Composition” de Lous Marcoussis, y un retrato de Huidobro realizado por Joaquín Torres-García.

“El acuarelismo español está poco presente en los museos, lo que muestra el poco interés que se le ha dado a este medio artístico. Esto hace que salgan al mercado obras muy interesantes, continúa Tomás Llorens. He visto en subastas recientes acuarelas importantes a muy buenos precios, pero también he comprobado que la obra, por ejemplo de Pradilla, ya ha adquirido un precio muy alto en poco tiempo, esto me hace pensar que hay un coleccionismo en auge”.

La conservación es imprescindible
Una buena conservación de cualquier pintura de agua sobre papel es muy sencilla, -continúa Rodríguez- el papel si no sufre una exposición directa al sol o la aplicación de un foco de luz artificial, es un soporte muy estable. En cuanto a la conservación de los pigmentos la calidad de los materiales empleados es fundamental, pero como norma básica nunca colocarlos encima de un radiador. Si vivimos en una zona de humedad debemos conservar estas pinturas con un enmarcado especial que mantenga aislada la obra. Si compramos acuarelas para guardar es conveniente -explica Arturo Rodríguez– guardarlas individualmente y siempre en plano, en carpetas no ácidas, también se pueden conservar en una carpeta, no ácida, apiladas y separadas con un papel de seda. El gouache es muy delicado a las ralladuras, por lo que la precaución a la hora de conservarlo es parecido a las acuarelas pero sabiendo que la fricción sobre esta pintura puede producir brillos, marcas de roces, rallados, etc.

Las acuarelas son muy frágiles, explica Tomás Llorens, sufren sobre todo con la exposición a la luz, la pérdida de intensidad de color por este motivo es definitiva. En general, podemos decir que una acuarela es muy poco tratable, sólo se puede hacer pequeñas restauraciones. A lo largo de la historia han cambiado los pigmentos, desde principio del siglo XX se ha enriquecido la gama de colores para comodidad del artista, pero los pigmentos son  más frágiles y sensibles al deterioro producido por la luz. En cuanto al gouache la diferencia con respecto a la acuarela es la intención estética y su finalidad, el pintor lo usa fundamentalmente para estudios o bocetos. El gouache no crea un género -según Tomás Llorens– no está fijado un canon académico como la acuarela. Si tuviéramos que diferenciar una técnica de otra, fundamentalmente, diríamos que el gouache tiene cuerpo, mientras que en el caso de la acuarela el pigmento se queda impregnado en el soporte que es el papel y en el caso del gouache se mantiene por encima del papel como una capa que se podría separar mecánicamente.

Este tipo de técnica requiere una gran soltura por parte de la mano del pintor, comenta José Manuel Matilla, aunque se puede trabajar, añadir capas, etc., no está especialmente pensada para corregir, es una técnica  espontánea, aunque hay pinturas muy trabajadas como son algunos casos de portadas de libros. En el museo de El Prado se exponen con relativa frecuencia las obras realizadas sobre papel; como mucho se exhiben sólo tres meses cada tres años y con una intensidad de luz no superior a 50 luxes dada la fragilidad del material, ya que la luz puede causar daños irreparables de oxidación (se amarillea el papel) y pérdida de intensidad de los pigmentos. Aunque -añade- las condiciones ambientales en los museos están mejorando lo que hace que cada vez sea más fácil exponer cualquier tipo obra  sin el temor de dañar las pinturas. Un consejo fundamental para los coleccionistas es que recuerden que las obras sobre papel deben estar alejadas de la luz, mejor guardadas en carpetas y, quizá, dentro de la pintura sobre papel lo más delicado sea el pastel, ya que los pigmentos están adheridos de una manera muy ligera y puede sufrir extremadamente al colgarlo.

Precios de mercado
La sala Segre abrió su primera sesión el pasado mes de abril con acuarelas tan importantes como la de María Blanchard “Bodegón Cubista” que salió en 8.500.000 ptas. y se remató en el precio de salida. A cargo del departamento de pintura está Kristiam Leahy y Pepe Requena. “Se ha vendido muy bien la pintura contemporánea, las acuarelas gustan mucho –comenta Leahy-. Los precios bajos de las acuarelas permite tener originales de grandes pintores. El gouache tiene aún mejor venta que la acuarela, al ser una pintura más densa, da la impresión de óleo y eso hace que mucha gente se incline por este tipo de obra. La acuarela se impregna en el papel lo que hace que resista mejor que el gouache el paso del tiempo”.

“La Gitana”, de F. Esteve Botey, salió en 80.000 ptas. y “El claustro del Monasterio de Samos en flor”,  de este mismo autor, en 390.000 ptas. y se remataron en su precio de salida. “El olivar”, de Redondela, salió en  140.000 y se remató en 250.000 ptas. También una acuarela de Menchu Gal “Jinete en el bosque” abrió las pujas por 225.000 y se vendió por 300.000 ptas. De Riera i Aragó, “Mujer” y “Marina”, por 90.000 ptas. De V. Mira, “Sin título”, se vendió en su precio de salida: 160.000 ptas. Y una acuarela de Pijoan, “Fiesta española”, se pagó en 100.000 ptas. De pintura con gouache se subastaron varias obras, entre ellas “Blanco y Negro” de E. Chicharro, se vendió por 325.000 ptas.  Del pintor Ismael González de la Serna “Retrato de mujer de perfil” inició la puja en 190.000 y se remató en 250.000 ptas. “Carnaval”,  de René Portocarrero, salió en 300.000 y subió a 400.000 ptas. “Luna”, de Riera i Aragó, se vendió por 180.000 ptas. “Sin Título”, de Guinovart, se vendió por 300.000 ptas.

“El gran valor de una acuarela -comenta Julián Arteaga, presidente de La Galería- es la dificultad que entraña su realización, ya que o sale bien a la primera o hay que romperla. Es una pintura espontánea. Dentro de las acuarelas hay distintas técnicas, están los puntillistas, que pintan hoja a hoja un árbol y, otros que utilizan el blanco del papel para su pintura, esta forma de pintar es muy interesante. Como el soporte para la acuarela es el papel y es muy débil ha hecho que haya desaparecido mucha obra a lo largo de la historia pero aún se conserva mucha pintura de grandes acuarelistas, como por ejemplo Fortuny. El soporte frágil (papel) condiciona el precio de la obra, la gente en general no valora lo suficiente esta técnica, son los profesionales o los expertos los que se inclinan por ella. En La Galería vendemos muchos cuadernos de obra sobre papel, vienen con unos ocho o diez dibujos de los que cuatro o más son muy interesantes, en general tienen una salida de 10.000 ptas. y se rematan en una 60.000 ptas. Los vendemos siempre. Estos cuadernos los adquieren profesionales del comercio del arte. Si podemos adquirir un Fortuny desde luego sería una inversión segura. En subastas recientes hemos vendido: un Regoyos, salió en 400.000 ptas. y se remató en 550.000 ptas. Una acuarela de Lizcano se vendió en 170.000, salió en 20.000 ptas. Un Penagos  de 40.000 subió a 180.000 ptas. De Lagar una acuarela subió hasta las 300.000 de las 50.000 ptas. en las que inició la puja. Una aguada de Durancamps salió por 30.000 y se remató en 190.000. La casa de subastas La Galería es muy frecuentada por los coleccionistas de acuarelas y gouache por la cantidad de obra que se subasta todos los meses de pintores reconocidos y de nuevos valores todos ellos a unos inmejorables precios de salida.  El pasado mes de abril se subastaron más de setenta acuarelas con unos precios de salida desde las 5.000 ptas. por una obra de Losada, hasta las 150.000 de salida por “Procesión en una Catedral” obra de Eugenio Lucas Velázquez.

El pasado mes de abril Durán subastó una gran cantidad de acuarelas muy interesantes, entre ellas una de Joaquín Peinado “Paisaje con árboles” que salió en 175.000 y subió a 190.000 ptas. Otra obra de Joan Abello Prat vendida en 150.000 ptas. y por el mismo precio de remate una acuarela de Luis Seoane “El encuentro”. Una obra de Enrique Marín Higuero “Vista de Granada” que salió en 375.000, se remató en 425.000 ptas. Y por 300.000 ptas. se vendió un gouache de Hernando Viñes. Pero sin lugar a dudas entre este tipo de pinturas la estrella fue boceto en tinta china y gouache de Joan Miró  “Le Lizart auc, plemes d´or” que salió como punto de partida con 3.500.000 y se adjudicó en 6.000.000 ptas.

En Fernando Durán el pasado mes de abril se vendieron varias acuarelas como “Dama sentada” de Carlos Vázquez salió en 40.000 y se remató en 95.000 ptas. De Antonio Jardines se vendió por 120.000 ptas. “Vistas del Darro”.  Una acuarela de Angel Lizcano que inició la puja en 40.000 se cerró con 75.000 ptas. Y “Tormenta en el acantilado” de Carlos de Haes que salió en 200.000 finalizó la puja en 475.000 ptas.
Ventana

Nuestras pinturas como en un museo
“La regla que seguimos para exponer las acuarelas en el museo Thyssen, según Tomás Llorens, es la de exponerlas tres meses cada dos años, aunque estamos tendiendo, en consonancia con los demás museos a seguir una regla todavía más restrictiva, que es tres meses cada tres años, ocho horas de exposición a la luz y una intensidad inferior a 50 luxes. Y por supuesto con un filtro total de cualquier tipo de radiación ultravioleta”.

En casa no debemos ser tan estrictos pero si sabemos las reglas básicas podremos conservar nuestro patrimonio como en un museo. La mejor forma de conservar las pinturas sobre papel es guardadas en carpetas individualmente, o separadas por papel de seda, sobre todo si la obra está realizada con pastel y es una pintura antigua extremar las precauciones ya que los pigmentos carecen de fijación y se pueden desprender. Siempre en plano. Si queremos tener una acuarela o gouache colgado, nunca lo colocaremos cerca de una ventana, ni en un lugar soleado y, por supuesto, huiremos de los radiadores, o de focos de humedad.

Consejos para iniciar una colección de acuarelas
El mercado Español ha movido acuarelas importantes en los últimos meses, a unos precios no menos interesantes que nos pueden orientar a la hora de valorar nuestras acuarelas y gouaches. Siempre debemos  tener en cuenta el formato, el estado de conservación, interés, época, etc. que puede variar considerablemente el precio. Acuarelas o gouaches de María Blanchard se han valorado entre 7.000.000 y 9.000.000 ptas. Por obra sobre papel de Joan Miró se ha pagado entre 3.500.000 y 7.000.000 ptas. Acuarelas de José Jiménez Aranda entre 700.000 y 1.000.000 ptas. De Augusto de Caironi entre 500.000 y 800.000 ptas. Por obra de Regoyos, entre 400.000 y 900.000 ptas. De 300.000 a 600.000 se han rematado obras de J. Guerrero, Guinovart, Enrique Marín Higuero, E. Chicharro, F. Esteve Botey  o de Carlos de Haes.

Entre 100.000 y 350.000 podemos encontrar acuarelas de Menchu Gal,   René Portocarrero, Hernando Viñes, E. Marín Sevilla, Redondela, Lagar, Joaquín Peinado, Pijoan, Riera i Aragó, Durancamps, Ismael González de la Serna, Joan Abello Prat o de Luis Seoane. Y  de Lizcano o de Penagos podemos encontrar acuarelas con precios entre 50.000 y 300.000 ptas.

De 20.000 a 100.000 ptas. podemos adquirir obra de W. French, Lluis Fuster, García Malo, J.Uría, A.Ramalho, Carlos Vázquez, Blanco Coris, E.Martínez Vazquez, F.Tarquis, Cornnick, Archer, Otermin, Parraga Macorra, Landeluce, Lavilla, Lizcano, López Ramón, Laurencin, Lavilla, J de la Cruz Espolita, Sacristán, Gustavo Dore, o de  Sisteré.

SUMARIOS

El gran problema de las acuarelas es su conservación, siempre deben estar protegidas y nunca colgarlas cerca de un foco de calor o de humedad

Entre los acuarelistas españoles, los más valorados son Fortuny, Pradilla, aparte de las obras con esta técnica de Miró o Picasso.

Es más fácil falsificar una acuarela que un óleo, por lo que las expertizaciones se llevan a cabo con el máximo rigor

María Jesús Burgueño

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