La sopera de plata grande y pesada, especialmente si es del siglo XVIII es un apreciado objeto decorativo y una magnífica inversión. No obstante, la fuerte demanda de estos objetos y la escasez de oferta ha multiplicado las falsificaciones. La sopera más cara recientemente subastada en España ha alcanzado los 16.000 euros, aunque entre mil y dos mil euros también se han rematado piezas muy interesantes que pueden decorar su mesa con un toque de distinción.
María Jesús Burgueño
La sopera se asoció a lo largo del siglo XVIII al lujo y exquisitez francés de las grandes familias que organizaban ostentosas fiestas e invitaban a saborear nuevos manjares servidos sobre vajillas de plata para mostrar el lujo y la riqueza de los anfitriones. La costumbre de servir salsas calientes para acompañar a las carnes hervidas, el pescado y las verduras, como parte del primer plato, hizo necesario que las salseras llevaran una tapa para conservar la temperatura de los alimentos. A mediados del siglo XVIII se popularizó entre la clase alta el uso de lujosas soperas de plata de gran tamaño. Era costumbre que el anfitrión fuera quien sirviera a los invitados. La sopera se situaba en el centro de la mesa para deleite de los comensales que degustaban exquisitos manjares rodeados del más lujoso servicio de mesa.
Los orfebres se esmeraban en la realización de piezas lujosas llenas de armonía y belleza mezclando distintos elementos decorativos. Los motivos ornamentales del rococó son los inspirados en el mundo vegetal con un marcado ritmo asimétrico. Se mezclan conchas, guirnaldas, festones, ramas, hojas rizadas, cintas, etc. Las soperas diseñadas en la década de los años 1730-1740 por orfebres franceses son las piezas más exquisitas. A mediados del siglo XVIII el naturalismo se implanta. “Las soperas españolas, explica Cruz Valdovinos, están fundidas a la manera francesa, mantienen ciertas asimetrías y perfiles ondulantes al estilo rococó. A partir de la Real Fábrica de Antonio Martínez (año 1778) empieza a evolucionar el estilo hacia lo neoclásico. Durante el reinado de Fernando VII el neoclasicismo se ha instalado definitivamente”. A mediados del siglo XIX los empleados sirven los alimentos a cada comensal desde una mesa adicional. Este hecho tuvo diversas consecuencias: La medida de estos objetos se redujo, se utilizaban las soperas salseras como versiones más pequeñas. No son tan lujosas ya que dejan de ser el centro de admiración. Se generalizó la producción de soperas de chapa de Sheffield y en muchos casos se sustituían por la nueva moda de las soperas de cerámica. “Para hablar del reinado de Isabel II en el siglo XIX se hace un poco más difícil definir el estilo, comenta Cruz Valdovinos, se podría decir que en algunas piezas aparecen signos de lo que conocemos como romanticismo”. A lo largo del siglo XIX y XX se han copiado reiteradamente los elementos decorativos del siglo XVIII.
Diseños de lujo
Los diseños eran tan variados y curiosos como los que produjo el arquitecto Robert Adam que diseñaba soperas a juego con el mobiliario del comedor. Eran la pieza principal en las grandes ocasiones y constituían la nota de lujo. En el periodo neoclásico se produjeron numerosas soperas en forma ovalada sobre un pie de pedestal con mangos en bucle alto, un mango en anilla para la tapadera o un pináculo en forma de urna y bordes acanalados y festoneados. Los motivos decorativos más utilizados son las conchas, guirnaldas, palmetas y franjas de volutas. Los pies de garra de león son característicos del siglo XIX. Los motivos marinos fueron muy populares como olas simuladas en la bandeja, asas en forma de sirena y tritón, delfines que soportan el cuenco, conchas y crustáceos.
“La materia prima de las piezas antiguas es de muy buena calidad, entonces se pagaba en función del peso no era tanto que estuviera fundida por un platero maravilloso sino sobre todo del peso en plata. Por lo que si el cliente regateaba el precio, señala Cruz Valdovinos, el platero ponía menos plata. Normalmente eran soperas pesadas, el que encargaba una vajilla de plata era una persona con dinero que no solía escatimar. Las soperas del XVIII son piezas muy escasas -haciendo memoria añade- creo que en los museos estatales no hay ninguna, sí conozco en colecciones particulares”.
“Aunque muchas soperas llevan diseños antiguos, comenta Maria Eugenia Ximénez, directora de joyas de la sala Retiro, prácticamente todas están realizadas en el siglo XX. Es una pieza que siempre encuentra comprador, si alguna vez no se ha adjudicado en subasta, se vende siempre en venta directa”. Los ejemplares más caros son los del siglo XVIII. Gustan mucho las decoraciones de guirnaldas moldeadas y aplicadas, con pináculos en forma de frutas y brotes de flores y algún festón alrededor de los cantos. “Hemos vendido varias soperas en los últimos meses, señala Ximénez, coincidiendo con las subastas extraordinarias de diciembre y marzo, también se ha adjudicado otra en septiembre. Las tres soperas realizadas en el siglo XX, con el mismo contraste de cinco estrellas, de forma ovalada y decoraciones vegetales. Las piezas del XIX suelen ser copias del XVIII y son muy buscadas. Es importante señalar el peso, algunas contienen muy poca plata, incluso menos de un kilo. Las que mejor se venden son las más pesadas.”
Señas de identidad
“Los escudos son más frecuentes en Inglaterra ya que en el siglo XVIII y XIX la nobleza seguía teniendo mucho poder tanto económico como social y acaparaban muchos objetos de plata, entre ellos vajillas que mandaban fundir con su escudo. En España, comenta Cruz Valdovinos, sólo los reyes y la nobleza más poderosa se hacía marcar las vajillas. Con el paso de los años y el cambio de dueño de estos objetos ha dado lugar a soperas con un escudo en el recipiente y otro distinto en la tapa o, también, soperas inglesas con armas españolas o viceversa. En las soperas tiene que coincidir el tipo de plata, marcas y armas en cada una de las piezas que la componen”. El mercado valora muy positivamente estas señas de identidad. Los escudos son el mejor método de identificación de la procedencia. No así los blasones que no suelen ser específicos de una familia concreta, a menudo van acompañados por un lema que puede ayudar a su identificación. Una sopera eleva su precio si lleva elementos heráldicos originales. Las piezas más frecuentes en el mercado español son las del siglo XX sin escudos, las que aparecen con elementos heráldicos suelen ser inglesas. En diciembre Durán subastó una gran sopera de plata española, ley 916, pesaba 6.100Kg y medía 28,5 cm. con marcas del platero López, tenía las iniciales de sus dueños LB grabadas y entrelazadas. Salió en 1.500€ y las pujas la elevaron a 2.250€.
Soperas españolas
“La sopera española es de gran peso y tamaño, es sopera de sopa. El tamaño más pequeño es de sopera salsera, explica Cruz Valdovinos, en un principio no debían llevar tapa. Hay unos recipientes que pueden crear problemas a la hora de saber para qué se usaban exactamente. Son mucho más pequeños, en general no llevan tapa y han podido usarse como salsera, según algunos inventarios son legumbreras. Por lo que podemos pensar que se usaban para otro tipo de alimento pero es muy difícil saber para cual, ya que la única pista que podemos seguir y fiarnos son los inventarios y en ellos sólo aparece el nombre y el peso. A estos recipientes posteriormente se les añadió una tapa.” Las soperas salseras suelen ser ovaladas o en forma de barco, con elegantes mangos elevados en bucle y un solo pie de pedestal. Este mes de octubre Alcalá subastó con una salida de 2.550€ una sopera Carlos X en plata con punzones de París de Charles-Denis-Noël Martín, realizada entre los años 1820 y 1830. Entre los estudios que se realizan para determinar la edad de las soperas está el de los residuos o tierras que también pueden ayudar en algunos casos para identificar los alimentos utilizados.
Marcas falsas
El elevado precio que alcanzan las piezas de plata ha provocado que la picaresca más refinada se extendiera por todos los países. “Cada vez es más frecuente encontrarse con objetos de plata con marcas falsificadas, denuncia Cruz Valdovinos, hay algunos comerciantes honrados que señalan el dato, pero no todos hacen lo mismo”. A partir de la década de 1770 se utilizaban en numerosas ocasiones los pies y mangos hechos con estampación en frío rellenas de plomo que después se soldaba al recipiente. “Los punzones y contrastes se aplicaban dando un golpe sobre la pieza, indica R. Nolasco, dependiendo del momento y de las fuerzas con que le hubiera dado el artesano así ha llegado la marca a nuestros días, unas con más profundidad y definición que otras. Esto dificulta la identificación. Los datos más fiables para determinar la edad los proporciona el acabado. El pulido y bruñido se realizaba de distinta manera en cada época”. A lo largo de los años se ha manipulado la apariencia de piezas y se ha fabricado sellos históricos falsos. “Hay casos de marcas tan malas, explica Cruz Valdovinos, que indica el desconocimiento de los que las han hecho, no distinguen entre el marcador y el artífice. Pero otras son perfectas.” Las piezas que salen al mercado suelen ser del siglo XX “No nos hemos encontrado con punzones falsificados en la sala Retiro, comenta María Eugenia Ximénez, son soperas modernas y suelen llevar marcas también modernas. Si alguna vez hemos tenido alguna duda siempre acudimos a los expertos con los que trabajamos.”
El acabado es la clave
“Determinadas piezas mal marcadas o manipuladas y la revalorización de las piezas antiguas hace necesaria la intervención de expertos asegura R. Nolasco. El mejor sistema para identificar y catalogar una pieza es el de la comparación. Una pieza que se haya realizado en su origen, ha seguido unos procedimientos de época distinta a la que podemos seguir ahora. Un apartado muy importante son las soldaduras, señala R. Nolasco, no es lo mismo la porosidad que pueda llevar una soldadura del siglo XVIII que una del XIX, esto facilita su identificación ya que en este siglo se tenía la costumbre de reproducir toda clase de piezas. Podemos encontrar soperas del XIX idénticas a las del XVIII y distinguirlas simplemente por el tipo de soldadura. Los acabados ayudan cuantitativamente a los expertos para poder determinar la época de la pieza. En el caso de que exista una duda razonable de varios expertos se debe realizar un análisis del metal para determinar la proporción contenida de los diferentes elementos que lo componen y así se podrá datar definitivamente la pieza.
Prueba del interés que despiertan estas piezas en el ámbito internacional podemos destacar la subasta celebrada por Sotheby´s en Ámsterdam el pasado mes de septiembre en la que licitó las vajillas de plata propiedad de la princesa Lilian de Bélgica con unas magníficas soperas del platero parisino Charles-Nicolas Odiot fechadas en 1850. Una vajilla de plata de doce piezas que había pertenecido a Philippe, conde de Flandes se remató en 284.376 euros.
Cuidados
En el siglo XVIII, el orfebre Paul de Lamerie dio este consejo: “Límpiela de vez en cuando con agua caliente y jabón, con una esponja, y luego enjuáguela con agua limpia y séquela muy bien con un paño suave, manteniéndola en un lugar seco, pues la humedad estropea”.
Soperas de lujo
En el siglo XVIII la sopera era la pieza más cara de la vajilla y su dueño hacía exhibición de ella sirviendo él mismo a sus invitados y situándola en el lugar preferente de la mesa. La sopera española es de gran peso y tamaño, fundidas a la manera francesa. A mediados del siglo XIX los criados sirven los alimentos a cada comensal desde una mesa adicional. Este hecho tuvo diversas consecuencias entre ellas la medida de las soperas se redujo, deja de ser el centro de admiración.
Con los ojos de un experto
1. Observe meticulosamente el acabado. Son determinantes para la identificación de la edad de la plata: la soldadura, bruñido y pulido.
2. La apariencia puede engañar:
Pátina: La plata es un material muy oxidante por lo que en pocos días expuesta en un lugar propicio puede dar un aspecto antiguo.
Tierras: Las tierras depositadas a lo largo del tiempo (grasas, jabones, etc.) servirán para determinar la edad.
3. Los punzones falsos cada vez son más perfectos. Algunos presentan un ligero redondeo y difuminado.
4. En caso de duda razonable realice un análisis del metal.
Los plateros españoles
En el siglo XVIII la platería española depende fundamentalmente de la moda francesa. Son muy interesantes las soperas que realizan en Madrid los plateros franceses que están al servicio de Felipe V, más tarde tomarían el relevo los orfebres nacionales. Uno de los plateros más interesantes es Antonio Martínez cuya fábrica estaba protegida por Carlos III. Destaca por su estilo rococó Damían de Castro. Otros nombres a tener en cuenta son los cordobeses: Antonio José Santa Cruz, Damián Ruiz y Francisco de Paula Martos. En el siglo siguiente la platería madrileña da nombres como Juan Sellán, Vargas, Espinosa, Nicolás Chameroi, Griñón y Espuñes. Y en Cataluña destacan Roca, Rovira, Sala, Masriera, Carrera, Sunyer y Altet que enlazan con la platería del siglo XX y la más actual con marcas como Durán, Montejo y Bages.
Algunas claves más sobre objetos de plata
-Las soperas más caras son las del siglo XVIII de plata dorada con forro y plato.
-Los escudos deben ser iguales en cada una de las piezas de la sopera.
-En los siglos XIX y XX se han reproducido numerosas soperas del siglo XVIII.
-Las grandes y pesadas soperas son las más solicitadas por los compradores.
-Las piezas del XVIII son muy escasas y los falsificadores cada vez más expertos.
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