El café Doña Manuela es una de esas maravillas escondidas que se encuentran de casualidad: en la calle de San Vicente Ferrer (concretamente, en el número 29) se oculatan sus puertas de cristal opaco mimetizándose con la fachada; dentro, un espacio de tiempo encapsulado: veladores de mármol, bancos tapizados en terciopelo, molduras en el techo… retrotraen al visitante a lo mejor de los cincuenta. Incluso parte de la clientela, en corrillo, coopera en la misión cantando La bien pagá frente a una taza de café. La carta es muy variada, desde cafés de mil tipos, cócteles con o sin licor, zumos exóticos, té helado con hierbabuena…, anuncian tener botillo, plato típico de León, y organizan declamaciones de poesía y exposiciones de pintura. Y atención al baño, encantador, con azulejos blancos, inmaculados y diminutos, y espejos truncados. Una maravilla, oiga.
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