El artista mexicano Juan Soriano (Guadalajara, 1920 – México, D.F., 2006) fue distinguido con el Premio Velázquez 2005 por el Ministerio de Cultura español, reconociendo así toda una trayectoria artística de más de sesenta años. La muestra está diseñada como una exposición-homenaje de la que el artista tuvo conocimiento durante los últimos meses de su vida y se centra en un único motivo, las aves, que sirven de hilo conductor.
El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía mostrará la obra del artista mexicano Juan Soriano (Guadalajara, 1920 – México, D.F., 2006), con ocasión de haberle sido concedido el Premio Velázquez 2005.
La exposición Aves de paso ha tenido como empeño básico reunir en su diversidad todas las obras pictóricas y escultóricas que representen aves, ya sea como motivo principal o secundario, debido a la importancia que esta iconografía tuvo durante toda su trayectoria. Autor de dibujos para el Bestiario de Apollinaire y el Animalario de Alfonso Reyes, Juan Soriano, no sólo dio acogida en estos trabajos a numerosas aves, sino que las utilizó en otras muchas pinturas y esculturas.
Se muestran 18 esculturas; de ellas, cinco son de tamaño monumental, pertenecientes a la serie Pájaros y fechadas en 2004 y 2005. Además se exhiben 28 pinturas realizadas entre 1941 y 1993, y 27 dibujos, de 1937 a 1997. Como resultado, se da una imagen detallada de toda su trayectoria mediante las aves como hilo conductor, lo que diferencia esta muestra de aquella que presentó el Museo Reina Sofía en 1997 (Juan Soriano. Retrospectiva: 1937-1997).
En esta ocasión se rinde homenaje a Juan Soriano, algo de lo que tuvo noticias en sus últimos meses de vida. Según constata el comisario, José-Miguel Ullán, el propio artista exclamó acerca de la exposición: «¡Ojalá y se consiga! Me entusiasma la idea de transformar la sala de un museo en una pajarera».
Para asomarse a este conjunto monotemático, tal vez convenga retener lo que apunta el escritor mexicano Juan Villoro: «Juan Soriano se sirve de la felicidad como forma de crítica. No está conforme con lo que ocurre: está conforme con el hecho de vivir. Cuando pinta un pájaro, se rige por un principio opuesto al del copista: transgrede el mundo que hacía imposible ese pájaro. Sus cuadros cuentan el inagotable relato de esa celebratoria rebeldía».
En palabras de Juan Soriano, «nuestras alas son nuestros recursos para liberarnos de la pesadez». Sin embargo, su interés en el motivo de las aves no proviene de su utilización como símbolo en su obra, según él mismo dijo: «En realidad, las aves son bastante parecidas a las personas, aunque ellas, con toda la razón, no se fíen jamás de nosotros, anden siempre como mirándonos de reojo, a la defensiva. Las hay rapaces, trepadoras, corredoras y hasta parlanchinas… Pero todas, como los hombres, son aves de paso, no sólo las que emigran, al anochecer, cuando va a haber un cambio de estación. Por eso no me importan como símbolos de nada, pues un símbolo lo sacas de cualquier parte. Lo que me interesa son sus ritos, sus movimientos, sus arabescos, sus mudas, la sensación que dan de libertad…» Y prosigue: «Además, guardan excelentes relaciones con la naturaleza, ésas que nosotros hemos perdido o, mejor dicho, hemos destruido. Y, cuando entran en el espacio de un cuadro, no importa lo que tengan alrededor: basta un pajarillo para que atraiga nuestra mirada enseguida…»
Juan Soriano, que rechazó desde joven el muralismo imperante para pintar con absoluta libertad, obtuvo pronto gran reconocimiento en su país, para lo que el respeto mostrado por Rufino Tamayo y la generación mexicana de la Ruptura (Rojo, Cuevas, Gironella, Felguérez) fue determinante. Su obra fue exhibida con regularidad en México, pero también en Estados Unidos, Francia, Italia, Alemania, Canadá, Rusia, China, Bélgica… Hasta los años 50 del pasado siglo, las naturalezas muertas, los retratos y autorretratos, al lado de escenas oníricas donde a menudo juegan los niños con los ángeles, hacen de Juan Soriano un pintor inclasificable, pues el clasicismo compositivo de sus cuadros se ve zarandeado de continuo por la osadía expresionista de los colores. A partir de su primera estancia en Roma y, sobre todo, después de un viaje a Creta, abundan los temas mitológicos, aunque tratados ya con todas las conquistas de la abstracción. Del comienzo de la década de los 60 es su magnífica serie de Lupe Marín, compuesta por cientos de retratos a la que fuera primero esposa del pintor Diego Rivera y luego del escritor Jorge Cuesta. Después entra en un período más sereno, en el que sobresalen los motivos florales, los animales y el mar. Durante los últimos años de su vida, le dedicó una atención casi exclusiva a la escultura monumental para espacios públicos.
CATÁLOGO DE LA EXPOSICIÓN.
El catálogo que se ha editado coincidiendo con la muestra, contiene, además del texto del comisario de la exposición, José-Miguel Ullán, colaboraciones de los escritores Sergio Pitol, Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis, Jaime Moreno Villarreal y Orlando González Esteva. Por otra parte se incluye una detallada cronología y la reproducción de las obras expuestas.
Octavio Paz escribió sobre él: “La obra de Juan Soriano es la afortunada fusión de tres potencias del arte: la tradición, la fantasía poética y la imaginación visual”. Pintor inclasificable, ya desde joven rechazó el muralismo imperante para desarrollar con absoluta libertad un lenguaje propio que pronto tuvo el reconocimiento de la generación mexicana de la ruptura. Esta muestra homenaje, a diez años de la retrospectiva que le dedicará este museo, toma un único motivo (Las aves) como hilo conductor, presentando un importante conjunto monotemático de pinturas, dibujos y esculturas en el que la diversidad de aves plasmadas refleja el espíritu transgresor del artista.
Biografía…
DATOS DE INTERÉS:
Dónde. Museo Reina Sofía
Cuándo: Desde el 21 de noviembre al 19 de febrero de 2007