El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso y el director general de la UNESCO, Koichiro Matsuura, han apadrinado el acto, que permitirá convertir en ley el principio de diversidad cultural
Una de las primeras consecuencias en nuestro país será la creación de una comisión con carácter nacional que fomentará el dialogo intercultural y aplicará la Carta Cultural Iberoamericana, recientemente aprobada
El Ministerio de Cultura ha ratificado (19-12-06), en nombre del gobierno español y junto a otros diez países de la Unión Europea, la Convención de la UNESCO sobre la protección y promoción de la diversidad cultural.
La ceremonia, organizada por la Comisión Europea en colaboración con la presidencia finlandesa de la UE, se ha celebrado en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas, con la presencia del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso y el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Koichiro Matsuura.
Además de España; Francia, Finlandia, Alemania, Bélgica, Portugal, Malta, Croacia, Hungría, Italia y Eslovenia, se comprometen de forma vinculante con este acuerdo, que fue aprobado en la Conferencia General de la UNESCO en octubre de 2005.
Con rango de ley
Este documento internacional, que aspira a entrar en vigor en octubre de 2007, conferirá al principio de diversidad cultural, recogido en nuestra Constitución, rango de ley en el ordenamiento jurídico español.
El concepto, hasta ahora denominado “excepción cultural”, tomará cuerpo de Real Decreto, ya en tramitación, por el que se creará la Comisión nacional para el fomento y promoción del diálogo intercultural. En este organismo nacional estarán representadas las instituciones del Estado y las distintas administraciones publicas.
Esta nueva legislación reafirma el derecho soberano de los Estados a elaborar políticas culturales con miras a proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales en sus respectivos territorios, así como a fomentar el diálogo entre culturas, preservando los derechos humanos y libertades fundamentales.
Fondo Internacional para la Diversidad Cultural
Asimismo, es un elemento fundamental de la Convención la promoción de la cooperación internacional, que atañe en particular a los países en desarrollo. En ese sentido, se prevé la creación de un Fondo Internacional para la Diversidad Cultural, cuyos recursos provendrán de contribuciones voluntarias de los Estados miembros.
En la aprobación de la Convención fue decisivo el papel de la Unión Europea, que por primera vez en su historia, negoció en el seno de la UNESCO con una sola voz. Ninguna convención de este organismo de Naciones Unidas ha sido ratificada por tantos Estados en tan corto espacio de tiempo.
España ha sido de los países más activos dentro de la Unión Europea en la negociación de este pacto y en el cumplimiento del proceso de ratificación.
La diversidad cultural afecta a España tanto en nuestro ámbito interno como a nuestra política exterior, en los espacios europeo, euromediterráneo e iberoamericano.
Una de las primeras iniciativas en que se traducirá la nueva norma consistirá en la aplicación de la Carta Cultural Iberoamericana, firmada en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica, celebrada en Montevideo (Uruguay), en julio de 2006.
Entre estas acciones, cabe destacar el apoyo a un canal cultural de televisión y la puesta en marcha del programa Iberescena, de fomento de las artes escénicas en la región, con miras a la consolidación del espacio cultural iberoamericano y al estímulo de los intercambios de bienes y servicios culturales en la zona.
La Convención, aprobada por la UNESCO con 148 votos a favor, dos en contra y cuatro abstenciones, supone un reconocimiento de la importancia de la diversidad cultural, que debe considerarse como patrimonio común de la humanidad, tanto en su forma de bienes y servicios culturales, a los que se les reconoce un tratamiento excepcional, como en lo que se refiere a la necesidad de proteger la riqueza cultural heredada, especialmente en los países pobres donde el peligro de “desertización” cultural es más elevado.