¡Paniaguados del séptimo arte, uníos!

El día en el que triunfa el chantaje al Estado uno no tiene el cuerpo de jota para comentar la actualidad cultural. Al fin y al cabo si se pierde la dignidad poco importa, por ejemplo, si la ley del cine favorece a unos cuantos paniguados, pero la vida sigue y como éste es el asunto estrella que traen hoy los diarios –aparte, naturalmente, del juicio del 11M y de Endesa- podemos hacer algunas apostillas. La primera, amable lector, es que si usted no pertenece a esa élite posmoderna que se retrata en los Goyas ha equivocado su profesión. Si ha montado un pequeño negocio, una tienda, un despacho, trabaja a salto de mata o es alto ejecutivo tiene que currar todos los días y ganará su salario si lo que vende, bien sean productos o servicios, encuentra comprador. Sin embargo si a usted le da por el cine y además es español tiene su vida resuelta, que papá Estado le cubre los gastos. Da lo mismo que su película sea una castaña, que no tenga espectadores o que aburra a las ovejas. Su producción estará subvencionada por el dinero que le esquilman a las televisiones privadas y a las salas de cine. Nadie le va a pedir un mínimo de calidad, ni de buen gusto, ni tendrá que jurar o prometer con la mano en la Constitución que es un fiel cumplidor de las leyes. Podrá ciscarse en su patria o morder la mano que le alimenta, que tendrá sus garbanzos de cinco tenedores asegurados. Y cuanto más cutre mejor, con mucha carne porque lo exige el guión y mucho chocolate, coca y caballo que es más guay, y con actores con varios sexos -que ya no valen ni los dos tradicionales ni el nuevo políticamente correcto- y si además tiene el plus de rodarla en lengua vernácula ya es la repera porque no tendrá una, sino varias subvenciones. Y luego el día de los Goyas se vestirá de fiesta y se creerá que está en Hollywood y cosechará grandes aplausos de una sala llena de clones sobrecogedores en una gala soporífera. Total, luego se extrañan que nos guste el cine americano salvando, naturalmente, a las tres bes, Berlanga, Bardem y Buñuel. Y a todo esto va Harry Potter y se despelota en Londres y resulta que ya no es el pequeño mago de Hoz sino un joven actor que se llama Daniel Radcliffe. En España la que se despelotó en esa misma obra fue Victoria Vera, pero eran los tiempos del Viejo Profesor y Madrid parecía una fiesta. Aunque para fiesta la del campo del Betis en Sevilla. Hay que ser bestias para arrearle un botellazo desde la grada a un entrenador, aunque no nos debe extrañar cuando los primeros energúmenos son los presidentes de los clubs. ¡Y luego dicen que el Futbol es Cultura! Por cierto una anécdota al respecto: en el Senado existe una comisión sobre la violencia en el deporte. A ella fueron convocados los principales dirigentes de los clubs. El expresidente del Madrid Florentino Pérez pronunció 22 veces la palabra enemigo al referirse a los adversarios. De esos polvos vienen estos lodos.

María Jesús Burgueño

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