Una vez más España se divide en dos. Tras las elecciones municipales y autonómicas la lección que deben aprender los políticos es que no se puede gobernar con los votos de media España (que siempre son menos de la mitad por la abstención) contra la otra media. Le pasó a Aznar en la última etapa de su gobierno y ha sido el principal error de Zapatero a lo largo de toda su legislatura. El sistema democrático que es hasta la fecha el menos imperfecto que se conoce está basado en el gobierno de las mayorías pero no en la dictadura de las mayorías. Obtener un voto más que el contrario da pie para ocupar los puestos de representación pero no para hacer de tu capa un sayo y olvidar que la oposición, sobre todo si es tan cuantiosa, existe. En número de votos se está desde hace años prácticamente en un empate técnico entre el PSOE y el PP y de la gestión de ese pequeño porcentaje depende la gobernabilidad. El PSOE cree que al contar con las minorías nacionalistas puede ningunear al PP y los populares no saben gestionar esas alianzas que les ahorraría tener que sacar permanentemente mayorías absolutas. En Madrid el triunfo de Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre ha sido tan claro que el PP puede morir de éxito si no sabe administrar la victoria. Madrid no es de derechas ni de izquierdas, como en casi todo, es pragmático. El madrileño bastante problema tiene con sobrevivir y, sobre todo, huye de la demagogia. En Madrid es difícil vivir de las subvenciones como ocurre en otras partes de España, ya que la carestía de la vida hace imprescindible arrimar el hombro y trabajar. Por eso los madrileños han votado de forma mayoritaria a Gallardón y Aguirre frente a Simancas y Sebastián. Ambos han antepuesto la descalificación personal a las propuestas reales que afectan a la vida de las personas. Se les ha llenado la boca con lo público como si a estas alturas la sanidad, la educación o el transporte dependieran de su titularidad para contrastar su eficacia. Uno va al hospital a que le curen o al colegio a aprender no a pedirle el carnet al médico o al profesor. De todas formas queda mucha tela por cortar y la campaña de las generales con Navarra al fondo y con Gallardón de número dos de Rajoy (Esperanza Aguirre no puede concurrir a no ser que renuncie a la presidencia de la Comunidad de Madrid) no ha hecho más que empezar. De los errores del contrario más que de los aciertos propios dependerá la victoria.