La gira de Antonio Ponz,
un viaje por el arte europeo
Por Andrés Merino
Viaje fuera de España recoge el paso del castellonense Ponz por decenas de ciudades representativas del pasado artístico occidental, por lo que constituye también un magnífico ejemplo de la llamada literatura de viajes. Sólo en Francia visitó, además de París, los grandes monumentos de Burdeos, Angulema, Poitiers o Amiens. De su estancia en Tours nos ha dejado un curioso dato que contribuye a superar –o al menos, debatir sobre- viejos tópicos en torno a la calidad y supuesta menor atención española a sus espacios artísticos. Al recordar su entrada a la catedral, afirma que «aunque la construcción gótica del interior de la iglesia corresponde a la exterior, en lo restante está infelizmente adornada, si se compara con nuestras catedrales de esta clase, y no veo que se tenga gran cuidado en limpiarlas». Añadiendo que «en estas iglesias, aún en las más principales, hay una o dos lámparas, y a veces ninguna: bien al contrario de lo que se practica en las nuestras». Sin dejar de atender al contexto cultural del siglo XVIII, bien merece la pena pensar que no era Ponz precisamente un comerciante o militar, por profesión en principio poco provistos de aptitudes artísticas; dotado de una más que probada sensibilidad cultural, es indudable considerar que conocía bien cómo se cuidaban o iluminaban los grandes templos catedralicios españoles.
Ponz se anticipó, desde luego sin llamarlo así, a lo que hoy denominamos turismo cultural. En pleno 1785 su preocupación por el acceso a palacios o museos se resume en constatar otra llamativa realidad, esta vez al hilo de su accidentado acceso a la Torre de Londres: «En España todo se puede ver sin obstáculos y sin las socaliñas que a cada paso experimenta el extranjero en Inglaterra, donde nada ve ni nada le enseñan si no paga, habiendo llegado la ruindad a poner tasa para enseñarle las cosas que encierran palacios e iglesias». Toda una reivindicación del hoy popular «miércoles gratuito para los ciudadanos de la Unión Europea» que adorna las taquillas de los palacios de Patrimonio Nacional y otras instituciones culturales en nuestro país…
En realidad, la apertura de miras que supuso para nuestro viajero tan singular gira artística nos sirve a nosotros en pleno siglo XXI. Sin que gocemos del don de la objetividad para evaluar sus consideraciones, su llamamiento implícito a ensanchar mentalidades y conocer mundo es claro: «A muchos escritores franceses les son menos conocidas las cosas que suceden a la puerta de su casa, cual se puede considerar España, que las que suceden en la China». Podemos intercambiar países y épocas, pero la reivindicación de la necesidad del conocimiento y valoración de las creaciones estéticas de todo vecino es universal en el espacio y en el tiempo. Viaje fuera de España merece una lectura detenida, casi de degustación. Un libro idóneo para el verano que comenzamos.
Datos de interés:
Viaje fuera de España
Antonio Ponz
(edición de Mónica Bolufer)
Publicaciones de la Universidad de Alicante, 865 págs
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