Gustavo Torner (Cuenca, 1925), formado como ingeniero forestal, es un artista autodidacta vinculado a la llamada escuela conquense y al Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, del que fue fundador junto con Fernando Zóbel y Gerardo Rueda.
En 1946, Gustavo Torner terminó los estudios de Ingeniero Técnico Forestal, trabajo que ejerció hasta su dedicación definitiva a la creación artística en 1965. Ya en los cuarenta, sus buenas condiciones como dibujante le sirvieron para realizar unas láminas botánicas para la segunda edición de la monumental Flora Forestal de España, que pueden considerarse precursoras de su constante referencia al mundo natural durante toda su carrera artística.
Después de realizar unas obras de carácter figurativo a principios de los cincuenta, Torner comenzó una etapa artística dentro de la corriente del informalismo con la utilización de materiales naturales, orgánicos e inorgánicos, afectados por procesos de erosión, degradación o por la acción humana.
Sus planteamientos artísticos alcanzaron una mayor complejidad en los años sesenta, introduciendo contrastes entre elementos de naturaleza muy diferente, tanto en sentido material como conceptual; ello definirá su poética en lo sucesivo, junto con una tendencia a la perfección formal. Durante la primera mitad de la década, realiza una serie de pinturas cuyos títulos Azul-Marrón, Acero inoxidable-Chatarra oscura, etc., plantean una yuxtaposición de dos zonas con textura y color muy diferentes, que se unen en una irregular línea horizontal, evocadora de la línea del horizonte de un paisaje.
Entre 1963 y 1966 colaboró con Fernando Zóbel y Gerardo Rueda en la constitución y montaje del Museo Español de Arte Abstracto de Cuenca, encargándose del diseño de los espacios arquitectónicos. En la segunda mitad de los sesenta, realiza instalaciones de gran sentido escenográfico y un numeroso conjunto de collages. Muchas de estas obras son homenajes a personalidades de la Ciencia y el Arte, como Galileo, Ingmar Bergman o Duchamp.
Difícil de encasillar en una sola disciplina, Torner también ha trabajado la escultura monumental, que ocupó gran parte de su actividad entre 1971 y 1977, afines al arte constructivista de Gabo y Pevsner, y al minimalismo norteamericano. Otras muchas expresiones artísticas a las que el artista se ha dedicado a lo largo de su carrera, son la obra gráfica, la escenografía teatral, el diseño industrial y las artes aplicadas (vidrieras de la catedral de Cuenca, tapices…). También ha colaborado en el diseño de espacios tan significativos como algunas salas del Museo del Prado, los montajes expositivos de la Fundación Juan March de Madrid, el ya citado museo conquense, y recientemente, el Espacio Torner situado en la antigua Iglesia de San Pablo de Cuenca.
En 1987 obtuvo la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, desde 1992 es miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, y desde 2002 doctor Honoris Causa por la Universidad de Castilla-La Mancha.
En 2004 donó la totalidad de piezas que se hallaban en su estudio al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Con este generoso gesto, el artista cedió al Museo un total de 561 obras, que unidas a las 55 que ya formaban parte de sus fondos, hacen de esta sede una de las principales depositadoras de la obra. El mismo museo le dedicó una retrospectiva en 1991.
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