Tàpies, Guinovart, Ponç, Saura, Oteiza, Millares, Feito, Guerrero, Canogar, Ràfols-Casamada, Clavé, Chirino, Hernández Pijuan y Torner.
Museo Nacional de Arte de Rumania.
Desde el 30 de octubre al 27 de enero.
Bajo el título Arte español del siglo xx,
Esta selección revela el cambio de rumbo que experimentó la plástica española durante las décadas de los cincuenta y sesenta, reflejando los cambios políticos, económicos, sociales y culturales que se sucedieron al final de la posguerra española. La influencia de estos artistas fue muy notoria y su actividad favoreció la renovación del arte en España. La exposición, que podrá verse en el Museo Nacional de Arte de Rumania hasta el 27 de enero, ha sido inaugurada hoy por Juan María Nin, director general de ”
La exposición Arte español del siglo xx
La exposición Arte español del siglo xx. Colección de Arte Fundación ”
La muestra se inicia con una obra de Joan Ponç y otra de Antoni Tàpies, todavía deudoras del surrealismo mironiano característico del grupo Dau al Set. A continuación se adentra en el universo matérico, gestual y espacial de los lienzos y volúmenes de las obras denominadas «informalistas» de Rafael Canogar, Luis Feito, Antonio Saura, Manuel Millares, Gustavo Torner, José Guerrero, Joan Hernández Pijuan y también Tàpies, Martín Chirino y Jorge Oteiza. La exposición finaliza con obras de Josep Guinovart, Albert Ràfols-Casamada y Antoni Clavé.
Cuestiones terminológicas: art autre o arte informal.
El concepto art autre fue inventado y puesto en circulación en 1951 por el crítico francés Michel Tapié para denominar la labor de un grupo de jóvenes pintores europeos (Fautrier, Hartung, Wols, Michaux, Burri…), que compartían una misma actitud ante el arte y la vida. Con este epíteto, que enfatizaba la idea de diferencia y de novedad, Tapié quiso también distanciar la plástica de los europeos frente a la de los norteamericanos llamados «expresionistas abstractos» (Gorky, Pollock, Motherwell, Rothko, De Kooning…), que en aquellos mismos años habían iniciado un proceso similar de recuperación de la abstracción y el surrealismo, después de años de predominio de las tendencias realistas.
La proximidad entre el comportamiento artístico y vital de estos dos grupos de artistas ha provocado que con frecuencia se identifique su obra con un mismo apelativo, el de «arte informal» o «informalismo», una designación acuñada también por Tapié. Este es el caso, por ejemplo, de la crítica española, que en torno a 1957 y a raíz de los escritos de Juan-Eduardo Cirlot, utilizaba indistintamente ambos términos al referirse a la obra innovadora de los artistas jóvenes del país, algunos de ellos cercanos al informalismo expresionista de los norteamericanos (como el grupo El Paso) y otros en la órbita del informalismo matérico de los europeos (como Tàpies y los catalanes).
Cuestiones de fondo: entre el yo y el otro.
Con todo, y más allá de las diferencias formales y del contexto sociopolítico en el que se desarrolló, la práctica artística de todos estos artistas se forjó sobre premisas afines. Partían de modelos plásticos comunes: la abstracción de Kandinsky, Miró y Klee. Creían que el acto de pintar era algo único e irrepetible porque emergía del interior del yo. Compartían una relación conflictiva con el entorno social; refugiados en el mundo del arte, estaban convencidos de que desde allí podrían alterar las conciencias. Y compartían el mismo vitalismo existencialista surgido a partir del impacto de
La combinación de estos elementos produjo un tipo de obras que daban la espalda a la realidad visual, que en vez de representar objetos tangibles manifestaban experiencias y emociones liberadas desde el interior del artista, que exploraban el espacio del cuadro suscitado por la propia materia pictórica, y que utilizaban los ingredientes básicos del lenguaje de la pintura o de la escultura: la materia y la mano del artista.
Cuestiones particulares: el informalismo en el Estado español.
En el contexto artístico español, esta interrelación entre un arte emancipado de los referentes de la realidad visual y el compromiso con la libertad política y de pensamiento adquirió unas peculiaridades propias de la situación de represión y confinamiento de la dictadura franquista. De todos modos, la relación entre el arte y la política del movimiento informalista en España fue compleja, ya que el voto ideológico de los artistas no era directamente proporcional al camino seguido por las manifestaciones artísticas. El hecho de que alrededor de 1957, justo en el momento de efervescencia del informalismo en España, el régimen franquista iniciara una política de apertura y liberalismo económico complicó todavía más su lectura. Un simple dato en este sentido: cuando en 1955, en el marco de la tercera y última Bienal Hispanoamericana de Arte, los ministros más cultos del gobiernos franquista se dieron cuenta de que las tendencias informalistas exportaban una imagen de modernización del país, no dudaron en utilizarlas beneficiándose de ello.
Resulta significativo que precisamente se fijara la fecha de 1955 como punto de partida de la poética informalista en nuestro país. Fue en la citada bienal donde los jóvenes Canogar, Feito, Millares y Tàpies, entre otros, presentaron conjuntamente las primeras tentativas del nuevo arte abstracto. A partir de ese momento y hasta el comienzo de la década de los sesenta, fueron sucediéndose exposiciones individuales y colectivas de obras informalistas por todo el territorio español, aunque los principales centros de promoción siguieron siendo Barcelona y Madrid.
La generación de los artistas informalistas fue la primera que durante la posguerra propuso una alternativa innovadora respecto a los movimientos de vanguardia anteriores a la guerra. También fueron los primeros artistas que obtuvieron reconocimiento internacional, incluso fuera de las fronteras europeas. El éxito de Tàpies, Millares y Saura en Estados Unidos es comparable al alcanzado por los tres grandes nombres de la vanguardia española de preguerra: Picasso, Miró y Dalí.
Anteriormente nos hemos referido a las diferencias formales entre los artistas del grupo madrileño El Paso (constituido en 1957 e integrado por Canogar, Feito, Saura, Millares y Chirino, entre otros) y los catalanes (Tàpies, Hernández Pijuan, Guinovart, Ràfols Casamada, etc.). Los artistas de Madrid indagaban en la naturaleza de lo grotesco, a partir de la referencia del expresionismo del arte español, sobre todo de Goya, mientras que los de Barcelona jugaban con el lirismo de la grafía ancestral y oriental, con el trasfondo del mundo de Miró y Klee. En todos ellos, sin embargo, estaba latente la búsqueda de los orígenes del arte, en el trabajo artesano de la materia y en la dimensión cósmica de la obra. Los vacíos de Oteiza, las espirales de Chirino, los silencios elocuentes de Tàpies, los gritos morfológicos de Saura, los contrastes cromáticos de Guerrero, las superficies monocromas de Hernández Pijuan, el esteticismo de Tornes, los desgarramientos en las arpilleras de Millares, los tachones de Canogar, las manchas matéricas de Feito… están cargadas de significado, desbordan tensión, trasladan al interior del ser y
expulsan hacia el universo común.
Datos de interés:
Arte español del siglo XX. Colección de Arte Fundación ”la Caixa”.
Del 30 de octubre de 2007 al 27 de enero de 2008.
Museo Nacional de Arte de Rumania.
Calea Victoriei, 49-53.
70101 Bucarest (Rumania).
Imagen:
Colección Arte Fundación “la Caixa”.
Artista: Millares, Manuel.
Título: Cuadro 61.
Año: 1959.
Técnica: Técnica mixta sobre arpillera.
Dimensiones: 130 x 163 cm.