Nace en Valencia en 1863, en el seno de una familia modesta. A los dos años se queda huérfano y es recogido por sus tíos maternos. Los estudios no le llaman la atención, sintiendo gran inclinación por el dibujo y la pintura. El director de la escuela aconseja que el pequeño Joaquín sea matriculado en la Escuela de Artesanos, donde asiste a las clases nocturnas de dibujo del escultor Cayetano Capuz.
En los años siguientes trabajará como cerrajero y coloreando fotografías mientras asiste a las clases en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos. Una visita en 1881 al Museo del Prado provoca su admiración por Velázquez, Ribera y Prado. Su carrera artística empieza a cosechar premios y medallas, obteniendo una pensión para estudiar en Roma y París. Contrae matrimonio con Clotilde García del Castillo en 1888, con quien tendrá tres hijos.
Los premios son cada vez más importantes, obteniendo una Medalla de Primera Clase en 1895 con Aún dicen que el pescado es caro, obra con la que participa en el realismo social tan en boga aquellos años. Poco a poco alcanza su madurez artística, realizando en Madrid un importante número de retratos – como los de Areliano de Beruete o María Guerrero – con los que obtiene el reconocimiento en la capital de España y en París.
Su fama internacional llegará con las exposiciones de París (1906) y Nueva York (1909), en las que alcanza un importante éxito de ventas y de crítica. Su estilo luminista es admirado por todos. La luz valenciana, las gentes del pueblo y sus actividades protagonizarán sus cuadros, en los que la luz y el color – aplicado con largas pinceladas – serán los elementos principales, como bien se aprecia en Niños en la playa. Su obra más importante la realiza para la Hispanic Society de Nueva York, donde decora las paredes de su biblioteca con paneles de temática regional española.
Trabajará sin descanso en este encargo entre 1912 y 1919, constituido por catorce paneles por los que recibió 150.000 dólares. En estas obras se dejó los últimos años de su vida ya que al finalizar, sufrió un ataque de hemiplejia en su casa de Madrid el 17 de abril de 1920, falleciendo tres años después, sin apenas disfrutar del nombramiento como profesor de colorido y composición en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid (septiembre de 1919), ni de la inauguración de su obra maestra en Nueva York, tres años después de su muerte.