El fotógrafo Gervasio Sánchez expone un centenar de imágenes en el Instituto Cervantes sobre los efectos de las minas antipersonas.

Desde el 28 de noviembre al 27 de enero de 2008.

La muestra forma parte del proyecto “Vidas minadas”, apoyado por Intermón Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras.

“Vidas minadas” es un proyecto fotográfico de sensibilización que realiza el fotoperiodista Gervasio Sánchez desde 1995 con el apoyo de Intermón Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, tres de las más de 1.400 organizaciones que en 90 países trabajan en la erradicación de las minas o en la asistencia a las víctimas. El esfuerzo de estas entidades fue recompensado en 1997 con el Premio Nobel de la Paz. La principal colaboradora es la compañía DKV Seguros, muy implicada en labores sociales y asistenciales.

El Instituto Cervantes expone desde el miércoles, 28 de noviembre, en su sede central de Madrid “Vidas minadas: diez años después”, formada por un centenar de fotografías de Gervasio Sánchez sobre los estragos que causan las minas antipersona en todo el mundo. El fotoperiodista ha presentado la muestra, acompañado por la directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel, y cuatro de los protagonistas infantiles y adolescentes que hace diez años fueron víctimas de estos artefactos.

Se trata de la continuación de un proyecto fotográfico presentado en 1997 que documentaba el calvario de las víctimas de las minas antipersona en países como Bosnia, Mozambique, Camboya, El Salvador, Irak, Angola, Afganistán, Nicaragua o Colombia. Cuatro de estas víctimas han participado en la presentación de hoy: Sokheurm Man (Camboya) –que ha contado su experiencia-, Sofia Elface Fumo Massaca-Boane (Mozambique), Adis Smajic (Bosnia) y Manuel Orellana (El Salvador). También ha intervenido el consejero delegado de la compañía DKV Seguros, Josep Santacreu.

167 millones de minas.
Diez años después de la entrada en vigor del Tratado de Ottawa sobre la prohibición de minas antipersona, cuarenta países siguen negándose a firmarlo. Entre ellos, Estados Unidos, Rusia o China, principales productores mundiales de minas y con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Mientras, miles de personas pasan anualmente a formar parte de un impresionante ejército de mutilados.

Según la ONU, harían falta 1.100 años y 30.000 millones de euros para erradicar los 167 millones de minas existentes en 78 países de todo el mundo.

El impacto de las minas es más profundo y devastador que los efectos de cualquier otra arma: no sólo cercenan miembros o vidas, también impiden el libre acceso de los campesinos a sus tierras, de las mujeres a los pozos de agua o de los niños al colegio. Como consecuencia de ello, muchas tierras se quedan sin cultivar y familias pobres ven mermados sus ingresos.

El desminado también supone un pozo sin fondo de gastos para los países más afectados. Camboya, uno de los países más minados del mundo, tendría que emplear el equivalente a su Producto Interior Bruto de cinco años para eliminar totalmente las minas enterradas.

El coste de una mina terrestre no llega a los tres euros mientras que localizarla, desactivarla y destruirla supera los 750 euros. Una superficie equivalente a un campo de fútbol, que se siembra de minas en una hora, obliga a tres meses de trabajo si se quiere garantizar su desminado total.

Las víctimas.
Cada año las minas antipersona provocan 15.000 nuevas víctimas. Colombia, Camboya, Afganistán, Angola, Bosnia o Irak destacan entre los 78 países afectados por esta dramática situación. Unos 300.000 supervivientes sufren algún tipo de mutilación.

Desde 1997, los 151 países firmantes del Tratado de Ottawa sólo han dedicado un 10 por ciento de la cantidad necesaria calculada por las organizaciones especializadas para financiar los programas de atención y rehabilitación de las víctimas de las minas.

Prótesis.
Las víctimas siguen padeciendo dolor físico y secuelas psicológicas. Quienes han sufrido la pérdida de una o dos piernas a edades tempranas necesitarán cambiar de prótesis unas 25 veces antes de morir.

El coste económico es imposible de asumir para la mayoría de afectados que viven en países con rentas per cápita inferiores a los 40 euros al mes. Muchos de ellos se han tenido que construir sus primeras prótesis con los materiales más curiosos, incluidos envases de refrescos o carcasas metálicas.

Vidas minadas, 10 años
A lo largo de 2008 la exposición viajará a Barcelona, Valencia, Zaragoza, San Sebastián y Gerona, y también visitará la sede la Unesco en París coincidiendo con el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Con motivo de la exposición la Editorial Blume ha publicado el libro «Vidas minadas, 10 años» , que presentan conjuntamente el filósofo José Antonio Marina, el juez Baltasar Garzón y la actriz Luisa Martín.
El Instituto Cervantes también celebrará un ciclo de cuatro mesas redondas sobre el impacto de las minas contra la población civil, entre el 15 y el 23 de enero de 2008. Participarán escritores, periodistas y especialistas de varias organizaciones humanitarias que trabajan en países afectados por las minas antipersona. Entre ellos, el escritor Juan Goytisolo, los periodistas Alfonso Armada, Ramón Lobo, Juan Cierco, Teresa Aranguren y Javier Fernández Arribas, y responsables de diversas organizaciones.

Foto: Instituto Cervantes (Sonia Pérez Marco)
De izquierda a derecha, Josep Santacreu, consejero delegado de DKV Seguros; Sofia Elface Fumo Massaca-Boane (Mozambique); Sokheurm Man (Camboya); Adis Smajic (Bosnia); Carmen Caffarel, directora del Instituto Cervantes; Gervasio Sánchez, autor de las fotografías, y Manuel Orellana (El Salvador). Todos ellos posan en la exposición ante un mosaico de imágenes de víctimas de las minas.