Por Andrés Merino
Stefan Zweig (1881-1942) es uno de los escritores austriacos más conocidos. Triunfó en tres de los géneros más leídos de la Europa de su tiempo: el ensayo, la biografía y la novela. Quaderns Crema ha iniciado, bajo su sello Acantilado, un interesante proceso de reedición en castellano de sus mejores obras, que ha puesto ya a disposición del lector más de una docena de textos de gran valor literario e histórico. Con traducciones verdaderamente cuidadas y una edición y encuadernación más que atractiva se nos propone ahora uno de sus relatos breves, “El candelabro enterrado”, recreación de los avatares por los que bien pudo pasar la menorá o candelabro de siete brazos que los rabinos colocaron junto al Arca de la Alianza, primero en el tabernáculo, como recoge el Antiguo Testamento, y después en el grandioso templo de Salomón. Zweig aprovecha con maestría varios datos hitos posteriores, también contrastados: su robo en el año 70 de nuestra era, cuando el emperador romano Tito destruyó Jerusalén, y su conducción a Roma, donde se sabe que permaneció hasta junio de 455, cuando los vándalos procedentes del norte de África saquearon la capital del Imperio Romano occidental y se lo llevaron a la antigua Cartago. De allí fue rescatado por Belisario, el general del emperador Justiniano que en el año 533 lo llevó hasta Constantinopla, donde se perdió definitivamente su pista.
Tras recrear la vivencia de tales acontecimientos por parte del pueblo judío, el novelista ofrece un sugerente relato de la leyenda que siguió: la posible recuperación del preciado objeto sagrado que habría sido conducido a Jerusalén. Para ello escoge la trayectoria vital de un rabino al que retrata psicológicamente con maestría, constatando algunos de los rasgos del pueblo elegido que vive desde la Antigüedad en la diáspora. Zweig penetra hasta las profundidades de la identificación de los hebreos con sus símbolos, ofreciendo una auténtica lección de teología a través de gestos humanos, reflexiones, satisfacciones y desesperaciones de quien vive los robos del candelabro e identifica su vida con los avatares de la pieza de oro.
Si al avanzar en la lectura de las páginas nunca decae el interés por la acción que describe la novela, conforme llega al final el lector sentirá fácilmente un sutil paralelismo con artificiales éxitos editoriales basados en supuestos misterios nacidos en los orígenes del cristianismo. La sensación es singularmente grata: nos encontramos ante un auténtico “Código Zweig”, escrito no como vendetta de oscuros traumas infantiles o basado tramas increíbles sobre sectas secretos. El novelista austriaco ha empleado con toda honradez la rica zona de penumbra que ofrece la desaparición de la menorá, aderezándolo con el más riguroso conocimiento de las creencias judaicas y el tomando prestado –nada más y nada menos- que a un ortodoxo Rabino como protagonista de un relato de misterio. Al final, ciento treinta y nueve páginas saben a poco, quedando esa cada vez menos frecuente sensación de que se podría haber disfrutado de seiscientas más. Pero Zweig demostró de sobra que tenía mucho trabajo: las obras publicadas en Acantilado así lo demuestran. ¡No se lo pierdan!
Stefan Zweig
Barcelona, Ed. Acantilado, 139 pág.
ISBN: 978-84-96489-87-5