La última de las actuaciones afecta a los lienzos y pinturas murales integrados en el techo de la Sala
Se trata de un interesante conjunto reflejo del arte y los gustos del siglo XIX
El director general de Patrimonio Histórico, José Luis Martínez-Almeida, acompañado por el director de la Escuela Superior de Canto de Madrid, Antonio Blancas, han visitado la citada Escuela, dependiente de la Consejería de Educación, en la que la Consejería de Cultura y Turismo, a través de la Dirección General de Patrimonio Histórico, ha realizado diversas restauraciones desde 2003. Este espacio constituye un interesante conjunto reflejo del arte y los gustos del siglo XIX, tanto por su arquitectura como por los bienes que contiene. La última de las actuaciones acometidas, realizada en 2007, afecta a los lienzos y pinturas murales integrados en el techo de la Sala de las Cuatro Estaciones, espacio ubicado en la planta principal en conexión con la galería del teatro. Los lienzos representan alegorías alusivas a las cuatro estaciones y decoración de niños y de rocalla en sanguina realizados al temple, todo ello enmarcado por motivos decorativos de guirnaldas y flores de estuco en relieve.
Pero ésta no ha sido la única actuación de la Dirección General de Patrimonio Histórico en este emblemático espacio ya que, además de su labor docente, en él se desarrolla una importante actividad artística, con la celebración de conciertos y reuniones en sus diferentes salas, así como representaciones de zarzuela en el salón de actos. Por todo ello se ha considerado necesario intervenir en su recuperación y restauración, a fin de poner el edificio en todo su valor histórico y artístico.
En 2003 se restauraron íntegramente las pinturas murales del antiguo salón de baile, actual salón de actos, que realizara Arturo Mélida en 1896. En 2005, se llevó a cabo la restauración del retrato de “José Martínez de la Roda, marqués de Vistabella”, obra del pintor Salvador Martínez Cubells, fechada en 1895. Este lienzo, perteneciente al Museo del Prado, se encuentra actualmente en depósito. Y en 2006 se rehabilitaron completamente dos espejos, trabajo que llevó a cabo la Escuela de Restauración y Conservación de la Comunidad de Madrid.
Desde 2003 hasta la actualidad la Dirección General de Patrimonio Histórico ha invertido en este espacio, dedicado a la completa formación del cantante, tanto en la especialidad de Ópera y Zarzuela como en la de Concierto y Oratorio, un total de 53.875 euros.
Palacio Bauer, BIC desde 1972
La Escuela Superior de Canto está ubicada en el Palacio Bauer y desde 1972 es Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento Histórico Artístico.
El Palacio es un edificio del siglo XVIII construido para residencia de los marqueses de Guadalcázar. En el último tercio del siglo XIX fue comprado por la familia Bauer -banqueros de origen alemán-, quienes lo habitaron hasta 1940, cuando fue adquirido por el Estado Español para sede del Conservatorio de Música y Declamación. En 1952 se instaló también la Escuela de Arte Dramático y Danza. Pero en 1966 el palacio quedó abandonado al unirse las dos instituciones al Teatro Real.
Finalmente, en 1972 se convirtió en Escuela de Canto. Cuando el edificio fue adquirido por la familia Bauer se llevó a cabo la primera gran reforma y ampliación, tarea que realizó en 1870 el arquitecto Arturo Mélida Alinari (1849-1902). Destacan los trabajos en la escalera de entrada, donde realiza la sobrepuerta con el anagrama Bauer; en el Salón de Baile, donde crea un conjunto de pinturas murales y cuatro hornacinas en cerámica vidriada, con temas del mundo antiguo y egipcio; y en la Sala de las Cuatro Estaciones, decoradas con pintura sobre lienzo pegada al muro, puertas con decoración de estilo pompeyano, así como las vidrieras y pinturas de los balcones.
Escuela de Canto
Tras el progresivo deterioro sufrido a causa del abandono del edificio, fue restaurado en 1970 por el arquitecto Manuel González-Valcárcel, con el fin de convertirlo en Escuela de Canto. Después, en 1989, se acometió la reforma de las cubiertas, que se encontraban en mal estado, por el equipo Artigas, Patón y Pina; interviniendo también en las fachadas del jardín y en el propio jardín.
El edificio guarda en su interior una destacada colección de bienes muebles, formada por un conjunto de interesantes pinturas de caballete correspondientes al siglo XIX, casi todas pertenecientes al Museo del Prado y que se encuentran en condición de depósito. Conserva también algunas esculturas del siglo XX, así como un interesante mobiliario de su época. Éste, de tipología diversa, se sitúa entre los siglos XIX y XX, destacando una serie de consolas y espejos dorados, entre otros.