Esta revista es joven y modesta pero el pasado 15 de marzo y con el título «Que viene el lobo» nos atrevimos a pronosticar el pinchazo de la burbuja y el consiguiente crack que podía llevarse por delante buena parte de crecimiento y del beneficio acumulado en los últimos años. El artículo sigue ahí, en esta misma sección de Arte & Política, por si alguien tiene la curiosidad de leerlo. La tesis de hoy sigue siendo la misma de ayer y es tan simple como las recetas de Manuel Pizarro: la avaricia rompe el saco o lo que es lo mismo, las cosas o las casas no pueden subir eternamente multiplicando por «x» su valor. Poníamos el ejemplo de empresas inmobiliarias y bancos que habían crecido de forma exponencial y avisábamos de que tal situación era imposible de mantener. Al final el sector inmobiliario ha roto el saco, primero en Estados Unidos y luego en Europa y de forma muy dura en España.

El negocio estaba montado como un juego piramidal basado en el apalancamiento. Por poco dinero se obtenían opciones de compra sobre inmensos solares que a su vez eran tasados por los bancos a un precio muy por encima de su valor. Esa cantidad era prestada a los promotores que construían con plusvalías ya sobre plano y que a su vez vendían a compradores astutos que multiplicaban el apalancamiento hasta que le daban el pase a otro especulador, y así hasta que aparecía el pardillo que ponían realmente el dinero que a su vez era prestado por los bancos. Ha bastado una ligera brisa en este castillo de naipes para provocar durante el verano un crisis de liquidez sin parangón, porque toda la cadena de favores estaba basada, como dicen los economistas clásicos, en dinero de apuntar y no de contar. Ya en el invierno, algunos bancos han estornudado y todo el sistema crediticio ha cogido una pulmonía. Al pararse la cadena, los que han montado el chiringuito han recogido velas y para colmo se han puesto bajistas; es decir, han apostado su dinero a una caída de la bolsa y así se han hecho estos días grandes fortunas. Total, como siempre, los ricos más ricos y los pobres más pobres.