El erudito tradujo obras del poeta clásico Horacio y del escritor egipcio Taha Husayn
El catedrático de Filología Latina en la Universidad de Barcelona, Virgilio Bejarano, recientemente fallecido, ha sido el encargado de editar y redactar la introducción y los apéndices que acompañan a la traducción de la poesía lírica de Horacio, uno de los poetas que más admiró, leyó y recitó García Gómez para quien “figurar en una oda de Horacio debía ser un honor inigualado, no por lo que el poeta dice, que casi nunca es mucho, sino por ver un nombre inserto en esa finísima malla idiomática y melódica”.
Según cuenta Bejarano en su Introducción, los mayores méritos de Horacio para su traductor son “su maestría verbal y métrica: el brío y aliento de su serpenteante sintaxis”. Métrica, léxico y sintaxis que constituyeron para García Gómez, en palabras de Bejarano, “problemas que tenían difícil solución pero que no quiso dejar de plantearse consiguiendo resolverlos muy acertadamente”. Gracias, entre otras cosas, a que García Gómez inventó un nuevo sistema métrico para poder traducir a Horacio Flaco, según cuenta el propio académico en el prólogo que escribió en 1968 en Ancara cuando era embajador en Turquía, para una edición tristemente frustrada de esta traducción. Con este libro, que ya se puede encontrar en las librerías, la RAH y la SECC ponen una vez más a disposición del público la obra del autor latino, educado en Roma y Atenas, que abordó temas como la reflexión filosófica, la patria, la actualidad política de su época, la amistad y el amor, con una perfección formal y un estilo que le hizo ganar el respeto de los círculos literarios romanos
El segundo volumen que ahora ve la luz, editado y presentado por Joaquín Vallvé y Francisco Ruiz Girela, es AL-WA’D Al-Haqq (La promesa de la verdad), del escritor egipcio ciego desde la infancia Taha Husayn, formado en la Universidad de El Cairo y la Sorbona de París y uno de los nombres más destacados de las letras egipcias. García Gómez conoció a Husayn en 1928 durante su estancia en Egipto como pensionado, según le cuenta el propio García Gómez a su maestro, don Miguel Asín Palacios, en una carta fechada en enero de ese mismo año y acabó siendo discípulo y amigo suyo. De hecho, La promesa de la verdad, es el segundo libro de este escritor traducido por García Gómez pues en 1954 tradujo Los días: memorias de infancia y juventud del autor egipcio.
En La promesa de la verdad, Husayn ofrece su interpretación personal de lo que fue la predicación de Mahoma, abordando el tema desde un punto de vista erudito y riguroso, sin olvidar la emoción, en una reflexión que presenta “de manera extraordinariamente eficaz y convincente el ambiente sociocultural de Arabia, y más particularmente el de la Meca, en los años finales del siglo VI”, en palabras Joaquín Vallvé Bermejo y Francisco Ruiz Gireza. Un texto absorbente con un objetivo claro que, seguramente, “fue lo que debió atraer a Don Emilio e influyó para que tomara la decisión de traducirla: la vindicación del mensaje del Islam por parte de un intelectual de pensamiento libre (…) que hace, además, bandera de esa actitud y dirige un movimiento sociocultural con dicha ideología como fundamento”.
Las dos nuevas traducciones de Emilio García Gómez que ahora salen a la luz pertenecen al legado que la familia del arabista otorgó a la Real Academia de la Historia tras su fallecimiento y que conserva aún numerosos textos inéditos.
El Convenio de colaboración firmado el pasado mes de junio por la Real Academia de la Historia y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), adscrita al Ministerio de Cultura, incluye también, entre otros proyectos, la publicación de Feudalismo, mercado y burguesía, de Luis García de Valdeavellano y de la Pintura mitológica velazqueña, de Diego Angulo Iñiguez.