de un clásico ruso
Por Andrés Merino
Contrariamente a una idea muy extendida, no toda la novela rusa contemporánea está compuesta de voluminosos relatos que superan los cinco centenares de páginas. También contamos con obra breve que comparte muchas características de las largas narraciones de Tolstói, Dostoievski o Gogol: abundancia de personajes, detenimiento en la descripción psicológica, recreación en la descripción de entornos como los paisajes de caminos y jardines, piezas y salas de estar de residencias, sean aristocráticas o humildes… Ivan Serguéyevich Turgéniev (1818-1883) no es, en el mundo occidental, el más conocido de los autores de la época, pero en el interior de Rusia fue muy popular. Uno de sus libros más conocidas es “Padres e hijos”, del que Rialp ha presentado su última edición en español, a cargo de Víctor Andresco.
La novela describe las estancias sucesivas de dos jóvenes, Arkadi y Bázarov, en la casa familiar donde residen el padre del primero, Nikolai, y su tío Pável, en la de los ancianos padres del segundo y en la de dos hermanas de edad desigual que conviven en un entorno aristocrático, Anna y Katia. Ambos protagonistas comparten las ideas nihilistas que prendieron en la juventud del momento, interrogando todo y poniendo en duda las convicciones tradicionales de la generación de sus padres. En realidad, se trata de un relato de enfrentamientos, tanto verbales como personales, gracias a los que Bázarov adquirió la cualidad de arquetipo de retratos de rebeldía en la literatura del periodo. Turguéniev enmarca al personaje en un entorno de frustración rural, de situación social y económica enquistada. Sus desafíos son tanto hacia el mundo que le rodea como a una infelicidad labrada a golpes del arado de la insatisfacción. El Bázarov de Turguéniev es especialista en preguntar, pero también incapaz de proporcionar respuesta alguna tras negar sistemáticamente las que sostienen vitalmente a los demás. Quizá los pasajes más brillantes son los que describen esta situación cuando sobrevienen al personaje las cuestiones más apremiantes: el sentido de la vida, las exigencias de la relación familiar, la apertura al amor, la responsabilidad ante el futuro… Aunque comparte teóricamente la visión de su amigo, Arkadi asumirá esos retos de manera más serena, pero su recorrido es igualmente provechoso.
Iván Turguéniev escribió sobre Rusia, pero no sólo para rusos. No en vano es considerado como el más “europeo” de los novelistas que escribieron en el imperio de los Urales. Su estilo, aún con esa lógica circular propia del escritor eslavo, de argumento y diálogos que parecen dar vueltas sobre sí incesantemente, es perfectamente accesible. Su pieza no parece responder a la clásica propuesta planteamiento, nudo y desenlace. Quizá parezca que lo haga en lo temporal de la acción, pero en absoluto puede aplicarse al conocido esquema de propuesta literaria dramática, al menos en lo que a evolución psicológica de los personajes se refiere. Puede discutirse si el joven Arkadi modifica opiniones o ideas, pero nunca lo sabremos, pues no se expone un progreso como tal, sino un cambio de actitud, una modificación de comportamientos que permite afirmar una suerte de redención, de alcance de la madurez.
En todo caso, “Padres e hijos” no es sólo una novela sobre las diferencias entre generaciones. Es un relato sobre la vida en el sentido más pleno. Para ello no faltan actores en un escenario, la Rusia rural, que también se constituye en protagonista. Una novela para leer despacio. Un libro para pensar detenidamente.
“Padres e hijos”
Iván S. Turguéniev
Madrid, Ed. Rialp, 231 pág.
ISBN: 84-321-3576-3