El proyecto que despliega el Museo Picasso parte del hecho que la colección fue donada a la ciudad por el propio Picasso y su entorno más inmediato. La esencia del Museu y su razón de ser, es por lo tanto, su colección, la cual explica la relación del artista con Barcelona y es patrimonio de los ciudadanos de esta ciudad y, por extensión, de Cataluña.
Los nuevos espacios expositivos del Museo quieren poner en valor la colección actual y, a su vez, la voluntad de hacerla crecer con nuevas adquisiciones que la enriquezcan y la complementen.
El Museo quiere ser un espacio ciudadano de diálogo y participación, y quiere facilitar su uso continuado por parte del público local con la creación del Carnet del Museu Picasso, un pase permanente de coste muy bajo con acceso directo e ilimitado al centro.
Nuevos espacios y nueva museografía
Como primera fase de la remodelación de las salas de presentación de la colección permanente, que se inscribe en un proceso de trabajo a más largo plazo y que tiene como objetivo una configuración totalmente nueva de estos espacios, el Museo presenta hoy actuaciones concretas basadas en los siguientes criterios:
Crear un nuevo recorrido que, aunque todavía presenta un itinerario cronológico general, incluye lecturas y ampliaciones de carácter temático o estilístico en la obra de Picasso, posibilitando nuevos relatos, y ritmos de lectura sobre la colección, y nuevos diálogos entre las obras y sobre las mismas.
Generar una nueva museografía para el conjunto de las salas dirigida a favorecer la puesta en valor de las obras, mejorando sus condiciones de contemplación (nueva iluminación y grafismo) y su disposición y relación con la arquitectura del Museo.
El nuevo espacio Sabartés
Dedicado al fundador del Museo y, a la vez, amigo y secretario personal de Picasso.
La entrañable amistad que unió a Picasso con Jaume Sabartés (1881 – 1968) data de los años de juventud cuando ambos frecuentaban los cenáculos literarios y artísticos barceloneses. Una amistad que habría de perdurar a lo largo de sus vidas y que convertiría a Sabartés, a partir de 1935, en su secretario personal. Por ello, no es extraño que la imagen de Sabartés sea objeto desde un inicio de la atención del artista dentro de su iconografía.
Son numerosos los retratos a lápiz o al óleo a través de los que vislumbra un profundo conocimiento del personaje y una especial complicidad que no únicamente nos permite analizar estilísticamente la obra, sino que a la vez nos abre horizontes nuevos que nos inducen a un conocimiento más profundo de la biografía de Pablo Picasso.
El retrato que realiza de Sabartés en Royan en 1939 –que se muestra en el nuevo espacio del Museo- es un colofón de la iconografía de Sabartés en la obra de Picasso. Al realizar este retrato se han unido ya sus vidas de nuevo y, en esta ocasión, no sólo la amistad los une, sino que Sabartés se ha convertido en su secretario personal y en el testigo más discreto y fiel de la biografía picassiana.
Este último retrato al óleo supone la materialización de una antigua aspiración de Sabartés. Él mismo hace una minuciosa descripción del momento en que fue concebido: “Para distraerle o porque sí, es decir sin ton ni son, cuando me parece que se cansa de sostener un soliloquio y para hacerle sentir que le escucho, me da por decirle: -Me gustaría retratarme con gorguera, a la manera de los señorones del s. XVI, y sombrero con pluma para cubrir la cabeza- Ya te lo haré – me contesta al descuido”. Esto ocurre en 1938, y el deseo de Sabartés de verse como un gentilhombre del tiempo de Felipe II, alcanza su culminación con el retrato realizado en Royan en 1939.
Los dibujos del año anterior son un caldo de cultivo idóneo para que la caracterización deseada por Sabartés tome definitivamente cuerpo en este espléndido e interesante retrato de su amigo. Es una obra que se ciñe a las pautas del momento del artista: la distorsión de los rasgos, el tratamiento de la nariz, la aparente dislocación facial que no se desvía un ápice de las señas de identidad que componen la fisonomía y carácter del viejo amigo, a quien hará constantes alusiones en su obra ya sea de un modo literario o gráfico.
Las nuevas salas de grabado
Se ha habilitado una nueva galería –tres salas- que se dedicará de manera permanente a mostrar el importante fondo de obra grabada del Museo, en coherencia con su gran importancia en el conjunto de la colección.
Se harán presentaciones de duración anual y de carácter monográfico sobre una técnica o un tema determinado con el objetivo de mostrar el importante fondo de grabado del Museo y de aportar lecturas temáticas sobre la obra de Picasso en la línea ya anunciada.
Picasso linograbador
El linóleo es un comprimido de polvo de corcho, aceite de linaza y resinas sobre un entramado de yute. Se fabricó por primera vez hacia 1863 en Inglaterra, como material aislante. Pronto algunos artistas lo alternaron con la madera en el grabado en relieve o xilografía, pero fue Picasso quien le dio identidad como medio de expresión y completó su desarrollo técnico.
Picasso es el principal maestro linograbador del siglo XX. En referencia a la técnica del linograbado, su producción, realizada entre 1954 y 1967, es de unos 150 linograbados. La utilización de una nueva fórmula para obtener diversos colores a partir de una única matriz y la incorporación de las ideas e innovaciones de Munch hacia las xilografías son grandes aportaciones que Picasso hace a la técnica del linograbado.
Otras innovaciones suyas fueron el manejo de herramientas heterodoxas, como la almohaza, con la que obtuvo los fondos degradados de Cabeza de fauno y, sobre todo, el original uso del color. Junto a una serie impresa en negro, ocres y marrones vinculados al “camaïeu” y al colorido cerámico en Pequeña cabeza de mujer coronada, aplicó una novedosa gama de vivos colores, como en Busto de mujer con sombrero. Al imprimir el color en sentido inverso al de la habitual progresión del claro al oscuro, obtuvo eficaces tonos neutros y reverberantes. Una muestra de ello, entre otras muchas, es su Dánae.
Además, un brillante colofón son las “pruebas enjuagadas”. Primero imprimió el linóleo con tinta blanca sobre papel blanco, quedando así la imagen de una pareja casi imperceptible. Después lo cubrió todo con tinta china. Una vez seca, enjuagó la estampa, la tinta china se diluyó y tiñó ligeramente el blanco del papel. La pareja reapareció envuelta en un vaporoso jaspeado. Como resultado obtuvo los espléndidos El abrazo I y II.
La primera propuesta de las nuevas salas de grabados, Picasso linograbador, muestra una selección de 37 obras, realizadas con esta técnica entre 1958 y 1963, que forman parte del fondo del Museo.
Adquisiciones recientes de obras de PICASSO -Museo Picasso de Barcelona:
Ver Hombre con gorguera (variaciones según El Greco)
Ver Jaume Sabartés como un fauno tocando el aulos