Tan sólo los actores de la guerra de Irak han merecido unas fotos como teloneros de Zapatero y poco más.
La decisión de Rajoy de volverse a presentar se nos antoja pan para hoy hambre para mañana.
La Cultura ha sido la gran olvidada de la campaña electoral. Tan sólo los actores de la guerra de Irak han merecido unas fotos como teloneros de Rodríguez Zapatero y poco más. Al parecer todo quedará de nuevo en manos del ministro César Antonio Molina que, en poco tiempo, ha sabido actuar de apagafuegos y que ahora tendrá la oportunidad de desarrollar un programa propio si, como todos los indicios apuntan, es renovado en su cargo por el Presidente del Gobierno. Molina ha tenido la habilidad de no enfangarse en disputas sectarias e incluso los museos y organismos bajo su tutela han bajado el listón guerracivilista y programan actividades que van más allá de la República y de la contienda civil.
El mundo de la creación en España es más rico de lo que hemos podido contemplar en los tres años y medio que su antecesora estuvo al frente de este departamento. La industria de la Cultura marcha viento en popa a tenor de la calidad de las exposiciones en los museos, las cifras de los espectadores en los teatros y de la edición y venta de libros. Queda la patata caliente del canon digital que, presumiblemente, no quitará el sueño al ministro y dejará las cosas como están a expensas de que Solbes saque de la chistera una medida pacificadora que convierta esta tasa en algún otro tipo de subvención que acabaremos pagando todos de forma indirecta. Y queda también la eterna polémica de la aplicación de la Ley del cine para favorecer la producción nacional, que sigue siendo manifiestamente mejorable. Este ministro, que es un buen escritor, sabe que un mal libro no se lee por mucho que se subvencione. Lo mismo debería pensar sobre muchas de las películas españolas que se proyectan en salas vacías de interés y de talento.
Al hilo de la actualidad queda por último un apunte sobre el futuro previsible en el Partido Popular. La decisión de Rajoy de volverse a presentar se nos antoja pan para hoy hambre para mañana. La renovación de un partido sólo puede venir de una confrontación limpia y abierta en la que los candidatos crucen dialécticamente sus armas y presenten sus equipos y sus programas. EL PSOE lo hizo y ahí están los caídos como Almunia, Borrel o Bono que alumbraron a un Zapatero que se ha erigido en triunfador en los dos últimos comicios. Si el PP no es capaz de arrostrar esta travesía del desierto y si Aguirre y Gallardón y algún que otro tapado creen que no hay que desairar al jefe con una candidatura alternativa, Zapatero ya puedo ir encargando el traje de su tercera legislatura.
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