Una condesa para un ajuste de cuentas
Por Andrés Merino
El malagueño José Infante Martos es uno de los veteranos periodistas recientemente afectados por el expediente de regulación de empleo del ente público Radio Televisión española. Como varios de sus colegas, ha continuado su actividad profesional como escritor. Nos propone una novela histórica centrada en la figura de María Teresa de Borbón y Vallabriga, editada por Martínez Roca. Ha utilizado para ello la labor de documentación que realizó en su día para preparar un amplio reportaje sobre la adquisición por el Estado del célebre retrato que Goya realizó a la hija del Infante Don Luis y sobrina de Carlos III, pintada en 1800 como Condesa de Chinchón y esposa del valido de su primo Carlos IV, el extremeño Manuel Godoy.
Hablamos de novela histórica, pues el relato contiene los elementos más característicos del género: acontecimientos reales del pasado que sirven de marco para una trama imaginada. Pero el libro de Infante es también una autobiografía. Además de presentar en paralelo la acción pretérita de la dama, cuya vida se recoge a través de una imaginada correspondencia epistolar con un supuesto admirador de la célebre aristócrata, se bucea en el proceso de búsqueda de documentos visuales y escritos sobre el personaje por parte de un atormentado protagonista, afectado precisamente por esa misma reducción de plantilla mediante prejubilaciones masivas de redactores en la cadena pública. El relato incluye innumerables referencias a las dificultades vitales de los últimos años de su autor, su salud o sus diferencias profesionales con directivos de la cadena de televisión fácilmente identificables, que desde la primera página dejan de ser recursos argumentales para convertirse directamente en un descarnado ajuste de cuentas.
A pesar de contener un valioso elenco de datos históricos bien documentados, “La musa oculta de Goya” –título mal escogido que en poco responde al contenido del libro, por cierto- adolece de un doble error. Por un lado, la repetición de referencias a acontecimientos y una misma opinión en distintos personajes. Por otro, haber cedido a esa moda reciente en publicaciones del género, que no es otra que añadir, a modo de “dramatis personae”, un elenco de trazos histórico-biográficos de los personajes escogidos, en este caso presentado como ensayo histórico que añade volumen a la publicación pero no aporta especial o novedoso contenido, pues la práctica totalidad de los datos han sido ya presentados y exprimidos en el relato previo.
No puede exigirse a Infante el rigor de un historiador, pero sí el de un escritor. Es irremediable por tanto anotar en su debe que proyecte obsesivamente sus opiniones ideológicas en una mujer con mentalidad propia de la transición entre los siglos XVIII y XIX, en cuya boca pone expresiones verdaderamente anacrónicas, repitiendo el esquema que ya perpetró en una novela anterior, en esa ocasión sobre Victoria Eugenia de Battenberg. Pero llama la atención que haga sangre de cuestiones que fácilmente se aclaran con la consulta de obras bien conocidas sobre la Monarquía y su pasado. Un ejemplo llamativo es insistir al basar la supuesta crueldad de Carlos III hacia su hermano en la no asistencia del monarca a la capilla ardiente ni al sepelio de su hermano, el Infante Don Luis. Las etiquetas de palacio no permitieron a los miembros de la Real Familia acudir al entierro de padres, hermanos o hijos, cuyos restos eran conducidos por dignatarios de la Corte a los correspondientes mausoleos. Y un apunte final. La Condesa de Chinchón no estuvo presente en la conducción de los restos de su padre, quince años después de su muerte, a los Panteones regios de San Lorenzo de El Escorial, como atestigua la documentación conservada en el Archivo General del Palacio Real de Madrid.
“La musa oculta de Goya”
José Infante Martos
Madrid, Ed. Martínez Roca, 480 pág.
ISBN: 978-84-270-3388-7