Cada país tiene su propio sistema de intercambio que ha ido evolucionando a través de los tiempos. La moneda africana tradicional no responde a formas occidentales por lo que es muy sorprendente observar y descubrir cómo se han utilizan distintos objetos con los mismos fines que una moneda en cualquier lugar del mundo. La muestra permite de esta forma comprender algo mejor a los pueblos que las emplearon; las propias monedas son un reflejo de la sociedad, de las creencias, de la cultura, de la economía, e incluso del desarrollo tecnológico de cada uno de ellos. El interés estético y el refinamiento de sus formas convirtieron a estas monedas en objetos bellos y deseables que con el tiempo fueron perdiendo el uso inicial para el que fueron creadas.
La moneda occidental se empezó a admitir para algunos pagos concretos en África a partir del siglo XVI, con la llegada de los comerciantes procedentes de Europa. Sin embargo las monedas tradicionales africanas eran las únicas que se reconocían para el comercio habitual. De hecho, las monedas tradicionales han estado en circulación hasta las primeras décadas del siglo XX, momento en el que fueron prohibidas por los colonizadores europeos. Tras la descolonización e independencia política, los países africanos acuñaron sus propias monedas y se adaptaron así al sistema monetario internacional.
Tradicionalmente los pueblos africanos emplearon como dinero sal, cacao, conchas, así como tejidos, armas, herramientas, joyas…, productos naturales o manufacturas a los que se les reconocía un valor por el propio material, pero también por su utilidad y por el simbolismo o significado que tenían dentro de cada sociedad. A ello se sumará con el tiempo un interés estético, lo que los convierte además en objetos bellos y deseables que poco a poco adquirían más valor de intercambio y perdían a su vez el uso inicial para el que fueron creados. Refinando sus formas, se aumentaba su valor.
La exposición se articula en grandes áreas que responden a la forma de cada moneda. Una forma que viene determinada por el objeto del que proceden, un arma, un apero de labranza, un instrumento musical, o una joya. Se pretende ofrecer una amplia visión de las monedas africanas tradicionales atendiendo a su forma, realzando la calidad estética de estas piezas, en muchos casos auténticas esculturas, y llamar la atención sobre su importancia en las tradiciones y economía africanas.
Moneda-mercancía
La moneda mercancía o “dinero no metálico” tradicional de África, no fue diferente del utilizado en otras partes del mundo: productos agrícolas (cacao, cereales, tabaco, nuez de cola, semillas), manufacturas (tejidos de algodón, seda o rafia), minerales (sal, ágatas, cuarzo y cuarcita), conchas (caurís y olivillas), ganado e incluso esclavos, fueron los principales elementos utilizados. El ganado servía para pagar impuestos, una esposa o una deuda de sangre. Remarcaba la riqueza del poseedor.
Moneda de metal
La mayoría de estos objetos fueron armas, instrumentos musicales o joyas que perdieron su función utilitaria original para convertirse en un medio de pago, y en un símbolo. Su uso comercial los convirtió en moneda y sirvieron para la adquisición directa de bienes o servicios, y como medio de pago de deudas o tributos.
En origen cada moneda tenía una utilidad concreta y su uso restringido a las clases dirigentes para ciertas ceremonias o rituales. A partir del siglo XVI, tras la llegada de los europeos, pasaron a tener un empleo comercial propiamente dicho. Pero tal vez el rasgo más distintivo de estas monedas es la variedad de materiales y formas: lingotes, armas, utensilios agrícolas, joyas, instrumentos musicales.
Los testimonios de comerciantes a partir del siglo XVI sobre la utilización de barras o lingotes de metal para efectuar pagos en diversos países de África, son muy numerosos. Los más demandados fueron los fundidos en hierro, aunque también se utilizaron el cobre y el bronce. Los herreros conservaron durante siglos las formas y las técnicas locales, a las que más tarde se sumarán las influencias europeas.
Los lingotes podían ser sencillos o adoptar formas ricas y complejas imitando bellas formas naturales –animales o vegetales-, reflejo del paisaje cotidiano de la comunidad, de lo que es vital para su supervivencia y de sus costumbres y creencias. Entre las formas animales, la de serpiente es la más repetida por su carga simbólica -imagen de la inmortalidad de los primeros antepasados- y recuerda por su forma ondulada a los meandros del río, fuente de riqueza y alimento.
Otro grupo de monedas-lingote son las procedentes de joyas. En este caso, más que en ningún otro, el valor de la moneda depende del peso del metal con que ha sido fabricada –cobre, latón, bronce, oro o plata-. Son las piezas más artísticas y estaban reservadas para las transacciones más relevantes (normalmente de carácter ritual), por ello su circulación fue menor. Las monedas-joya más difundidas y aceptadas durante muchos siglos, fueron las denominadas manillas.
La importancia de los utensilios de labranza para las sociedades agrícolas les confirió un carácter simbólico que los transformó en medio de pago. A partir de ese momento se fabricaron herramientas más pequeñas, con formas simplificadas, que se convirtieron en nuevos objetos.
Se destinaron fundamentalmente para pago de dotes y en algunos casos, como compensación a la familia de la novia por la pérdida de una hija. Si el matrimonio fracasaba se devolvería al esposo el pago que efectuó. Los herreros eran imprescindibles para la supervivencia de la comunidad, pues fabricaban las herramientas de trabajo y las armas que aseguraban la alimentación y la defensa, así como objetos simbólicos y rituales.
Armas
Su destino fundamental es la defensa y la caza, pero al mismo tiempo eran símbolo de prestigio social y económico. La riqueza decorativa de las piezas o su acumulación demostraban el nivel económico del poseedor. Las monedas-arma sirvieron sobre todo para hacer frente a pagos ceremoniales o para compraventa de bienes excepcionales.A partir del s XVII tras el desembarco de los europeos, se introducen en el continente las armas de fuego. Desde entonces las armas tradicionales pierden utilidad y pasan a ser más valoradas por su material y por su belleza. Así mismo, empezaron a importarse armas blancas desde Portugal, Inglaterra o España y los artesanos empezaron a imitar su decoración, creando nuevos modelos que fusionaban las dos tradiciones.
A medida que perdieron su utilidad, las monedas-arma adquirieron mayor carácter simbólico, por lo que se reduce la cantidad de metal empleado y se alteran las dimensiones originales; las formas son más variadas, más simples y más bellas. Su aspecto pasa a ser lo más relevante. Todo tipo de armas blancas se convirtieron en monedas en África y fue tan común su uso que se aplicaron a las transacciones cotidianas, circulando aún a principios del siglo XX.
1 punta de lanza = 1 ave de corral
5 o 6 puntas de lanza = 1 esclavo
Instrumentos musicales
Otra de las grandes familias que compartieron el tener una utilidad práctica con la de ser moneda tradicional, es la de los instrumentos musicales realizados en metal. La música es un concepto de gran valor y amplio significado en África. Cada instrumento tiene un uso específico ritual, ceremonial o como medio de comunicación y es realizado exclusivamente por un músico que lo dota además de simbología y “poderes mágicos”. No es de extrañar, que objetos tan valiosos para cualquier africano, se convirtieran en un medio de pago. Al estar realizados en hierro (campanas y sonajas fundamentalmente), se les añade el valor del material y el peso de este.
Datos de interés:
Forma y valor: Monedas africanas tradicionales
Sala de Bóvedas
Conde Duque
Calle Conde Duque 9 y 11
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