Por Andrés Merino
Extraña pensar que en un país como el nuestro, con una tradición literaria tan rica e innumerables aportaciones a la cultura universal, no se hayan difundido muchas obras sobre la historia social y cultural de los “hombres de letras”, una categoría humana cuyo estudio merece el mayor detenimiento. A reivindicar su aportación durante el siglo XVIII, pero sobre todo a describir su entorno creativo e intelectual, ha dedicado Joaquín Álvarez Barrientos un sobresaliente ensayo, publicado por Castalia. Como en sus más recientes obras (especialmente la brillante “Sistema de adornos del Palacio Real de Madrid”, una descripción imprescindible del valor de los símbolos en la Monarquía), el especialista ofrece con una prosa densa pero ágil una visión rigurosa del mundo literario del período. Es difícil hacer “historia intelectual” en tiempos en los que el propio concepto de historia busca nuevos espacios en los meandros de la metafísica. Y no menos peligroso es bucear en la psicología e inquietudes de los escritores o editores del pasado, una especie de casta maldita asociada en los siglos a la rebeldía de la mente y convertidos, en no pocas ocasiones, en leñadores de bosques de esa madera invisible que alimentó los fuegos de revoluciones.
Álvarez ha intentado sistematizar. Lo ha conseguido, pero hasta donde los protagonistas de la España de la Ilustración le han dejado. Propone interesantes rasgos comunes, incluso en las trayectorias vitales o las reacciones de los intelectuales ante el poder o la necesidad de llevar a casa el pan y el vino. Pero no ha dudado en profundizar en una casuística que hace de cada nombre una excepción, de cada libro un tesoro y de cada encuentro entre literatos una batalla estética incruenta. Se nos ofrece un ensayo de equilibrios, que no puede dejar de constatar que escribir ya era –entonces y hoy- llorar. Equilibrio de inquietudes, que hace compatible tribulaciones económicas por lo que a duras penas podría llamarse derechos de autor con la voluntad de lograr un reconocimiento que sólo unos pocos agraciados lograron en vida. Equilibro de intereses, pues debemos reconocer que en muchas páginas el autor muestra que ha debido limitarse, dejando puertas abiertas a infinitos temas de los que sólo puede ahora mostrar siquiera un apunte, para no salirse de un tema principal de tal envergadura. Pero sobre todo, equilibro al mostrar grandezas y miserias de los “profesionales de la palabra”, rompiendo tópicos como los que siguen afirmando que España ya era entonces diferente. Un buen ejemplo es la descripción que propone de ese Parnaso madrileño, poblado de escribientes, copletos, copistas, traductores, recopiladores… como la Grub Street de Londres, donde se situaban las imprentas de literatura mercenaria. “Los hombres de letras…” es un libro imprescindible para los historiadores de la Literatura. En realidad, para cualquier historiador, porque proporciona datos y reflexiones sugestivas sobre un periodo de nuestro pasado en el que un buen puñado de hombres se puso a escribir sobre su presente.
“Los hombres de letras en la España del siglo XVIII”
Joaquín Álvarez Barrientosº
Madrid, Castalia, 398 pág.
ISBN: 84-9740-199-9