El recuerdo inquietante

Por Andrés Merino

Del hombre es el único ser del planeta capaz de hacer el bien y el mal en grado superlativo, con conciencia de sus efectos, con conciencia de sus motivos. El niño que ama de adulto lo hace en la medida en que ha sido amado. Las consecuencias de los actos de quienes nos precedieron en el sendero de la vida son mucho mas importantes de lo que éstos pudieron pensar al tomar una decisión o pasar por un cruce de caminos… Reflexiones como estas son algunos de los mimbres con los que Sylvie Germain ha escrito “Magnus”, el premio Goncourt des Lycéens publicado en español por Ediciones B en su sello Bruguera.
Magnus es el nombre de un oso de trapo, un viejo peluche que vive las bombas de la guerra en un refugio antiaéreo de Hamburgo y los olvidos de la paz en los armarios roperos del niño que sufrió y se ha convertido un hombre a la búsqueda de su verdadero pasado. No el que le contaron que fue, o el que recuerda de forma convencional, sino el que se pierde en las brumas del inconsciente. Magnus es también uno de los nombres de este protagonista, que lo es de la novela pero no parece serlo de sus acciones, de sus palabras, de sus defectos, de sus pasiones. Germain ha escrito un libro inquietante, un libro que quita la paz, que plantea una duda tras otra, la aparente búsqueda de una identidad que se nos presenta como una huída desgarrada de cualquier certidumbre. Magnus sale de la Alemania de la Guerra, huérfano de un padre abstracto y una madre de pesadilla. Magnus viaja por Europa, por Estados Unidos, con su maleta llena de dudas, sin saber amar, sin saber pensar. En dos centenares de páginas hay cabida para muchas metáforas, casi tantas como fracasos aparentes. O aciertos engañosos. Como si fuera una representación de su propio sufrimiento, el experto en idiomas, sin saber en verdad cuál es el que primero aprendió, su lengua nativa. Porque la tortura de la falta de identidad la sufre en cada idioma, en cada puerto o en cada residencia nunca definitiva.

Hay en la obra pasajes y oberturas, secuencias y fragmentos, formas de presentación del relato que incluye delicados poemas, datos históricos o biográficos reales, desnudos. Proporcionan una sensación de agilidad que sería imposible si sólo asistiéramos a la descripción de la angustia de un hombre a la búsqueda de sí mismo. Pero la agilidad no anula la sensación de pesimismo. Germain retrata con maestría un problema pero se detiene en sus rasgos, sus perfiles, sus notas musicales. Ha escogido no aportar ni siquiera caminos de solución. Incluso las metáforas y alegorías de los capítulos –fragmentos- finales son insuficientes para ubicar a un Magnus en desolación. Leemos párrafos como si pasáramos una mano sobre terciopelo, pero se acaba el retal y sentimos frío, porque no hay más tela. Solo aire frío, aire del Hamburgo en guerra, del Londres de posguerra, de los Estados Unidos de los cincuenta y la Francia de los sesenta… Un aire gélido porque se ha decidido hablar de soledades. “Magnus” es un buen libro, pero no consigue convencernos de una idea falsa. Lo siento. Mil soledades no pueden hacerse, unas a otras, compañía.

“Magnus”
Sylvie Germain
Barcelona, Ediciones B, 216 pág.
ISBN: 987-84-02-42059-6