Por Andrés Merino
Hay en la obra pasajes y oberturas, secuencias y fragmentos, formas de presentación del relato que incluye delicados poemas, datos históricos o biográficos reales, desnudos. Proporcionan una sensación de agilidad que sería imposible si sólo asistiéramos a la descripción de la angustia de un hombre a la búsqueda de sí mismo. Pero la agilidad no anula la sensación de pesimismo. Germain retrata con maestría un problema pero se detiene en sus rasgos, sus perfiles, sus notas musicales. Ha escogido no aportar ni siquiera caminos de solución. Incluso las metáforas y alegorías de los capítulos –fragmentos- finales son insuficientes para ubicar a un Magnus en desolación. Leemos párrafos como si pasáramos una mano sobre terciopelo, pero se acaba el retal y sentimos frío, porque no hay más tela. Solo aire frío, aire del Hamburgo en guerra, del Londres de posguerra, de los Estados Unidos de los cincuenta y la Francia de los sesenta… Un aire gélido porque se ha decidido hablar de soledades. “Magnus” es un buen libro, pero no consigue convencernos de una idea falsa. Lo siento. Mil soledades no pueden hacerse, unas a otras, compañía.
“Magnus”
Sylvie Germain
Barcelona, Ediciones B, 216 pág.
ISBN: 987-84-02-42059-6
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