Los bellos campos de la Italia sometida…
Por Andrés Merino
Cuando en la primavera de 1769 Francisco de Goya se dirigió a la península italiana, con diecisiete años y todo el entusiasmo de un estudiante que acude a empaparse de las fuentes artísticas de Occidente, no hacía sino iniciar un camino de formación estética ya transitado por otros maestros españoles, como el propio Velázquez. El aprovechamiento de su paso por ciudades como Roma, Florencia o Bolonia fue innegable, pero la grandeza de su fecunda obra posterior ha eclipsado en cierto modo un periodo muy concreto de su trayectoria, ahora rescatado en una magnífica exposición, “Goya e Italia”, que el Museo de Zaragoza ofrece en las mismas fechas que la Expo y que nos atrevemos a definir como de paso obligado para quienes se desplacen este verano a la ciudad del Ebro.
De la estancia italiana del aragonés hemos heredado una obra fundamental para entender la formación artística y universo creativo del maestro en su juventud. Se trata del lienzo “Aníbal vencedor que por primera vez contempla Italia desde los Alpes”, con el que Goya participó en abril de 1771 en el concurso de pintura de la Academia de Parma. El artista se atuvo a las condiciones de participación: “Deberá verse a Aníbal dispuesto de tal modo que, alzándose la visera del casco (…) señale a lo lejos los bellos campos de la Italia sometida”. Aunque no ganó el certamen, el lienzo recogió plenamente otras normas académicas, como la que exigía que el rostro del caudillo cartaginés reflejase “el interno gozo y la noble confianza en sus cercanas victorias”. Goya, que sí recibió una mención de honor por mostrar convincentemente un dominio de la técnica del óleo en una composición que había resuelto con éxito, escogió los tonos azules suaves, rosas y grises para recrear un pasaje histórico de la Antigüedad al que dotó de simbología mitológica. Incluyó numerosas figuras alegóricas como la del hombre con cabeza de bey (el río Po) o la Victoria, que desciende como figura femenina, que porta los laureles del vencedor… sentada en un carro cuya rueda puede ser la de la Fortuna, cuya precariedad Aníbal comprobaría posteriormente. Como el propio Goya.
¿Se sintió el pintor como el héroe? ¿Es el cuadro también una alegoría de la llegada del pintor a esa Italia que atravesaba otro de esos periodos de intensa influencia política española, con dos ramas de la dinastía Borbón instauradas en Parma y Nápoles? Lo sea o no, supone un formidable testimonio de aquella incursión de Goya por “los bellos campos” estéticos del clasicismo, la mitología y lo académico. Y esto sólo admirando la obra que hemos escogido, una de las 359 reunidas en la muestra, de las que 89 pertenecen al propio Goya y las restantes a otros 118 artistas. Todo un lujo que convierte a Zaragoza en la capital artística europea en estos meses. No se lo pierda.
“Aníbal vencedor, que por primera vez miró Italia desde los Alpes”
Goya (1770-1771)
Óleo sobre lienzo (88 x 132 cm)
Cudillero (Asturias), Colección Selgas-Fagalde
Exposición “Goya e Italia”
Museo de Zaragoza
Organiza: Fundación Goya en Aragón
Patrocina: Gobierno de Aragón
Colaboran: Ministerio de Cultura e Ibercaja
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