La fuerza estética de una pompa de jabón

Por Andrés Merino

Dice la Real Academia que una alegoría es la representación simbólica de ideas abstractas por medio de figuras, grupos de éstas o atributos. Tan generosa definición nos llevaría a pensar que todo arte es alegórico, abriendo un sugerente debate para el que contamos con un reciente libro de interés. La Gallería Sabauda de Turín alberga un gran lienzo de Brueghel el Joven, “Alegoría de la fugacidad de la vida humana”. Compuesto entre 1615 y 1618, la obra es un despliegue de representaciones simbólicas sobre la finitud, entre las que destaca alusiones a la brevedad del devenir humano más o menos directas como el pavo real (asociado en la historia del arte a la soberbia y la vanidad) o un cofre con monedas de oro y plata (representando las riquezas). El cuadro es uno de los numerosos ejemplos escogidos por Matilde Battistini para su “Símbolos y alegorías”, un nuevo volumen de la colección Diccionarios del Arte propuestos por la editorial Electa. La pieza de Brueghel no es una muestra más de la extraordinaria capacidad de los maestros europeos por representar mediante símbolos las grandes ideas culturales y espirituales de la Edad moderna, entre las que destaca esa reflexión barroca sobre la finitud de los éxitos y ambiciones. Es una clase magistral sobre la capacidad del arte por remitir a las claves más ocultas de la psicología humana en todos los tiempos. Para quien escribe estas líneas ha bastado un pequeño detalle: no recuerdo haber visto pintada una pompa de jabón en una obra anterior a esta de comienzos del XVII. Y pocas veces puede observarse una visión tan sutil y a la vez directa de la vanidad, que asciende como esfera –cuerpo perfecto- pero de desvanece en contacto con el aire, incapaz de perdurar.

Battistini nos propone un estudio intenso, con vocación de exhaustividad. Pero sabe que ese acercamiento no puede ser completo. Como ya hicimos al comentar anteriores volúmenes de la colección, la preferencia de autores y obras centroeuropeas adolece de ciertas lagunas de otras escuelas y maestros. Pero ese matiz no resta, al menos en esta ocasión, el éxito de un libro que, aún nacido de una vocación enciclopédica, sugiere a cada página la búsqueda de nuevos conocimientos, alargar tan sugerente viaje estético por cientos de galerías y museos de todo el planeta y comprobar que símbolos y alegorías van parejos a prácticamente toda creación artística.

Hablamos de un material verdaderamente útil para la formación. Al recorrer sus textos e ilustraciones no podemos dejar de pensar en las hordas de jóvenes que recorren museos como el del Prado, el Thyssen o el Reina Sofía, cuyos profesores constatan con unanimidad que el silencio y el interés nacen ante un lienzo cuando comienzan a explicarse esas claves que remiten a realidades no presentes, a ideas, a valores que han querido ser subrayados por los artistas. El tiempo de formación intelectual pasa entonces a convertirse en goce estético y espiritual. Libros como el que nos ocupa enseñan a penetrar en los misterios del arte. Sean muy bien recibidos.

“Símbolos y alegorías”

Matilde Battistini

Barcelona, Editorial Electa (Mondadori), 383 pág.

ISBN: 978-84-8156-347-1