Don Álvaro o la fuerza del sino, ¿una isla en el Romanticismo?
Andrés Merino
Cuando en 1865 falleció en Madrid el Duque de Rivas los discursos laudatorios que se le dedicaron en homenaje incluyeron, como era habitual, reflexiones rotundas sobre lo que había supuesto su obra. Uno de los textos afirmó que desde la llegada de los Borbón a comienzos del siglo XVIII nuestro país no había contado con una literatura verdaderamente española, y que la centuria pasó como “exótica inspiración mal injertada en el tronco de nuestra cultura”… hasta que en 1834 se estrenó en “Don Álvaro o la fuerza del sino”, una osadía, un escándalo literario que supuso el pistoletazo de salida del romanticismo. Blanca Torres Bitter ha preparado la edición de esta obra y otras selectas piezas de su autor, el Duque de Rivas, en dos volúmenes publicados por la Fundación José Manuel Lara en su colección Clásicos andaluces.
El dramaturgo, poeta, pintor y político Ángel de Saavedra y Ramírez de Baquedano nació en Córdoba en marzo de 1791, pasando a la historia con el título nobiliario que ostentó. De las cuatro facetas con las que le hemos definido no podemos dejar de citar la que se refiere a su dedicación a la res pública, pues en 1852 ocupó durante ¡dos días! la presidencia del gabinete ministerial, en uno de esos gobiernos relámpago del XIX español. Gracias a Dios, su vocación literaria –la teatral, especialmente fecunda-, venía de antes y continuó activa el resto de su vida. Sin cumplir dieciocho años ya comenzó la composición de dramas de tinte histórico, redactados todavía según los esquemas neoclásicos: “Lanuza”, “Arias Gonzalo”. Más tarde compuso comedias como “Tanto vales cuanto tienes” (escrita durante su exilio en la isla de Malta, en 1828), de las que no se enorgullecería años después, pues no deseó en principio que fueran incluidos en sus obras completas. Pero sin duda su obra clave fue aquél “Don Álvaro”, cuya huella supone la paradoja de, siendo el único drama romántico escrito por él, constituya para los estudiosos el comienzo histórico del romanticismo como movimiento literario en España.
En el extenso estudio introductorio que nos ofrece Blanca Torres se nos advierte de una idea asentada entre los historiadores, que concibe la pieza como deudora de géneros y estilos como la tragedia clásica, Shakespeare y Schiller. Es cierto que eso no le resta mérito, pero pensamos que no puede generalizarse su presentación con la imagen de “una isla romántica” en la producción rivense. El dramaturgo cordobés participó plenamente de uno de los rasgos comunes de todo el romanticismo europeo: la preocupación por el peso del pasado en la identidad nacional, en pleno siglo en el que se discutió hasta con sangre cuál debían ser los rasgos que diferenciaran los estados, las sociedades, las clases sociales y los propios individuos. Esa inquietud por lo histórico, que le lleva a los siglos pretéritos no sólo de la Reconquista peninsular sino de otros reinos mediterráneos o centroeuropeos, está presente hasta en sus comedias con menor carga “emocional”, en las que tradiciones, reacciones y personajes aparecen en numerosas ocasiones pendientes de las consecuencias de actos de un pasado vergonzante o glorioso, público o privado.
“Teatro selecto” era ya un clásico, pero la edición que se nos presenta ahora constituye un feliz recordatorio de su existencia y un interesante elenco de nuevas consideraciones sobre la importancia de la obra del Duque de Rivas en nuestra literatura.
“Teatro selecto”
Duque de Rivas (ed. Blanca Torres Bitter)
Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2 vol., 360 y 562 pág.
ISBN: Obra completa 978-84-96824-07-2