Retratos del Medioevo

Perfiles humanos para una época de luz

Por Andrés Merino

No es fácil reseñar un libro sobre la Edad Media. Buena parte de la historiografía aún no ha superado esquemas caducos que atribuyen a “superestructuras” una especie de poder omnímodo de cambiar el devenir de los pueblos y naciones, y continúan calificando con tópicos de oscurantismo a los diez siglos que van de la caída del Imperio romano a la toma de Constantinopla. El último libro de Gerardo Vidal Guzmán, “Retratos del Medioevo”, viene precisamente a proponer de una forma serena pero rigurosa y convincente las ventajas de superar ambas concepciones. Profesor de Filosofía y Literatura Antigua en la Universidad chilena Adolfo Ibáñez, el autor ha trabajado con un axioma rotundo: la historia la hacen las personas, que son los protagonistas de la civilización. Y el periodo que ha escogido para los perfiles biográficos que sugiere fue uno de los más brillantes para la historia de la cultura, el arte o el pensamiento.

Guzmán acierta el fondo y forma. Si la esencia es considerar que son las acciones de los seres humanos las que modifican para bien la realidad, proponer una galería de personajes de primer orden, en capítulos relativamente breves y bien articulados se revela como un medio eficaz para quienes quieran conocer a las figuras más sobresalientes de la época: comenzar con San Benito o Boecio no evita dedicar reflexiones a otros grandes como Justiniano, Mahoma, San Gregorio Magno o el propio Carlomagno. De grandes pensadores a hombres de armas, el autor sitúa a cada uno de ellos en las instituciones que les vieron nacer, o en las que crearon. Si buena parte de los lectores conocen que Santo Tomás de Aquino es la cumbre de la escolástica, ¿conocen también que Pedro Abelardo fue el precursor de la Universidad como centro de sabiduría por excelencia?, ¿qué supuso la figura del Abad Suger para la consagración definitiva del Gótico como arte que eleva la creación estética?

Todo elenco supone renuncias. Somos conscientes de que, como ya hiciera en sus “Retratos de la Antigüedad Griega” y “Retratos de la Antigüedad Romana y primera Cristiandad”, el autor ha tenido que dejar en el tintero los perfiles de otros protagonistas de menor cabida en la interesante serie de libros de divulgación que nos propone. Si acaso haremos una crítica que estimamos razonable. Siendo cierto que la mujer no ocupó durante largos siglos un papel protagonista, por lo que proporcionalmente al hombre no pasaron tantas a la historia, ¿es causa suficiente para que este volumen sólo incluya a una en tan grato recorrido biográfico? Al menos la elección ha sido notable y acertada, pues es Leonor de Aquitania, reina de Francia e Inglaterra, a quien se dedica un interesante capítulo que recomendamos especialmente, como el destinado a Guillermo de Ockham, el pensador rebelde que pretendió vaciar de esencia y contenido conceptos filosóficos fundamentales mediante la consagración del nombre como instrumento útil pero signo de vaciedad. Aunque debo confesarles que a la hora en que escribimos estas líneas no estamos para excesivos nominalismos…