Ética preceptiva, economía descriptiva
Andrés Merino
Un afamado especialista sostenía en 2000 que la historia económica no es más que un prolongado testimonio en el tiempo de políticas gubernamentales fracasadas, siempre planeadas con completo desprecio de las propias leyes de la economía. Esa oposición a la intervención de los poderes públicos en el mercado y la reivindicación de la solidez y coherencia interna de esas leyes no escritas que condicionan el desarrollo material de los pueblos son dos de los más importantes pilares del ensayo “Por qué el Estado sí es el problema”, la obra de Thomas E. Woods publicada recientemente en español por la editorial Ciudadela. No estamos sólo ante un libro sobre la ciencia del dinero, el trabajo, el capital o el salario. En ocasiones, como al exponer la influencia de la escala de valores humanos a la hora de adquirir bienes, con leyes tan rotundas como la de la utilidad marginal decreciente, el libro pasa a ser un auténtico tratado de antropología. La redacción y estilo de su autor lo convierten en un atractivo conjunto de postulados cuya comprensión, aunque precise algunos conocimientos básicos previos, provoca a cada párrafo la reflexión del lector.
El título del libro en español no ha sido escogido con especial fortuna, pues la crítica a la intervención estatal, a pesar de ser clara y rotunda no es precisamente su hilo conductor más relevante. Como bien subraya Juan Velarde en el magnífico prólogo que nos brinda, la existencia de leyes económicas –como las leyes físicas, químicas o la propia ley de la gravedad- no está relacionada en sí con otras materias como la moral. Pero precisamente al constatar la importancia de esas reglas, que generan consecuencias de forma automática, Woods hace presente de forma continua la importancia de la ética, subrayando que la aportación de la Iglesia a la vida económica no ha de ser la propuesta de un sistema –ni siquiera el que el autor considera más eficiente, el de libre mercado-, sino que debe ofrecer luz ética y moral sobre la humanidad. Ya decía el P. Sadowsky que la ética es “preceptiva”, mientras que la ciencia económica es descriptiva, algo que ya tuvieron en cuenta los tratadistas españoles del siglo XVI, de la escuela de Salamanca, cuyo trabajo es deliciosamente revindicado en el texto.
Apoyándose en la fecunda enseñanza de von Mises –que subrayó la histórica menor eficiencia económica del colectivismo-, Woods realiza una aguda crítica del socialismo, al que asocia como teoría económica y política la voluntad de cambiar la propia naturaleza humana a través de la transformación de las instituciones sociales en las que los hechos inalterables de la naturaleza están más presentes. No menor interés reúnen sus comentarios sobre los falsos mitos en torno a la Revolución Industrial o la actual carrera por la ayuda al desarrollo. Otras teorías como la que describen las consecuencias no previstas de la deificación del llamado estado del bienestar, los planteamientos que subyacen a la defensa del salario mínimo garantizado o los problemas que genera el propio estado al intervenir en las crisis cíclicas se construyen a base de argumentos para el debate dignos de estudio detenido.
“Por qué el Estado sí es el problema”
Thomas E. Woods
Madrid, Ciudadela Libros, 366 pág.
ISBN: 978-84-96836-21-1