La muestra, comisariada por Chus Martinez -recientemente nombrada conservadora jefe del MACBA-, reúne películas que abarcan casi toda su filmografía: «Europe 54º- 25º19′ (1997), «Energia de Lituania» (2000), «Scena» (2003), «Matrioskas» (2005), «Regreso a Solaris» (2007) o «La cabeza» (2007, entre otras. Un total de doce películas -dos de ellas adquiridas por el museo-, muestran, como declaró Manuel Borja-Villel, «un interés por la ruina y el vestigio de algo que encarna el tiempo desde un punto de vista no externo sino como empatía».
«El pasado reciente, la memoria y su estado poseen cierta parcialidad que coincide con el sistema metodológico del cine», consideró la comisaria. Más de tres horas y media es la duración total de las doce películas expuestas. Una visita radicalmente diferente ya que nos invita a permanecer en el espacio, a participar de ella y fidelizarse para encontrar un itinerario natural.
Registro, memoria, documental e historia son las herramientas fundamentales de su trabajo, una concepción expandida del cine que toca con lo escultórico y lo pictórico. Las dos esculturas incluídas en la retrospectiva tratan de «establecer un lazo emocional con el objeto» más allá de la mera exposición «están «concebidas para pensar el pasado reciente, la memoria y su estado», según afirmó la comisaria.
Considerar sus películas como piezas documentales sería erróneo. La ficción de una realidad ficcionada «constata que la historiografía es un ejercicio de interpretación de imágenes y espacios» y Narkevicius, huyendo de concepciones románticas, pone en cuestión los mitos modernos. Para el artista, según Chus Martínez, «resulta tan fácil mitologizar lo real, aquello que ha ocurrido o está ocurriendo, como descubrir que los mitos son capaces de engendrar fuertes efectos de realidad».
Narkevicius nos invita a entender el pasado, no uno sino múltiple, a través de un conocimiento productivo para dar múltiples propuestas que creen múltiples futuros. El artista, como señala Boris Buden en su texto para el catálogo, «quiere que tengamos presente, no el pasado como fue realmente, sino el pasado tal y como ha ido envejeciendo, con la misma visualidad que desesperadamente trata de conservarlo en el recuerdo»
El espectador está inmerso en una situación en la que ha de discernir entre pasados útiles y aquellos descartables, al tiempo que recuerda el futuro, es decir, produce un imaginario colectivo de lo que está por llegar con plena conciencia de su potencial uso político.
Una muestra itinerante cuyas próximas sedes serán Van Abbemuseum, Eindhoven (28 de febrero- 24 de mayo 2009) y la Kunsthalle Bern, Berna (23 de octubre- 6 de diciembre 2009).
Deimantas Narkevicius estudia escultura en la Academia de Arte de Vilnius (Lituania). A principios de los noventa complementa sus estudios en Londres y tras un año muy enriquecedor para el artista, de regreso a su país, se da cuenta de que la escultura no le satisface lo suficiente. Esta vuelta a Lituania coincide con la desintegración de la antigua Unión Soviética. Narkevicius empieza a investigar y a buscar nuevos campos de expresión, se interesa por la narrativa y el proceso de creación del arte, por el sonido y por nuevos lenguajes audiovisuales. Es entonces cuando comienza a trabajar con la cámara, a registrar entrevistas, a grabar conversaciones… y a interesarse por dos artistas lituanos Jonas Mekas y George Maciunas. Para Deimantas estas dos figuras serán decisivas en su obra: «Mekas y Maciunas, me hicieron reflexionar sobre la naturaleza del artista, me enseñaron e influyeron más que cualquier maestro que tuve en aquella época».
Respecto a otras influencias cinematográficas, Deimantas se sintió muy influido por el material documental en 16 mm. que se emitía en la televisión de la antigua Unión Soviética en los años sesenta y setenta, en muchos casos muy experimental. Narkevicius ha participado en numerosas exposiciones individuales y colectivas y sus obras se encuentran en las colecciones de los principales museos de arte contemporáneo del mundo. Deimantas Narkevicius representó a su país en la Bienal de Venecia 2001. Recientemente ha sido galardonado con el premio Vincent Van Gogh, que concede el Museo Stedelijk de Amsterdam, en reconocimiento al arte contemporáneo en Europa. El Museo Reina Sofía cuenta entre sus fondos con cuatro trabajos del artista lituano.
Beatriz García Moreno
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