Dramaturgia para la imagen de una nación
Andrés Merino
Es prácticamente unánime la caracterización de Lope de Vega como uno de los escritores claves en la construcción, durante el Siglo de Oro, de una imagen histórico-nacional española a partir de la plasmación de hechos del pasado en decenas de comedias. Más debate suscita la afirmación de que mediante sus personajes y acciones, el autor planteaba de forma sutil o directa problemas en torno a la estructura social de los siglos XVI y XVII, la monarquía como forma de gobierno o la religión como sustrato espiritual de la comunidad.
Dos profesoras del departamento de Humanidades de la Universidad Simon Fraser en Vancouver (Canadá), Teresa J. Kirschner y Dolores Clavero, han escogido diez de las piezas dramáticas del literato para su ensayo “Mito e historia en el teatro de Lope de Vega”, que presenta el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alicante en su celebrada colección Monografías. Las obras no son las más conocidas del “Fénix de los ingenios”. Podían haber optado por el ya transitado camino de analizar las celebérrimas “Fuenteovejuna” o “Peribáñez y el Comendador de Ocaña”, pero el estudio incluye una representación muy variada, tanto en su temática como en la fecha de su composición. La primera, “Los hechos de Garcilaso de la Vega” fue escrita por Lope hacia 1580, cuando tenía dieciocho años. La última, “El piadoso aragonés”, en 1626.
Kirschner y Clavero analizan esa decena de piezas selectas desde una triple perspectiva: la historia real en la que la acción se sitúa, el momento cronológico en el que Lope redacta su texto y la visión desde la que hoy podemos contemplar las creaciones dramáticas. Una interesante aportación del ensayo es la defensa de una tesis fundamental: Lope escribió un teatro pensando siempre en que fuera más representado que leído, como muestran los manuscritos autógrafos de la mayoría de sus obras. Efectivamente contribuyó a la creación de una identidad nacional e histórica a través del teatro, pero dejó claro, como se recuerda en el ensayo que nos ocupa, que su labor era la de un dramaturgo, no siendo un cronista. Por eso hallamos gran flexibilidad a la hora de adaptar los acontecimientos pretéritos a la riqueza argumental, siempre con contenido pedagógico.
En el otro lado de la balanza, nos parece acertada la definición de Lope como “mitógrafo”. Acertada pero insuficiente. En su escritura trasladó categorías éticas y morales ayudado por el pasado histórico, pero con una base de certeza tal que ese ramillete de piezas analizadas constituyen una prueba de la conciencia de un pasado común sólido, preexistente. Que las comedias fuesen en su momento un éxito de público y la cantidad de ediciones legales y copias ilegales que ya en su tiempo se difundieron prueban que el ambiente recreado en personajes y tramas casaba a la perfección con la noción que la sociedad del siglo tuvo en su momento. Félix López de Vega Carpio no fue sólo un recreador de mitos, sino un testigo brillante de un tiempo en el que España admiraba su pasado, y como tal se complacía en interpretarlo en los escenarios.
“Mito e historia en el teatro de Lope de Vega”
Teresa J. Kirschner y Dolores Clavero
Alicante, Universidad de Alicante, 307 pág.
ISBN: 978-84-7908-947-4
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