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Los Premios Nacionales de Arte Gráfico 2007, Eduardo Arroyo y Perejaume, exponen en la Academia de San Fernando

La Academia de Bellas Artes de San Fernando expone el trabajo más reciente de los premiados en el 2007,  Eduardo Arroyo y Perejaume.El Premio Nacional de Arte Gráfico es heredero y da continuidad al Premio Nacional de Grabado convocado, desde 1993, por la Calcografía Nacional de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. El Premio Nacional de Arte Gráfico quiere difundir esta disciplina en cualquiera de sus manifestaciones sintácticas y procesales; el reconocimiento de la labor de los creadores contemporáneos con aportaciones de interés en dicho campo o el estímulo entre la comunidad artística de la práctica de esta manifestación.

El director de la Real Academia, Antonio Bonet Correa; José Hernández, director delegado de la Calcografía Nacional; Monica de Linos Escofet, directora de la Fundación ICO; presentaron la muestra acompañados de Eduardo Arroyo, Premio Nacional de Arte Gráfico en reconocimiento a una trayectoria y Perejaume, Premio Internacional a las aportaciones en arte gráfico.

Arroyo y Perejaume son dos artistas de gran relevancia con carreras fructíferas y comprometidas. Eduardo Arroyo es una de las figuras claves de la historia actual del neofigurativismo español. Pintor, escultor y grabador es, sin duda, uno de los artistas más importantes del arte español contemporáneo.

La exposición ofrece la oportunidad exclusiva de apreciar las últimas creaciones del artista. Sereno ante los tiempos de crisis no dudó en afirmar que “no se puede eliminar o arrastrar toda la historia del arte y de la vida”, aludiendo a la situación económica actual y su repercusión en el mundo del arte.

Una veintena de grabados recientes de gran valor plástico. “Los más recientes son de hace dos años y la  mayoría no están catalogados”, confirmó Arroyo. “A lo largo de mi vida he hecho cerca de 500 tirajes y las piezas aquí presentes se presentan por primera vez, no son las más popularizadas”. Muchas de ellas se tratan de encargos personales, como el aguafuerte de Manolete, que sirvió para ilustrar la antología poética dedicada al torero.

La producción de Arroyo es menor en los últimos, atendiendo a encargos solicitados o a sus propias inquietudes. La calcografía se convierte en su obra más reciente, una disciplina a valorar. “Hay un desinterés hacia la calcografía. No debemos olvidar el punto importante del trabajo de la impresión y el olor a tinta”, dijo Arroyo denunciando los malos tiempos que vive la impresión. “Es un arte muy importante que crea una gran conciencia profesional”.

La libertad ofrecida por la calcografía y el contacto profesional fue un aspecto en el que coincidieron los premiados. “El proceso de creación se comparte con los colaboradores. Hay una posibilidad de contacto y de contagio con el equipo”, valoró Perejaume. Arroyo coincidió con el artista catalán al reivindicar “la libertad que obliga a salir del taller, solicitar la ayuda de los otros para todos los pasos del proceso: la impresión, las pruebas…”

Para Perejaume la calcografía es más que un proceso técnico, es la posibilidad de “intervenir en las imágenes y sus procesos. Generar la imagen y compartirla el proceso con los colaboradores. Es una manera de representar el mundo, el pensamiento a través de los recursos gráficos como otra forma de alfabeto”.

El trabajo de Perejaume reflexiona sobre los medios y posee un fuerte carácter experimental. Sus obras, de claras raíces surrealistas, trascienden el carácter meramente pictórico. La exposición reúne las creaciones del artista de los últimos quince años, piezas donde la imagen cobra un sentido casi artesanal. “Es muy importante el proceso de creación de una imagen. El poder combinar lenguajes diferentes que están muy próximos para crear algo único es lo realmente emocionante del procesos gráfico”.

Perejaume realiza series muy cortas, trabaja con cinco o seis originales dice, «para evitar la especulación producida con tirajes más amplio”. Cada uno de los originales son fruto de un lento proceso, donde la imagen se va gestando poco a poco, permeable a los cambios del día a día. “El proceso gráfico es una aventura. Ralentizar el proceso de creación de una imagen es valorar más la imagen y ésta se va nutriendo a lo largo del tiempo”.

Arroyo y Perejaume coincidieron en la difícil situación para este lenguaje que parece no interesar tanto como la pintura o la escultura. Sin embargo hay un gran interés y una apuesta fuerte desde la Real Academia de Bellas Artes para promover este ámbito artístico.

Beatriz García Moreno

Redacción

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