Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, presentó la exposición, organizada por el ZKN (Museum für Neue Kunst Karlsruhe) y Sammlung Falckemberg Hamburg, acompañado por y el comisario de la muestra . Paul thek es uno de los creadores más controvertidos de nuestro tiempo. Borja-Villel trató de definir a este artista: “Sus postulados, sus procesiones, sus escenarios móviles en el tiempo y nómadas en la geografía fueron ya un estímulo para quienes, diez años después de su muerte, lo consideraron un referente de un modo de ver y actuar. Ahora, dos décadas después, sigue emitiendo señales transoceánicas de mayor influjo”.
Para Borja-Villel, Thek, “encuentra un arte infantil que tiene que ver con el juego, casi naif que nos hace ir más allá de la anécdota. Se mueve en la ambigüedad y la ligereza. La infancia es aquello primigenio buscado desde el punto de vista de la modernidad”
Desde comienzos de los años sesenta, Thek abordó la imagen y la identidad humana desde una perspectiva innovadora. Sus representaciones del cuerpo, dolorosas y a la vez compasivas, incitaban al espectador a reflexionar sobre el progreso tecnológico, la sexualidad y la espiritualidad.
Hacia el final de la década de los años sesenta, Thek descubrió la importancia de crear obra de arte en colaboración con otros artistas, y de mostrarla como un proceso (work in progress). Esta revelación dio lugar a una serie de ambientes efímeros, realizados con el fin de humanizar el espacio expositivo. Fue el primero en hacer obras específicas para un lugar o un ambiente.
“Siempre consideró que la obra estaba terminada cuando se inauguraba. Muchas de sus obras estaban creadas a partir del proceso de montaje de la misma exposición, quería ver un museo vivo y mostrar los procesos de creación”. Según el comisario Thek “se veía como víctima de los museos y espacios expostivos”. El Reina Sofía respeta la teoría del artista organizando una muestra cuyas obras funcionan como grupo y al mismo tiempo funcionan como obras solas, como bien explicó Groenenboom.
Su contenido obsesivo y muchas veces místico, que le hizo fundar Abject Art, Environment o Ensembles, se presentaba en una manera formal que abrió camino a la mezcla de una situación como la del estudio y el diseño del espacio total, de iconos privados y generales, de objetos profanos y religiosos, de lo cotidiano y del mito, de objetos dañados, de materiales encontrados; trabajo que continuaron otros artistas como Nancy Spero .
Después de sus exposiciones en la Stable Gallery de Nueva York, en 1964 y 1967, Thek rápidamente encontró reconocimiento en Europa como un estadounidense exiliado allí, una situación parecida a la de la Generación Perdida y a la Beat años antes.
Thek se retiraba con regularidad a la isla italiana de Ponza. Los paisajes melancólicos de Nueva York con la sombría proyección de las ciudades bíblicas de Sodoma y Gomorra que él veía en las Torres Gemelas y las marinas idílicas del paraíso de Ponza representaban los extremos entre los que Thek intentaba encontrar la paz. Desde Nueva York, el artista escribía: “Echo de menos la buena pintura de Ponza, la pintura eterna, mientras que aquí, en la “civilización”, solo quiero hacer MALA pintura, para escandalizar y herir, aquí no quiero consolar a nadie…, pero hacer SIEMPRE mala pintura hiere MI espíritu, por eso añoro Ponza y la eternidad”
Thek es una de las figuras más desconocidas del arte, una personalidad llena de contradicciones. Hombre católico y humanista, muchas de sus obras son alusiones directas a la iconografía cristiana: Fishman, The Tomb, Processions; curiosamente cerca de 200 obras de Thek pertenecen al palacio arzobispal de Polonia.
La obra
De las más de 350 obras de Thek que componen la muestra que presenta el Museo Reina Sofía: objetos, pinturas, dibujos, instalaciones y fotografías, destacaremos algunos de los trabajos que se podría decir componen el eje del recorrido expositivo.
En Roma, durante 1962 y 1963, Thek se dedicó a pintar partes del cuerpo humano y creó una serie de obras relacionadas con el análisis de la televisión (Television analyzations). Las obras se inspiraban en técnicas de la imagen cinematográfica y de televisión. El artista intentaba reflejar en pintura, la manera en que el «ojo» de la cámara registraba la realidad. Sobre estas piezas, Thek escribía: “Me interesa mucho, en pintura, el uso de las nuevas imágenes de nuestro tiempo, sobre todo las de la televisión y el cine. Estas imágenes, cuando se aíslan y transponen, ofrecen una fuente muy rica y, para mí, estimulante de lo que yo considero una nueva mitología. Además, los efectos especiales creados por las manchas luminosas, la doble exposición, la cámara lenta, el exceso o la falta de iluminación, los efectos y las imágenes producidas por las lentes, sobre todo las del zoom, y los primeros planos repentinos pueden utilizarse de forma creativa, y tienen un dinamismo extraño que me resulta fascinante. Estos ojos mecánicos presentan una poesía visual, por lo general desapercibida, que podría considerarse zúrrela”
Entre 1964 y 1967, Thek creó la serie Technological Reliquaries (Relicarios tecnológicos), una serie de objetos extremadamente realistas. Consistían en unas urnas de plexiglás que contenían vaciados de trozos de carne y partes del cuerpo humano, hechos de cera y metidos en urnas de metacrilato. También incluso, en ocasiones, el artista incluía algunas partes de su propio cuerpo, lo que dotaban a la obra de un intenso realismo. Thek presentaba estas obras, que también denominaba Meat Pieces (Piezas de carne), como relicarios de una era tecnológica. Con ellas, además de invocar el ambiente de las reliquias cristianas, alzó la verdad del cuerpo frente al mundo del consumismo y la transfiguración de lo cotidiano. Su inspiración para estos «relicarios tecnológicos» surgió durante una visita a las catacumbas capuchinas de Palermo. La visita tuvo lugar en compañía del fotógrafo Peter Hujar, que tomaba fotos de los cuerpos. Thek explicaba: “Me encantó la idea de que los cuerpos, como las flores, pudieran utilizarse para decorar espacios. Aceptamos intelectualmente la idea de que somos una cosa, un cuerpo, pero la aceptación emocional de ese mismo hecho puede ser una fuente de alegría”
Con sus relicarios modernos, Thek reaccionaba ante la glorificación de la tecnología y el pragmatismo del arte minimalista, y buscaba humanizar la obra minimalista y darle un significado más realista y social. El artista escribía: “En aquella época, en Nueva York había una tendencia tan generalizada hacia el minimalismo, lo no emocional, incluso hacia lo antiemocional, que yo quería volver a decir algo con emoción sobre el lado feo de las cosas. Yo quería restituirle al arte la crudeza de la carne”
Entre 1968 y 1973, Thek creó distintas «obras en proceso» en colaboración con un grupo de amigos. Él mismo bautizó al grupo con el nombre de Artist’s Co-op (Cooperativa del artista), a modo de comentario irónico sobre el individualismo generalizado de los artistas. El artista lo explicaba: “Para mí, es un juego de palabras. En América, existen lo que llamamos cooperativas de artistas, en las que aquellos que no pueden exponer en galerías unen sus recursos y exponen de forma colectiva. Pero yo siempre las he asociado a un gallinero (chicken coop), porque en inglés las dos palabras se parecen, y coop significa “jaula pequeña”, como la de un gallinero. A finales de los años sesenta, sobre todo en Nueva York, tuve muchas veces la sensación de estar enjaulado… Me sentía como un miembro inútil de la sociedad, que se limitaba a producir objetos cada vez más extraños…”
Thek y el Artist’s Co-op realizaron conjuntamente una serie de ambientes en los que retomaban objetos utilizados con anterioridad y a la vez introducían otros nuevos. Las figuras de The Tomb, Fishman, y Chicken Coop fueron reelaboradas en cada presentación, y a la vez se enriquecieron con material propio del lugar donde fueron expuestos. Los ambientes se construían siempre en torno a las fiestas religiosas de Navidad y Pascua, aprovechando sus connotaciones simbólicas de muerte y renacimiento. Esta forma de presentar las obras, que hacía énfasis en el proceso de creación, les confería por un lado un carácter ritual y por otro, convertía al espectador en partícipe. El artista definió estos ambientes como Processions (Procesiones).
En 1969 Thek expuso por primera vez con su Artist’s Co-op en el Stedelijk Museum de Ámsterdam. En una sala del museo, el grupo instaló la pieza Dwarf Parade Table, (una mesa para una procesión) y en otra instalaron Chicken Coop, un gallinero con gallinas vivas. Thek ató la pieza Fishman a una mesa de trabajo dentro del gallinero, como símbolo del artista enjaulado y en las paredes colgó cuadros de Vincent van Gogh que pertenecían a la colección del museo. Unos periódicos tirados por el suelo indicaban el transcurso del tiempo. The Procession/The Artist’s Co-op fue la primera obra en proceso de Thek concebida desde el principio como tal.
Para el Moderna Museet, de Estocolmo, Thek y el Artist’s Co-op crearon un ambiente donde el visitante entraba en la instalación Pyramid/A Work in Progress (Pirámide – Obra en proceso) a través de un pasillo oscuro que lo llevaba hasta una pirámide de madera y papel de periódico: el templo del tiempo de Thek. A continuación, el visitante era conducido hacia la Dwarf Parade Table, para pasa por un volcán de periódicos, atravesar el Chicken Coop y salir junto a la figura de The Tomb, que reposaba en la caja de embalaje – llena de cebollas florecientes – como si fuera un ataúd. Colgada del techo, sobrevolando el ambiente, estaba Fishman in Excelsis Table (Hombre-pez en excelsa mesa).
Ark, Pyramid (Arca, pirámide) es una pirámide de papel de periódico que fue creada para la Documenta 5 de Kassel (1972) por Thek y el Artist’s Co-op. Esta figura está situada sobre un mar de arena ondulante que simboliza el tiempo y el renacimiento. En este mar de arena, Ann Wilson instaló un barco de pesca con un ciervo disecado. Thek tituló esta pieza Ark, retomando el motivo bíblico del Arca de Noé.
The Personal Effects of the Pied Piper (Efectos personales del flautista de Hamelín)
Entre 1973 y 1976, Thek realizó en Roma una serie de pequeñas figuras y objetos de bronce. Tituló la serie The Personal Effects of the Pied Piper, aludiendo explícitamente al cuento clásico El flautista de Hamelín. Al igual que el hippie muerto de The Tomb (La tumba) y el hombre-pez de Fishman, este flautista era un alter ego de Thek. Con esta obra, Thek presentaba nuevamente al artista como una figura mesiánica y salvadora, pero también demostraba el fin de los ambientes con el Artist’s Co-op.
En la muestra se presenta también la instalación Small Paintings (pinturas pequeñas). Desde el principio de su carrera artística, Thek utilizó la práctica pictórica para mitigar la tensión que le producían las obras colectivas. A menudo pintaba sobre papel de periódico y dejaba parcialmente a la vista la información impresa. Títulos irónicos y textos absurdos le servían para cuestionar las convenciones y los caprichos del mundo del arte institucionalizado. A su vuelta de su estancia larga en Europa, Thek se dedicó sobretodo a la pintura, y de 1979 a 1980 creó las obras que formarían la instalación Small Paintings, para la Brooks Jackson Gallery de Nueva York. También se incluye un grupo de fotografías de Peter Hujar, relacionadas con Thek y su obra
Beatriz García Moreno
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