María Jesús Burgueño
El reloj inglés se caracteriza por la solidez y perfección de su mecanismo así como por su elegante y sobria decoración. Los primeros brackets fueron concebidos para que descansaran sobre una ménsula independiente que se fabricaba al mismo tiempo y se decoraba para formar un conjunto. Poco después se empezaron a producir separados de su base, pensados para ser colocados sobre una mesa o chimenea. Los relojeros más prestigiosos de Inglaterra colaboraron activamente con grandes ebanistas que se encargaban de la fabricación del mueble y enriquecían la caja con elegantes adornos. Para lacar las mejores piezas contaron con la maestría de los artesanos chinos.
La exactitud en la medición del tiempo de los relojes ingleses ha llegado hasta nuestros días y se encuentran magníficas piezas realizadas con excelentes materiales y en perfecto estado de conservación. Algunos de los mejores ejemplares los han realizado relojeros como John Ellicott, Thomas Wright o Eardley Norton, entre otros, de los que la Reina de Inglaterra tiene numerosas piezas en su colección particular. En la presentación a la prensa de la casa del Príncipe de Asturias, pudimos ver en el vestíbulo, que sobre una consola de los Talleres Reales, estilo Carlos IV del siglo XVIII, reposaba un reloj inglés de sobremesa bracket realizado en el siglo XVIII con caja de caoba, aplicaciones de bronce cincelado y esfera metálica de medio punto, que pertenecía al fondo del Patrimonio Nacional.
Algunos nombres importantes en este terreno de los relojes fueron Johannes Fromantel, sus modelos llevaban una sola aguja, Edward East y Joseph Knibb, éste último destacó por la utilización del carillón. Las casas reales europeas conservan también piezas muy interesantes de James Smith, Joss Smith, John Taylor, Spencer & Perkins, Mard Storr o Jiggs & Evans. Los relojes de los maestros Graham y Tompion son los más apreciados y valorados, es muy difícil encontrar un ejemplar en el mercado y, en el caso de que saliera, su cotización sería muy elevada.
La solidez de su mecanismo casi le hace inmortal, cada pieza está especialmente pensada para su permanencia en el tiempo, sin renunciar al gusto y estilo. La esfera en numerosas ocasiones se mandaba hacer por orfebres que tallaban minuciosamente las cifras, grababan en la planta frontal y en la platina, incorporaban el dial plateado sobre una planta dorada, los relojes más característicos llevan las cifras negras y fondo plateado. Charles Cabrier II, célebre relojero que llegó a ser maestro del gremio en 1757, realizó algunos modelos de gran belleza como el que vendió la casa Alcalá en el año 2002 por un precio de 32.500€. Era un reloj Jorge II, fechado en 1740 tenía la caja en laca roja y aplicaciones de bronces cincelados y dorados, la esfera metálica con decoración grabada y numeración romana para las horas y arábiga para los minutos. En estos años se incorporaron dos pequeñas esferas, una para el segundero y otra para el silenciador de sonería. También es frecuente la abertura de un sector curvo en la esfera (o sobre ella) por donde el péndulo se ve mover, este detalle se utiliza sobre todo cuando el reloj no lleva segundero. Otros llevan indicaciones de fecha y fases lunares.
Los relojes ingleses durante más de doscientos años, han mantenido un mecanismo sujeto entre dos platinas, el conjunto muelle-caracol ha sido una de las constantes a lo largo de su producción. Cuando el muelle pierde su tensión por la marcha del reloj es el caracol el encargado de compensar este proceso y sujeta la cuerda de tripa o cadena metálica que envuelve al cubo. Estos relojes tienen varios trenes uno de movimiento o tren de marcha y uno o varios de sonería. El escape trasforma el movimiento giratorio en movimiento de vaivén (péndulo), hay múltiples escapes pero los dos más empleados son paleta o áncora. Ansorena vendió en 2002 por el mismo precio de salida 3.900€, un reloj realizado por James Smith. La esfera con números romanos para las horas y árabes para los minutos, rodeada de roleos en bronce. La maquinaria de dos trenes con sonería de horas y medias, despertador y calendario. Pletina grabada con decoración floral y de aves.
En la calle Alberto Bosch, nº 5 (tlf.914203120) se encuentra la Casa Losada donde el sonido del tic-tac, melodías, campanadas, el vaivén de los péndulos y el incesante girar de las manecillas de relojes con varios siglos de vida acompañan el trabajo de tres maestros relojeros Jesús López-Terradas, Pedro Ortiz Rey y Santiago Ortiz Rey. Son relojeros, restauradores y anticuarios. «La calidad es nuestra mejor garantía». Los relojes de Losada conservan el sabor de lo antiguo y sus propietarios mantienen el listón muy alto, con piezas de gran calidad de los siglos XVII, XVIII y XIX. En España ha habido muy buenos coleccionistas entre estos los reyes como Carlos I, Felipe II, etc. Tanto la Casa de Austria como la de Borbón hasta nuestro Rey Juan Carlos I han sido grandes coleccionistas y amantes de los relojes. «Antes un reloj era una necesidad, hay que pensar en el siglo XVII o en el XVIII que no tenían a Radio Nacional con las señales horarias. Eran piezas muy apreciadas sólo hay que observar los retratos de los monarcas que a lo largo de la historia se han retratado junto o con sus mejores relojes». En nuestros días el interés por este tipo de relojes ha crecido y el precio de las piezas alcanza cifras millonarias. El coleccionista quiere lo mejor, los hay que se centran en la precisión, otros en el exterior, algunos buscan una época y cuando se opta por una buena firma, un buen relojero, suele tener todos los puntos señalados.
Los precios tan elevados que están alcanzando estos relojes hacen imprescindible un buen asesoramiento ya que la picaresca a lo largo de los años ha llevado a confusiones muy caras para los incautos. Los relojes suelen ir marcados en la esfera, pero muchas veces no llevan la firma, aunque se puede saber exactamente de qué época es, zona, taller y a qué maestro relojero pertenece. Los relojeros trabajaban creando estas piezas durante treinta o cuarenta años por lo que se puede centrar el reloj en una época (Jorge II, Jorge III, victoriana, etc). También estos maestros creaban uno o dos modelos con ligeras variaciones y encargaban, generalmente, siempre las piezas a los mismos orfebres y ebanistas; todas estas pistas ayudan a datar y catalogar piezas sin firma. «El reloj bracket es un conjunto de máquina, esfera y caja -aclara Jesús López-Terradas- y todo tiene que ser del relojero o del taller que lo fabricó, es decir, que mantiene el estilo que corresponde a una época determinada. Todo lo que no sea así no interesa, o por lo menos, a la hora de adquirir un reloj debemos saber por qué no es así».
En un primer momento tienen un formato rectangular pero poco después se prefiere la caja cuadrada a la que añaden un frontis triangular o dos columnas salomónicas laterales, también se incorpora la cúpula de cesto con un asa, algunos relojes llevan dos asas laterales. Fue tan importante la demanda de los relojes lujosos que se hizo imprescindible la mano de obra cada vez más especializada, entre los que se encontraban los chinos que realizaron los mejores lacados del momento, uno de estos relojes lacados en verde con chinoseries, con la firma «Creak&Smith, London» y fechado en el siglo XVIII, se adjudicó por 7.500€ en 2002 en Segre.
En la década de 1670 es frecuente el uso del ébano el olivo y nogal, en estos años no es usual encontrar relojes decorados. La gran mayoría de los relojes eran negros, sólo en alguna ocasión se utilizaba la marquetería cuando utilizaban madera de árboles frutales. Entre los años 1675 y 1680 se añade el latón dorado pero aún es más frecuente el mueble sin decoración. La cestería de latón dorado moldeado o repujado se utiliza en los años 1685. En 1710 la decoración se extiende y se pone de moda el doble remate de cestería. La esfera de arco se comenzó a fabricar en 1715. En los años 1720 gracias al comercio internacional tan activo que mantenía Inglaterra se facilitó la importación de caoba. Esta nueva materia prima fue muy bien aceptada por los ebanistas ya que el dibujo veteado natural junto a otras características de dureza, ancho, etc. pronto la convertirían en la madera más lujosa y apreciada. Segre adjudicó en 15.000€ un reloj Jorge III (1744-1785) que había salido en 9.000€, realizado en madera de caoba y bronces cincelados y dorados. Del maestro relojero James Smith se conservan verdaderas obras de arte como un reloj de época Jorge III, del siglo XVIII que se subastó en febrero de 2000 en Alcalá con una salida de 4.808€ y subió hasta 10.818€.
A finales del siglo XVIII vuelven a verse los modelos rectangulares y su tamaño aumenta con la incorporación de figuras autómatas, sintonías musicales, órganos de flautas de zinc, etc. En estos años el maestro relojero Eardley Norton trabajó en Londres desde 1760 a 1792 y estuvo empleado para la Clockwater Company en 1770. El rey Jorge III mandó adquirir varios ejemplares de este relojero, entre los que destacan algunos con varias melodías realizados en caja de caoba y bronce dorado. Hacia 1800 Gravell&Tolkien, sucesores de Eardley Norton, fabricaron varios modelos de gran calidad de los que en algunas ocasiones las salas de subastas españolas ofrecen a sus clientes como el que en estos días ha subastado Alcalá con una salida de 6.000€, se trataba de un reloj Jorge III, en caoba rubia montada en bronce dorado y la maquinaria lleva la marca de numeración 3327. También con la inscripción «Chater and Son, London» rodeada de decoración en relieve vegetal en bronce dorado, caja arquitectónica en madera de caoba con arco de medio punto y en la esfera numeración romana, se adjudicó por 1.500€ en Retiro. Las mejores cajas de caoba son las realizadas entre los años 1765 y 1785. También la utilización de carey (sólo o con incrustaciones de latón o bronce) enriquecía el acabado.
En la subasta extraordinaria que la Sala Retiro celebró en junio de 2008, se remató en 6.000 euros un reloj Bracket estilo georgiano del siglo XIX-XX, con caja de caoba y aplicaciones en bronce dorado. Las esquinas achaflanadas decoradas con cabezas de esfinges en bronce dorado aplicadas y parte superior con motivo de jarrón de flores entre roleos vegetales y remates en forma de piñas. Laterales calados y pies en forma de garras. Con Silenciador. Sonería en horas, medias y cuartos. En abril del mismo año Ansorena vendió por el mismo precio otro reloj inglés del siglo XIX, también en caja de caoba ebonizada y aplicaciones en bronce dorado.
En marzo de 2007 Ansorena vendió por 19.000 euros un Bracket del siglo XVIII, en caja de madera ebonizada con aplicaciones en bronce dorado y cincelado firmado en la esfera por John Ellicott. Un año antes, en octubre de 2006, la Sala Retiro adjudicó un bracket del siglo XIX, en 6.000 euros, la caja de madera tenía apliques de metal dorado con roleos vegetales y hermas, con pies metálicos y remate de lazo con guirnaldas. La esfera firmada con las descripciones: Londres, Savage Vincent and Co. Tenía números romanos y maquinaria a la vista al dorso. Los laterales con partes de metal calado con terciopelo rojo, así como asas con mascarones de leones.
En el siglo XIX se emplearon las porcelanas o esferas lacadas en blanco. El maestro relojero James Villiams Benson trabajó en Londres desde 1857 a 1877, de su taller salieron numerosos relojes como el que adjudicó Fernando Durán en noviembre de 2000 por el mismo precio de salida 5.109€. Decorado con marquetería de marfil y madera de boj, con motivos vegetales simétricos. Un reloj de la época victoriana, en caja de caoba rubia, firmado «J.W.Benson Ltd, 25 Old St». y cestos de frutos. La esfera plateada llevaba aplicaciones de bronce dorado y tres silenciadores. Sonería de horas, medias y cuartos. En Ansorena el reloj inglés del siglo XIX, firmado por John Taylor, partió de 6.000€ y las pujas subieron su precio hasta los 8.000€. Este reloj llevaba la esfera en metal dorado con disco plateado para la numeración, con segundero y calendario. La maquinaria de cuerda para ocho días, con sonería de horas y medias. La caja decorada con aplicaciones de bronce dorado con relieves. La platina, con tapa de cristal al dorso también estaba trabajada con relieves vegetales. El pasado mes de octubre Finarte vendió con el mismo precio de salida de 1.800€ un bracket victoriano en madera de caoba, realizado en Inglaterra en la segunda mitad del siglo XIX y firmado «John More&Sons, Clerkenwell, London».
«Los relojes pueden ser muy similares en su aspecto exterior pero en su interior pueden llevar piezas muy distintas que les diferencia espectacularmente, aclaran los maestros relojeros de Losada, un reloj de John Taylor tiene unas piezas muy cuidadas, de la misma época y con un aspecto muy parecido encontramos otros relojes que no son de la misma calidad». También hay diferencia en la cantidad de elementos que contienen, puede ser un reloj con un solo tren (movimiento), de dos trenes (movimiento y sonería de horas y medias) y de tres trenes (movimiento, sonería de horas, medias y cuartos). Aunque también hay casos de relojes con dos trenes que llevan sonería de cuartos pero no es lo normal. Los hay de cuatro trenes cuando se le añaden otros movimientos como con el carillón, etc. Pueden ser relojes con una campana para dar las horas o con varias, pueden llevar hasta ocho para dar los cuartos. La sonería puede ser también sobre bordones.
Entre las peculiaridades de los bracket, según Luis Montañés, destaca el hecho de que una vez que comenzaron a producirse en Inglaterra en el siglo XVII mantuvieron su identidad prácticamente sin variaciones durante doscientos años. La caja de estos relojes es muy característica, en un principio poco decorada, casi todas de ébano, pero poco a poco se fueron incorporando otras maderas nobles y también adornos de bronces, asas, etc., pero siempre conservando su forma tan característica. Otro de los aspectos que destaca este especialista es el decaimiento sorprendente a partir de 1880 de la relojería inglesa tomando el relevo los relojeros alemanes que fabrican los bracket y que, curiosamente, se los venden a los ingleses. Estos relojes son idénticos a sus predecesores y sólo un experto podría diferenciarlos. Constan de una capilla con techumbre curva, la esfera clásica de bronce, molduras de esquina y copete, el disco de horas plateado y la numeración en negro. Los bracket ingleses mantuvieron el caracol durante más de dos siglos. Los ingleses creían que el caracol era una pieza imprescindible de su maquinaria, algo que, posteriormente, los relojeros franceses demostraron que no era necesario. En cuanto a la sonería también fueron distintos al resto de Europa ya en un principio consideraron innecesario el toque de las medias horas. Los relojes con carillón sí entonan melodías para los cuartos, medias y horas. Por último, hace hincapié en que los relojes bracket más que objetos de colección tienen un valor funcional y decorativo, a lo que contribuye su precio, ya que si antes no existía un gran interés por estas piezas ahora es difícil encontrar alguno que baje de los 6.000€.
La relojería antigua necesita buenos restauradores, el bracket es un reloj muy preciso por lo que es muy importante que esté en buenas manos. A lo largo de los siglos este tipo de relojes ha demostrado su solidez y su buen hacer, según López-Terradas, es un reloj que ha durado cien o doscientos años y que si se restaura bien puede durar muchos siglos más. El precio baja o sube según la firma, modelo y conservación, pero hay que valorar que en alguna ocasión se ha restaurado o se ha cambiado alguna pieza sin tener en cuenta el conjunto y encontramos relojes del XIX en cajas del XVII y lo que es más frecuente, relojes del XVII y XVIII en cajas del XIX. «La restauración es muy compleja, hay que dejarlo como realmente era, no se puede alterar la estructura. Si hay que sustituir alguna pieza, nosotros la hacemos idéntica a la que tenía el original y para que tenga valor la restauración también le añadimos nuestra marca en la pieza. Es cuestión de honradez y profesionalidad». «Los precios siempre se pueden discutir pero lo que no se puede discutir es la calidad de lo que se está vendiendo, un reloj ha de ser siempre una máquina que funciona perfectamente que no sea una boda (piezas de distintos siglos o que ni siquiera correspondan al reloj bracket), un reloj no tiene que tener ninguna alteración en sus movimientos, ni en su funcionamiento». La idea, añade López-Terradas, de que el reloj antiguo es una pieza decorativa que más o menos lleva la hora, es un gran error, esta idea está ligada al desconocimiento de la relojería.
Bracket: Una obra de arte
Inglaterra mantuvo una estética relojera distinta al resto del mundo durante doscientos años. Pero no fueron ajenos a los avances de la relojería y desde el siglo XVII y lo largo de los doscientos años de producción incorporaron mejoras en la maquinaria y en los materiales. Son piezas pensadas para su permanencia en el tiempo, sin renunciar al gusto y al estilo. La maquinaria es tan sólida que en algunas ocasiones se encuentran relojes con caja del XIX con maquinaria del XVII. Entre seis y doce mil euros se puede adquirir un bracket de un gran maestro relojero, pero antes de efectuar la compra hay que tener en cuenta que el reloj bracket es un conjunto de máquina, esfera y caja, si uno de estos elementos no concuerda el valor del reloj bajará considerablemente su cotización. Un reloj sin firma puede haber sido realizado por un gran maestro. Una buena catalogación puede doblar el precio del reloj.
Grandes ebanistas, orfebres prestigiosos y las manos expertas de los artesanos chinos colaboraron durante doscientos años activamente con los mejores relojeros ingleses.
En la década de 1670 es frecuente el uso del ébano el olivo y nogal. (color negro).
Entre los años 1675 y 1680 se añade el latón dorado.
La cestería de latón dorado moldeado o repujado se utiliza en los años 1685.
En 1710 la decoración se extiende y se pone de moda el doble remate de cestería.
La esfera de arco se comenzó a fabricar en 1715.
A partir de los años 1720 la madera de caoba sería la más apreciada y lujosa.
Las mejores cajas de caoba son las realizadas entre los años 1765 y 1785.
Maestros relojeros
Algunos de los mejores ejemplares los han realizado relojeros como John Ellicott, Thomas Wright o Eardley Norton, Johannes Fromantel, Edward East y Joseph Knibb, Joss Smith, James Smith, John Taylor, Spencer & Perkins, Mard Storr o Jiggs & Evans. Los relojes de los maestros Graham y Tompion son los más apreciados y valorados.
El mercado español ofrece brackets de estilo Jorge II, Jorge III y victorianos de firmas como J.W.Benson, Creak&Smith, Clockwater Company, Gravell&Tolkien, Chater and Son, y John More&Sons. Los más frecuentes en las salas de subastas son los realizados por James Smith, Charles Cabrier II, Eardley Norton y John Taylor.
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