Tras su inesperada y prematura muerte en Roma –murió con 60 años-, se han celebrado algunas exposiciones importantes como la antológica de su obra pictórica que le dedicó en el año 2003 el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía o la que organizó la propia Fundación Juan March, en su sede de Madrid, en septiembre de 1984. Ahora, 25 años después, se organiza esta muestra que está, básicamente, centrada en una de las facetas complementarias de su propia actividad pictórica como fueron sus viajes. El viaje fue una constante de su vida. En un viaje, rodeado de sus amigos próximos, Torner, Rueda, encontró Cuenca para hacer realidad uno de sus sueños: un lugar donde reunir sus obras y la de sus amigos, el Museo de Arte Abstracto; y en otro viaje, en Roma, murió. Para Zóbel viajar era descubrir y conocer. Hay viajes que son por placer, otros por obligación, acaso también para huir, para descansar, para distraerse. Los de Zóbel fueron, siempre, viajes de artista.
Fernando Zóbel: viajar, dibujar, pintar presenta, además de una amplísima selección de esos cuadernos, que sugieren al espectador un viaje imaginario por los lugares que dejaron una huella particular en el artista y fueron pretexto de muchas de sus obras, una selección de óleos procedentes de los fondos de la Fundación Juan March y de algunas colecciones particulares e institucionales, de Cuenca y de otras ciudades españolas, que añaden a su atractivo propio el que pocas veces han sido contemplados en público.
Ésa es una de las razones por las que nos ha parecido que el mejor homenaje que podía rendirse a su memoria era que, puntual para la fecha de su aniversario, se concluyese la limpieza, restauración y embellecimiento de todas las obras de Zóbel en la colección permanente del Museo de Arte Abstracto Español, y también la de todas las obras en la colección de la Fundación Juan March, algunas de las cuales pueden contemplarse en el Museu d’Art Espanyol Contemporani, en Palma. No todas lo necesitaban, porque afortunadamente el espíritu de Zóbel sigue vivo en el museo y en la Fundación, pero en muchas de ellas se advertía el inexorable paso de veinte, veinticinco, en algunos casos cuarenta años de ininterrumpida exhibición pública.
Todos los cuadros del artista que forman parte de la colección permanente del museo, han sido, pues, objeto de un proceso de limpieza y conservación que hace más visible aún la pulcritud zobeliana en la ejecución de las obras, y también la profunda, audaz y esencial luminosidad que las define, un aspecto formal al que el texto de José Manuel Caballero Bonald, que se reproduce junto a otro de Gustavo Torner en el programa de mano de esta exposición, alude con exactitud. En dos casos -las piezas Ornitóptero (1962) y El Júcar X (1971)-, el visitante que lo desee podrá profundizar en los detalles de los procesos de limpieza, restauración y reenmarcado, gracias a las cartelas preparadas por el equipo de restauradoras de la Fundación Juan March.
CARPETA CON DIEZ FACSÍMILES
Con motivo de esta exposición la Fundación Juan March ha preparado una carpeta (Cuadernos de apuntes, 1975-1981) con diez facsímiles seleccionados entre los más de 130 cuadernos de apuntes y dibujos de Zóbel, que pertenecen a la colección del Museo de Arte Abstracto Español. Las imágenes recogen lugares que el artista descubrió en algunos de sus numerosos viajes por todo el mundo, y también en Cuenca.
Museo de Arte Abstracto Español (Fundación Juan March), de Cuenca 25 de marzo-28 de junio
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