El Museo Reina Sofía “El gran teatro de Juan Muñoz” (vídeo)

Espectacular puesta en escena de una magnífica exposición de la obra de Juan Muñoz.
El Reina Sofía se ha convertido en el teatro que acoge el espectáculo que Juan Muñoz deseó “Me gustaría que el espectador pudiera entrar en la obra de arte como un actor entra en su propia escena… Me gustaría que quien acude a una exposición, ya sea en un museo o en una galería, se comportara como lo haría un actor, un actor inmóvil”.

Del 21 de abril al 31 de agosto

El Museo Reina Sofía dedica a Juan Muñoz (Madrid, 1953-Ibiza, 2001) la retrospectiva más completa organizada sobre el artista hasta la fecha, dentro y fuera de España. La exposición, que se puede visitar hasta el 31 de agosto, ha sido inaugurada por la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, quien visitó la exposición «Juan Muñoz. Retrospectiva en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía» acompañada por la presidenta del Patronato del Museo, Pilar Citoler; el director del Museo, Manuel Borja-Villel; la comisaria general de la exposición, Sheena Wagstaff; la comisaria en el Reina Sofía, Lynne Cooke; el director gerente de la Fundación Santander, Javier Aguado; la artista Cristina Iglesias; la presidenta de SEACEX, Charo Otegui y el director de la Tate Modern, Vicente Todolí, entre otras personalidades.

Las esculturas silenciosas participan en un mundo fantástico donde el visitante puede intervenir completando la situación a modo de escena teatral. Las obras de Juan Muñoz entre espejos y amplios espacios provocan un singular lenguaje. Hay que destacar la importancia del montaje en esta exposición ya que el Museo Reina Sofía ha cuidado especialmente cada uno de los detalles, destacando la importancia de la escultura con focos estratégicamente instalados, amplios espacios, salas en penumbra, sonidos indirectos, juego de luces y sombras que invitan a descubrir algo más, ver lo no expuesto, imaginar lo no contado. Como los maestros del Barroco, Juan Muñoz engaña nuestros sentidos con personajes que charlan sin abrir sus labios, espejos que reflejan la realidad ampliando la escena. Según Lynne Cooke, subdirectora de Conservación, Investigación y Difusión del Museo Reina Sofía y comisaria de la exposición, «A Muñoz le encantaban los trucos de todo tipo, le fascinaban los magos (también conocidos como ilusionistas), y el mazo de cartas fue para él un compañero todavía más constante que el cuaderno de bocetos». Una exposición única.

Se han reunido más de 100 obras cuyo grueso se exhibe en la tercera planta del edificio Sabatini. Pero además, las piezas de Juan Muñoz sobrepasan las puertas de las salas de exposiciones y se muestran en diferentes lugares del Museo sorprendiendo al visitante: el jardín, el claustro, la  guardarropía del antiguo Hospital o la inmensa terraza de unos 400 m2 que se asoma al jardín de Sabatini.  La muestra, que ha sido organizada por Tate Modern, Londres, en asociación con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, coproducida por Tate Modern y la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior- SEACEX y patrocinada por La Fundación Banco Santander, reúne algunas obras hasta ahora nunca antes exhibidas públicamente: esculturas, instalaciones, dibujos, obras radiofónicas, escritos… Aunque se ha podido ver en la Tate Modern de Londres y en el Museo Guggenheim de Bilbao, la exposición que ahora presenta el Museo Reina Sofía se ha visto notablemente enriquecida en cuanto al número de piezas.

Se trata de hacer un recorrido por los diferentes momentos artísticos de Juan Muñoz, desde sus primeras obras, realizadas a comienzos de los ochenta, en las que la ausencia de personajes no omite la presencia humana, hasta sus  últimos trabajos realizados en 2001.

Los trabajos más tempranos del artista, sus primeras miniaturas de elementos arquitectónicos sencillos, como Escalera de caracol, de 1984,  u Hotel Declercq, de 1986, que estarán en la muestra, darán paso a obras más complejas compuestas por varios tipos de figuras escultóricas que conforman una  coreografía; son obras con una dinámica de gran densidad psicológica, que interaccionan con el entorno en que se sitúan, y también con el espectador.

Entre las primeras figuras de Muñoz aparecen los acróbatas de madera con miembros articulados, pequeñas bailarinas de manos en forma de campana o de tijera, cuya parte inferior está  encajada en moldes bulbosos semiesféricos, y muñecos de ventrílocuo; todos ellos necesitados de un «maestro» que los mueva y anime.  Unos años después de Tierra baldía, en 1993, Muñoz creó Stuttering Piece (Pieza tartamudeante) en la que aparecen dos estatuillas sentadas sobre bancos de cartón dotadas de voces mecánicas, pero cuya «conversación» se ve alterada por la disfunción del habla de una de ellas. En el 94 Muñoz creó una versión más humana del muñeco, dotándolo de medios para hablar a través de una lengua mecánica; la obra se titula Ventriloquist Looking at a Double Interior (Ventrílocuo mirando un doble interior) 1988-2000 y representa un enigma de doble sentido que resuena entre la ubicación material de la pieza y las invisibles líneas de puntos de sus «proyecciones» auditiva y visual.

Después, el artista siguió creando obras con bocas animadas electrónicamente como Winterreise (Viaje de invierno), de 1994 o Viaje de invierno que remitía al ciclo de Lieder de Franz Schubert, pensado para una única voz masculina a partir de 1827, que a su vez se basa en una serie de veinticuatro poemas de Wilhelm Müller.

En su primera exposición individual,  celebrada en 1984, Juan Muñoz incorporó a diversas obras unas orejas sin cuerpo hechas de madera. Durante la década siguiente las orejas encontraron un equivalente metafórico en varias piezas con tambores. La primera de ellas, presente en la muestra, Wax Drum (Tambor de cera), de 1988, se realizó el mismo año que Ventrílocuo mirando un doble interior. Diez años después, Muñoz eligió entre una serie de fotografías de sí mismo otra imagen en la que aparecía vestido de tamborilero, con zapatillas de lona blanca y tirantes, y escribió a mano «Self–Portrait» (Autorretrato) sobre la foto. La obra recordaba la novela de Günter Grass El tambor de hojalata.

Otro asunto recurrente en la obra de Muñoz y que queda patente en la muestra es el personaje del enano. Aparece por primera vez en The Prompter (El apuntador), de 1988. Como más tarde recordaría el artista, “Desde el principio, mis figuras (enanos, muñecos de ventrílocuo) tenían una orientación conceptual.

Utilizo la arquitectura para dar a la figura un marco de referencia”. Muñoz siguió moldeando figuras de esos seres diferentes, como George y Sara, y a ésta la identificaría en obras posteriores, como en Sara with Billiard Table (Sara con mesa de billar), de 1996 o Sara With Mirror (Sara frente al espejo), también de 1986 y que se podrá ver en el Museo y que no se ha visto anteriormente.

Al recorrer la exposición se observa pues que su trabajo está lleno de figuras de presencia física extraordinaria: marionetas, acróbatas, humanoides animados electrónicamente, muñecos de ventrílocuos, enanos, bailarinas y personajes identificables del Oriente próximo y lejano, como Turquía y China, todos ellos asociados tradicionalmente con la historia de la magia antigua y con las artes de la ilusión;  Muñoz juega deliberadamente con la idea histórica y prototípica que se ha tenido en Occidente de lo exótico.

A comienzos de los noventa el artista comienza a trabajar en una serie de «escenas de conversación»,  que para algunos se han convertido en sus obras más emblemáticas. Como se puede observar en la muestra, las escenas se componen de figuras anónimas, de rasgos genéricos y despersonalizados, que se reúnen con actitudes que muestran su interacción con los demás.

La parte superior de la escultura es humana, mientras que la inferior está envuelta en una pesada base esférica. Son de un  tamaño inferior al del ser humano medio y sólo se distinguen entre sí por la posición de sus brazos o por su ubicación. Un primer ejemplo de este tipo de obra es el bronce titulado Listening Figure (Figura que escucha), de 1991, compuesto por cinco personajes; uno de ellos, a pesar de formar parte del grupo, se encuentra separado en contacto con la pared de la sala.  La obra Conversation Piece (Escena de conversación), de 1996, esta compuesta por cinco figuras de abultadas formas y superficie de tacto áspero, debido a la resina y la arpillera. Tanto éstas como la que bajo el mismo título y realizada dos años antes reúne a 21 figuras instaladas en la gran terraza de la tercera planta, se pueden ver en la exposición.

A mediados de la década de los noventa algunas de las figuras de Muñoz cobran una forma más humana, y sus piernas, aunque todavía carecen de pies, se liberan de sus pesados lastres. Vaciados a partir de un busto cerámico de estilo Art Nouveau, todos sus personajes tienen una fisonomía parecida de rasgos asiáticos y expresiones que apuntan a la carcajada.

Many Times (Muchas veces), de 1999, es una gran composición, formada por unas cien figuras con rasgos asiáticos, casi idénticas, pero con diferentes gestos y posturas. La obra que ocupa una sala completa, acentúa la sensación de aislamiento del observador, que puede caminar entre ellos como si con su mirada fija no pudieran verle.

Aparece también con frecuencia en la obra de Juan Muñoz el espejo, instrumento recurrente para expresar alteridad. Es el caso de Staring at the Sea (Mirando fijamente al mar), de 1997-2000 y One Figure (Una figura), de 2000, uno de sus últimos trabajos. Muñoz había manifestado: “En ocasiones, mis personajes se comportan como un espejo que no puede reflejar. Están ahí para decirnos algo sobre nuestra mirada, pero no pueden hacerlo, porque no nos permiten vernos a nosotros mismos”.

Por otra parte, en la muestra se presentan tres piezas sonoras: A man in a Room Gambling (Un hombre en una habitación apostando), 1992-1997; Building for Music, (Edificio para la música) 1993, – pieza de veinte minutos que fue creada para ser transmitida en una emisora local- ; A Registered Patent: A Drummer Inside a Rotating Box (Tamborilero dentro de una caja giratoria) 2001-2002.

A Juan Muñoz se le podría considerar  ante todo un narrador “Creo que la radio es, en cierto modo, el medio de comunicación más vanguardista que conozco, porque obliga al oyente a imaginarse el mundo que hay fuera, más allá de la obra. De alguna manera, la radio es el territorio de la imaginación” escribía Juan Muñoz en 1993. La comisaria de la muestra, Lynne Cooke afirma en uno de los textos del catálogo que en calidad de narrador Juan Muñoz fue como produjo muchas de las obras más impactantes y profundas de su última etapa, “No hay duda de que, a finales de la década de 1990, lo inmaterial- independientemente de que fueran palabras impresas, música, sonidos o muestras de comunicación verbal- se había convertido en su invención más radical”.

Obras tan significativas de la última época como Derailment (El descarrilamiento) de 2001 o Two Seated on the wall with Small Chair (dos sentados en la pared con silla pequeña) del mismo año, Hanging Figure( Figura colgada)  completan la exposición.

El artista y su lenguaje

La obra de Juan Muñoz marca un punto de referencia en la renovación de la escultura contemporánea internacional. Su estrategia estética desdibuja la demarcación estricta tanto entre espectador y creador como entre la escultura y otras manifestaciones artísticas, más o menos próximas, como es la instalación, enriqueciendo enormemente el sentido narrativo de sus novedosas propuestas.

Durante casi veinte años Juan Muñoz creó, a través de su personal lenguaje, un corpus de una excepcional narratividad con referencias múltiples a la historia de la cultura occidental. Lo que se ve no es lo que parece: desde sus balcones deshabitados se observa lo que pasa en los espacios de la mirada; sus pasamanos sin destino llegan, incluso, a causar dolor al introducir elementos relacionados con la violencia, como los cuchillos; la reminiscencia del Barroco se evidencia en los suelos ópticos que juegan con la arquitectura de Borromini en edificios tan significativos como el Palazzo Spada, de Roma, enmarcando y escenificando al personaje que los transita para hacerlo actuar; y las figuras suspendidas en el aire nos remiten a la trapecista representada por Degas, mientras que los grupos de numerosos personajes se contemplan como en el teatro de máscaras desnudas de Luigi Pirandello.

Con frecuencia Juan Muñoz ha parecido una figura aislada, respecto a las tendencias imperantes en la escultura internacional de la década de 1980 y 1990, que aún se resistía a la figuración. Juan Muñoz perteneció a la primera generación de artistas estadounidenses y europeos de finales de la década de 1980 que, como Robert Gober, Thomas Schütte, Katharina Fritsch, Paul McCarthy, Stephan Balkenhol, y Charles Ray, abordaron con diferentes grados de compromiso la figura esculpida, o fragmentos de ella, tratando a la vez de dar a su trabajo cierto carácter narrativo.

Para la realización de sus obras, Muñoz se alimentaba de fuentes literarias, arquitectónicas, mitológicas, filosóficas, musicales, cinematográficas, poéticas y teatrales, así como de elementos de la historia de la magia y el ilusionismo.

El artista sentía especial atracción por el misterio, las ilusiones y el urdir relatos que sirvieran para entablar una partida psicológica con el espectador. Fruto de esta tendencia son los dibujos de gran tamaño que, realizados con tiza blanca sobre tela de gabardina negra, representaban habitaciones oscuras. Por otra parte algunos de sus textos tenían  que ver con el estilo literario y la prosa simbolista de Jorge Luis Borges. Al igual que éste, Muñoz conjugaba el interés por su tierra natal con una perspectiva cultural mucho más amplia, mezclando realidad con ficción.

Juan Muñoz nace en Madrid en 1953, En la década de los setenta viaja a Inglaterra para estudiar en el Croydon College y luego en el Central School of Art and Design. Allí conoce a su esposa, la escultora Cristina Iglesias, con quien tiene dos hijos. En 1982 viaja a Estados Unidos, gracias a una beca Fulbright continúa su formación en la Pratt Graphic Center de Nueva York, donde conoce a Richard Serra y comienza a trabajar como asistente del escultor Mario Merz. A su labor creadora hay que añadir sus escritos y su actividad en la organización de exposiciones. En 1984 realiza su primera exposición individual en la Galería Fernando Vijande de Madrid. A partir de ese momento comienza una serie de exposiciones en Burdeos, Venecia, Barcelona, Nueva York, Kassel y Londres que le consagran como uno de los artistas emergentes más importantes del panorama europeo, no sólo en el ámbito de la escultura, sino también de otras disciplinas artísticas como la performance, el sonido, o instalaciones.

En el año 2000 recibe el Premio Nacional de Artes Plásticas y en junio del 2001 inaugura la muestra «Double bind» en la Tate Modern de Londres, siendo el segundo artista invitado para las «Unilever Series»(después de Louise Bourgeois) y el primer español en ocupar y transformar el impresionante espacio de la Sala de las Turbinas. Muere prematuramente durante unas vacaciones en Ibiza a la edad de 48 años, en el momento más álgido de su productiva carrera, a punto de inaugurar una retrospectiva en el Hirshhorn Museum de Washington DC.

Catálogo
Paralelamente a la muestra, el Museo Reina Sofía y la editorial Turner han editado un catálogo que con el nombre Permítaseme una palabra… Juan Muñoz nos adentra, a través de más de 160 imágenes en las esculturas, instalaciones, dibujos, obras radiofónicas y escritos del artista. La publicación, además recoge una selección de textos de Lynne Cooke, Subdirectora General de Conservación, Investigación y Difusión del Museo Reina Sofía y comisaria de esta muestra, Sheena Wagstaff , Conservadora Jefe de la Tate Modern y comisaria general de la exposición; Luc Sante, escritor y profesor de Escritura e Historia de la Fotografía en el Bard College; Adrian Searle, critico de arte de The Guardian y profesor en el Royal College of Art de Londres; Alberto Iglesias, músico y colaborador de Juan Muñoz; Jan Avgikos, historiadora de arte y crítico y Justo Navarro, escritor, traductor y periodista.

Actividades paralelas
Con motivo de la publicación del libro: Un truco de salón. Escritos de Juan Muñoz, el día 23 de abril (día del libro) habrá un encuentro entre Lynne Cooke y Adrian Searle donde se conversará sobre los escritos del artista, aspecto poco estudiado pese al protagonismo de lo narrativo y literario en su producción. (Auditorio 200. Edificio Nouvel. 17:30 h)
Por otro lado, dentro del ciclo: Objetos de discordia, territorios en disputa. Los debates de la escultura en el siglo XX, que ha sido organizado por el  Museo, el 18 de junio tendrá lugar una conferencia a cargo de la comisaria de la exposición, Lynne Cooke, bajo el título: Juan Muñoz. Sculpture material and inmaterial [Juan Muñoz. Escultura material e inmaterial].

María Jesús Burgueño

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