El museo Picasso de Barcelona ha presentado su más reciente adquisición en un acto que contó con la presencia del director del museo Josep Serra y el alcalde de Barcelona Jordi Hereu que agradecieron la donación y el compromiso con el museo de Catherine Hutin, hija de Jacqueline Picasso.
La pieza adquirida se trata de un esbozo realizado el 16 de agosto de 1957, un día antes de que el artista acometiera la primera obra de la serie, inspirada en Velázquez, Las Meninas. “Es una incorporación excepcional. En ella se aprecia ya un estudio detalladísimo de la luz y las diagonales del cuadro”, expresó Serra y concretó aún más cuando apuntó que debajo de la gran tela original, actualmente cedida a la National Gallery de Londres, no hay ningún dibujo preparatorio por lo que “no es descartable que no haya más esbozos”.
Entre el 16 de agosto y el 30 de diciembre de 1957, Picasso se encerró en su estudio de Cannes para trabajar en un exhaustivo estudio de la obra de Velázquez formada por 58 óleos: 44 interpretaciones de la obra de Velázquez, 9 descripciones del palomar, 3 paisajes y 2 interpretaciones libres, en la línea de sus interpretaciones de obras de grandes artistas como Manet, Courbet, Poussin o Delacroix.
El nivel de acabado del esbozo, la perfección y seguridad del trazado de las líneas simples, casi caricaturescas, y la coincidencia de planos refuerzan la idea de que fuera éste el esbozo sobre el que un día más tarde, el 17 de agosto, se basó para el conjunto de Las Meninas. Dada la importancia de este dibujo el director del Museo anunció que en breve se publicaría un artículo sobre esta pieza.
Cuando en 1968 Picasso donó la serie al museo se desconocía la existencia de este esbozo que permite establecer el modelo de trabajo del artista ante sus grandes composiciones, siempre muy meditadas y con dibujos preparatorios como punto de partida y referente de la obra final.
Hoy, treinta y dos años después, la donación de Catherine Hutin completa la única gran serie completa en manos de una institución. Este hecho único es uno de los grandes valores del museo barcelonés que mantiene una estrecha y generosa relación tanto con Hutin como con su madre, Jacqueline Picasso, como agradeció el director del museo.
Josep Serra anunció también que hacia el verano, cuando el gran conjunto de Las Meninas regrese de Londres, el museo realizará una nueva instalación de la serie ordenada cronológicamente, “es imposible hacerlo de otro modo, así se ve mejor el proceso de trabajo. Es un buen momento para volver a Picasso. La distancia nos permite revisar muchas cosas para las que antes no había tanta distancia”.
Atraido por la luz
Los motivos que le indujeron a emprender este exhaustivo análisis fueron explicados por el propio Picasso a Jaume Sabartés y a Roland Penrose. Atraído por la luz y la disposición de los personajes dedujo que si, por capricho, los cambiara de lugar, el primer movimiento ocasionaría un desplazamiento en las otras figuras y, por consiguiente, cambios de luz y de atmósfera.
No obstante, entre sus confesiones a Sabartés y el inicio de la serie transcurrieron algunos años, prolíficos como siempre en Picasso, en los que en algunas de sus obras se fue preparando inconscientemente para acometer este gran proyecto. Como ya manifestó Manuela B. Mena Marqués, la villa La Californie, donde vivió con Jacqueline entre 1955 y 1961, jugó un gran papel en la génesis de la serie.
Su exuberante arquitectura inspiró numerosas pinturas en las que estudió el espacio, vacío o abarrotado de objetos, insinuando la presencia del artista en su taller con un caballete con su lienzo, en blanco o pintado, una puerta semi abierta, la paleta con sus pinceles abandonados sobre una silla o la presencia silenciosa de la modelo. En esas obras, la intensa luz mediterránea se filtra por las ventanas y reverbera en los muebles y objetos, y Picasso reproduce esos juegos lumínicos mediante formas triangulares y piramidales de intenso color, que modifican el espacio y contribuyen a darle profundidad.
El motivo recurrente del interior de La Californie en los cuadros de Picasso desapareció casi totalmente en junio de 1956, pero regresó con fuerza en agosto de 1957, cuando el artista se encerró en el taller de la planta superior para trabajar, entre el 16 de agosto y el 30 de diciembre, en la serie Las Meninas.