Retratos de poder femenino con España al fondo
Andrés Merino Thomas
Si hay un rasgo que define la historia política y sociológica de nuestro país en las últimas décadas es el paulatino acceso de la mujer a los distintos círculos del poder. Uno de los mayores símbolos de esta realidad han sido los celebrados nombramientos de ministras. Desde que en diciembre de 1981 Soledad Becerril fue nombrada responsable de la cartera de Cultura en uno de los Gobiernos de Leopoldo Calvo-Sotelo, más de treinta mujeres se han hecho cargo de ministerios en la historia de la democracia. La periodista Cristina Larraondo ha publicado un ensayo conjunto sobre las que lo hicieron en los gabinetes de UCD y las legislaturas en que gobernaron los presidentes González y Aznar, en un atractivo libro que recoge diecisiete perfiles femeninos que hoy siguen participando muy activamente en la vida cultural, económica, jurídica y política de nuestro país.
En la mayoría de los casos la autora ha subrayado que llevar una tan especial cartera negra supuso un doble reto, político y personal. En todos ellos, humano. Muchas de las entrevistadas subrayan las dificultades a las que debieron hacer frente. La sociedad, en muchos sectores, evolucionó lentamente, tardando en valorar capacidades de liderazgo o gestión que hasta entonces se entendían como exclusivamente masculinas. Llama la atención que en no pocos casos se menciona la condición femenina, aunque sea en recuerdos concretos sobre negociaciones políticas o anécdotas, como una dificultad añadida o una fuente de conflicto que finalmente se superó. De forma paralela, prácticamente todas nuestras ministras hasta 2004 con las que Larradondo ha hablado recuerdan las dificultades que tuvieron durante su mandato para conciliar vida profesional y familiar. Curiosamente, la mayoría procedía de profesiones en las que ya habían debido poner en práctica hábitos de organización horaria y personal flexible, como la docencia, el mundo empresarial o la propia política.
“Yo fui ministra”, es un libro escrito con respeto, pero sin eludir la gran cuestión delicada e inevitable: el cese de cada una de ellas en su cargo. En general, quienes han hablado lo hacen con delicadeza y gratitud sobre la confianza del Presidente que les hizo llegar a un gabinete ministerial y, salvo excepciones que el lector con buena memoria o generoso olvido sabrá situar, deslizan sutiles alusiones a crisis inesperadas. Esas crisis que siempre, tarde o temprano, llegan. Algunas pasaron a desempeñar otros importantes cargos en la vida nacional o internacional. La mayoría siguió con sus vidas, privadas y públicas. Dos, Loyola de Palacio y Julia García-Valdecasas, nos dejaron para siempre. Un libro como el de Cristina Larraondo tiene por tanto el valor de todo un retrato conjunto sobre cómo la mujer llegó en la democracia al Consejo de Ministros. Un libro que merece la pena leer.
“Yo fui ministra”
Cristina Larraondo
Barcelona, Plaza & Janés, 271 pág.
ISBN: 978-84-01-30553-5
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