¿Excelentísimos Señores?

Andrés Merino Thomas

Que todo intento de contribuir a la mejora de cualquier tipo de relaciones en el seno de la sociedad debe ser bienvenido con atento saludo no es un tópico. Cualquier lector coincidirá en una grata idea: al serle propuesto un ramillete de recetas de comportamiento humano, sea bajo la fórmula de comunicación, protocolo o ceremonial, recorrerá su contenido con la curiosidad propia de quien se acerca a una suerte de fórmula secreta. Como si fuese una historia a la vez desconocida, pero cercana y familiar, cuyo contenido conocemos, más o menos, pero al que no hemos sabido dar nombre o forma hasta ese momento. Una especie de vocación hacia el éxito, que nos esperaba medio escondido en un recodo, y ahora promete por fin acudir a nuestro encuentro cada vez que practiquemos dos o tres reglas de manera mecánica, pero natural. Esa podría ser, quizá, una definición –que quiere ser poética- de las buenas maneras, a las que Arantxa García de Castro se ha acercado en un libro que analizamos hoy.

La proliferación de publicaciones sobre el tema ha provocado una confusión sobre distintas materias. No se distingue entre protocolo, ceremonial, buenas maneras, etiqueta o derecho premial, por lo que una obra que, como hemos indicado, pretende mejorar las relaciones personales y sociales, incide en aspectos técnicos que desbordan ampliamente su objetivo. Por eso nos vemos obligados a mencionar graves errores que nos obligan a desaconsejar directamente el libro como tal. Nos referimos, en concreto, al capítulo dedicado a los tratamientos de cortesía y los referidos a autoridades, en la que pueden leerse literalmente frases como “ilustrísimo lo merecen generalmente los senadores y diputados, siempre teniendo en cuenta la forma de gobierno que impere en un país”. Tal afirmación supone desconocer directamente nuestra propia legislación. Igual peligro supone, sobre todo para lectores que deseen formarse en lo que a protocolo u organización de eventos públicos se refiere, que en un libro se proporcione como información básica que los miembros del Gobierno español continúan gozando del tratamiento de Excelentísimo Señor, cuando en febrero de 2005 el Consejo de Ministros eliminó el mismo, destinando únicamente la expresión “Señor” para todos aquellos que forman parte del Gabinete.

Un error de tal magnitud arrastra como el Carro de Faetón a los siguientes. Continuar afirmando en 2009 que cargos de responsabilidad mucho menor en el marco de la Administración General del Estado conservan tal tratamiento reduce la calidad de la obra hasta límites claramente inferiores. Lamentablemente, la redacción general del resto del texto deja mucho que desear, y a pesar del tono general, propuesto con un indudable deseo de proporcionar herramientas para mejorar las capacidades personales y profesionales en el marco de una sociedad cambiante, la obra adolece de los exigibles índices de aceptabilidad en cuanto a contenidos. Probablemente, nos hallamos ante una buena prueba de que las buenas maneras no son sólo formas, sino que deben estar sustentadas en sólidos fondos documentales. También actualizados. No sólo en lo que a legislación se refiere.

“El Libro de las buenas maneras”

Arantxa García de Castro

Madrid, Libsa, 319 pág.

ISBN: 978–84–662–1930–3