La Biblioteca Nacional ha inaugurado la exposición “Tesoros al descubierto”, una muestra que recoge las piezas más relevantes y curiosas que la institución ha adquirido durante los últimos cinco años.
Con un presupuesto que ronda entre el millón y el millón y medio de euros anuales, la Biblioteca Nacional realiza una concienzuda labor en pro del aumento y conservación de nuestro patrimonio, adquiriendo piezas significativas con las que completar sus numerosas colecciones, las cuales no solo se reducen a libros y material impreso sino que también atesoran dibujos, grabados, ephimeras (calendarios aljamiados), folletos, cartografías, fotografías y material audiovisual y sonoro.
El ingreso de estas piezas en la colección de la Biblioteca Nacional no solo asegura la conservación y preservación de las mismas sino que también garantiza su uso a todos los visitantes de la institución.
“Tesoros al descubierto” recoge unas 120 obras, seleccionadas entre las más de 2.500 adquisiciones realizadas en los últimos cinco años, a través de las que se muestra el incremento de las distintas colecciones con piezas de distintas épocas y de diferentes formatos.
De este modo en la muestra el visitante podrá contemplar piezas tan curiosas como un incunable de Antonio de Nebrija fechado en 1498 y adquirido por 90.000 euros, o un incunable de 1486 producido en Hijár (Teruel) y caracterizado por ser uno de los pocos que se conserva impreso con caracteres hebreos.
También se podrán encontrar curiosos ejemplos de manuscritos entre los que destacan recetas de cocina del siglo XIX, la agenda personal de Edgar Neville, donada por un particular, o el diario manuscrito de Tomás Bretón. Pero sin duda los manuscritos más relevantes de la muestra son el poema “Crucifixión” de Lorca, el cual no fue incluido en “Poeta en New York” porque se extravío y ahora, gracias a la gran labor de recuperación y conservación de la Biblioteca Nacional no se volverá a perder, y la copia francesa del manuscrito del Tratado de Bayona, firmado por Godoy, documento histórico y único, ya que la copia española se perdió.
Pero la muestra no solo se compone de material bibliográfico, también hay interesantes ejemplos de material fotográfico, como un ferrotipo de Clifford de 1880, un interesante conjunto de grabados firmados por nombres tan relevantes como Durero, Fortuny o Ribera o una curiosísima recopilación de “ephimeras” compuesta por recordatorios del XIX, etiquetas de distintos productos de 1940, como la de los “tomates marinela” o barajas de cartas.
A su vez la muestra recoge algunos ejemplos de trabajos cartográficos como mapas, portulanos o cartas náuticas del siglo XVII y XVIII y presta especial atención a los soportes sonoros mostrando piezas tan curiosas como los cilindros de cera, que fueron el primer material sonoro, utilizados en los fonógrafos, en los que estaban grabados obras de Chueca o Chapí entre otros, rollos de pianola, que aún hoy en día siguen funcionando o los primeros discos de 1876 de cartón perforado, entre otras muchas curiosidades.
Se trata por tanto de una curiosa exposición con la que la Biblioteca Nacional pretende mostrar a todo el público sus nuevas adquisiciones y la riqueza de sus distintas colecciones, las cuales en muchas ocasiones quedan eclipsadas ante la magnífica colección bibliográfica de la institución. A su vez la muestra quiere ser un sentido homenaje al que durante estos últimos cinco años fue el entusiasta presidente de su Real Patronato, Francisco Ayala.
Marta de Orbe
“Tesoros al descubierto”
Biblioteca Nacional
Del 27 de noviembre al 21 de febrero
Entrada gratuita