Los guías turísticos de la ciudad de Washington han tenido que modificar sus itinerarios, buscar nuevos símbolos y alterar su discurso cuando realizan el recorrido de la capital llevando tras de sí miles de turistas entusiasmados. El objetivo hasta hace poco era la Casa Blanca donde su nuevo inquilino estaba marcando su estilo particular. Desde hace unas semanas, y durante los próximos dos años, al menos, los objetivos de la visita vienen marcados por los lugares «secretos» que Dan Brown acaba de señalar en su última novela.
Como ocurriera con el París de «El código da Vinci» y, en menor medida, con la Roma de «Angeles y demonios», los puntos esenciales que hay que ver en Washington están indicados por «El símbolo perdido» una obra de la que se vendió un millón de ejemplares en inglés el primer día (en España se ha lanzado una primera edición record de 1.500.000 copias). La Oficina de Turismo de la capital ha creado una página informativa especial dedicada a la obra y sus escenarios en Washington: www.washington.org/lostsymbol
Una nueva visión de la ciudad
Por ejemplo: rematando la monumental cúpula del Capitolio se encuentra una estatua de la Libertad de seis metros de altura y realizada en bronce que, curiosamente, fue transportada hasta allí por esclavos, y en el interior del edificio, en algunas de sus 541 habitaciones, se encuentra la «bañera asesina» responsable del neumónico asesinato del vicepresidente Henry Wilson en 1875 o la cámara en la que se encontró el caballo disecado del general John Alexander Logan. Aunque el interés de muchos visitantes seguramente se centrará en toparse de frente con alguno de los trece fantasmas que pululan por ele edificio, incluido el del arquitecto que lo diseñó, masón por cierto, Pierre l´Enfant quien busca, doscientos años después, alguien que le pague la factura.
Pero los lugares imprescindibles en la visita al Capitolio, tras acceder por el nuevo centro de visitantes subterráneo lleno de luz, que recuerda la célebre pirámide de entrada al Louvre, son el Salón Estatuario con 38 esculturas atamaño natural de otros tantos grandes norteamericanos o la Rotonda del Capitolio, junto a la entrada norte, donde comienza la intriga de la novela.
Las referencias astrológicas son frecuentes entre los masones y, desde luego, abundan en Washington. De hecho las piedras angulares de la Casa Blanca, del Monumento a Washington, además de el Capitolio fueron colocadas en distintas fechas, pero siempre en la misma condición astrológica.
No muy lejos se encuentra la Librería del Congreso, establecida en 1800 y abierta al público en 1897, es el edificio federal más antiguo del país. Incluye 29 millones de libros catalogados y otros materiales en 460 lenguas y más de 58 millones de manuscritos. En su colección, destaca un borrador de la «Declaración de la Independencia», una «Biblia de Gutenberg», un millón de publicaciones del Gobierno de Estados Unidos, un millón de periódicos de todo el mundo de los últimos tres siglos y seis mil libros de cómic, entre otros materiales.
Claro que en elementos archivados le gana el Museo Smithsonian, otro de los escenarios de la novela, en las afueras de Washington, el museo más grande y tecnológicamente más avanzado del mundo, que alberga más obras que el Hermitage, los Museos Vaticanos y el Metropolitan de Nueva York… juntos.
Pero la gran protagonista es toda la ciudad en sí misma. La capital está repleta de edificios, estatuas y símbolos masones que pasan desapercibidos. La ciudad fue concebida desde cero de acuerdo con los ideales de la Ilustración, que en gran parte son los ideales de los padres fundadores. Algunos adivinan incluso símbolos masónicos en el diseño de las calles de Washington, realizado por Pierre l’Enfant. Las líneas que unen las principales plazas del centro de la capital con la Casa Blanca forman una estrella de cinco puntas.
Naturalmente en la visita a Washington no pueden faltar otras visitas, masónicas o no, como la dirección más famosa del mundo, 1600 de la avenida Pennsylvania, donde se ubica la Casa Blanca, residencia de los presidentes de EEUU desde 1800. Cada uno hizo añadidos y cambios a esta mansión neoclásica para adaptarla a sus gustos. Desde el 11-S, las visitas a la Casa Blanca están muy restringidas..
El Lincoln Memorial es más que un homenaje al asesinado presidente con una gran estatua sentada de él, sino también todo un símbolo de la lucha por los derechos civiles. En su escalinata pronunció en 1963 el pastor Martin Luther King su famoso discurso ‘He tenido un sueño’. No es éste, sin embargo, el memorial más visitado en Washington, sino el de los Veteranos de Vietnam, dos muros de mármol negro en forma de V que tiene inscritos los nombres de todos los soldados que perdieron la vida en ese conflicto.
Cómo ir:
Lo más aconsejable para viajar a Washington es buscar los vuelos y los hoteles más adecuados en un buscador como Skyscanner (http://www.skyscanner.es), líder en este tipo de búsquedas, que maneja todo tipo de compañías y hoteles. Por ejemplo ofrece vuelos de Madrid a la capital de Estados Unidos a partir de 442 euros y hoteles en Washington desde 85 euros. Si se quiere, además, un coche de alquiler, Skyscanner lo ofrece a partir de 40 euros por dos días.
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