El misterio de las grisallas borgoñonas
Andrés Merino Thomas
Si en algún lugar de Europa tenían que pintarse, en pleno siglo XV, tablas que pasaran a la historia por pequeños detalles que las convirtieran en tesoros artísticos, que en el futuro se contemplasen con admiración, tenía que ser en la Corte de Borgoña. Allí donde había nacido el protocolo más famoso de la historia, crisol de lenguajes de etiqueta y comunicación no verbal, donde un pequeño gesto ante dama o caballero significaba el mayor mensaje, un pintor que dialogaba con pinceles como jinete mensajero galopando a lomos de corcel, presto a transmitir a sus coetáneos las mejores emociones estéticas, coronó una vez un díptico excepcional. Nos referimos al que Jan van Eyck dedicó a uno de los pasajes más conocidos del Nuevo Testamento, La Anunciación, en el que el Arcángel Gabriel hizo saber a Nuestra Señora el comienzo de su misión como Madre del Salvador. Es una de las obras de pequeño formato más singulares de las que se conservan en el Museo Thyssen-Bornemisza. Adquirida por el barón Heinrich en 1933, constituye la pieza principal que encabeza la vigésimo tercera exposición de la serie “Contextos de la colección permanente” que, comisariada por Till-Holger Bochert, permanecerá abierta hasta finales de enero en la pinacoteca.
Esta Anunciación, como la mayoría de las obras de la selecta muestra, es una grisalla, técnica artística monocromática, de renuncia austera al empleo de un único color. En una época donde la economía de medios no significó merma de maestría, los efectos se lograban a través de gradaciones o matizaciones, por ejemplo, del blanco y el negro, de la armoniosa administración de tonalidades. El término no se acuñará definitivamente hasta el siglo XVII, procedente del francés “gris” (pintura en tonos grises), pero trescientos años antes Van Eyck demostró que con ella era posible manejar la percepción la luz. En el díptico decidió situar una fuente ficticia a la derecha, que iluminase la composición. La Virgen y el arcángel, en piedra, lo demuestran en sus volúmenes, quizá de forma más contundente el propio enviado, cuyas alas proyectan una rotunda sombra en el propio marco interior, también de piedra, recorrido en su parte superior, como el de María, por una inscripción. Que las estatuas de ambos descansen sobre peanas octogonales otorga un aire señorial y solemne al conjunto, resaltado en negro. Ese negro en el que, quien se acerque detenidamente a la pieza, puede observase al detalle un efecto de cristal reflejante. No menos importante logro óptico de la doble tabla es la habilidad en los trampantojos: los falsos marcos de piedra están retrasados deliberadamente. Las peanas, por tanto, parecen sobresalir de los mismos. No es uno más de los recursos ópticos empleados en la grisalla, sino la base del ceremonioso efecto de esta Anunciación.
Van Eyck ha pintado en la escena una paloma, representación entonces ya clásica de la presencia del Espíritu Santo en el pasaje. En la misma tonalidad, un ave de piedra clara, otro trampantojo. Parece suspendida en el aire. Casi una ilusión para nuestros ojos. Nadie podrá sentir engaño ante la composición, pues a pesar de no haber explicación a la maravilla, la delicadeza en ubicación y proporciones incorpora símbolo a mensaje. En el otoño de una Edad media que ya moría, pero no renunciaba a ser dorada en las Artes, una pieza de pequeño formato, con un solo color y a base de gradación de tonalidades, daba una gran lección de pintura. Como toda obra maestra, acercarnos a mirarla supone aceptar de buen grado sus enigmas y comprender que, aunque nuestra vista acierte a comprender una parte significativa de su inmensa capacidad para agradar y envolver nuestros ojos, siempre habrá una porción de misterio que quedará en forma de semilla. Su fruto será el deseo de volver a contemplarla una y otra vez.
“Díptico de la Anunciación” (Entre 1435 y 1440)
Jan van Eyck (1390-1441)
Óleo sobre tabla
Tabla izquierda (Arcángel San Gabriel), 38,8 x 23,2 cm. Tabla derecha (Virgen María) 39 x 24 cm.
Museo Thyssen-Bornemisza. Madrid
Exposición “Jan van Eyck. Grisallas”
Contextos de la Colección Permanente nº 23
Organiza: Museo Thyssen-Bornemisza
Comisario: Till-Holger Bochert
Sede: Museo Thyssen-Bornemisza. Primera planta
Madrid, 3 de noviembre de 2009 a 31 de enero de 2010
Entrada gratuita