Protocolo urgente para profanos

Andrés Merino Thomas

Uno de los rasgos que más llaman la atención de la historia de la etiqueta y las buenas maneras en las últimas décadas ha sido el fenómeno de la denominada “desprofesionalización” del protocolo, o la entrada de éste en los hogares, en las familias. A ello asistimos, por ejemplo, en fechas como estas, donde amas de casas se afanan por escoger el mejor menú, se distribuye la ubicación de los invitados a una cena de Nochebuena o almuerzo de Navidad, se ofrece un cóctel para celebrar el fin de año o se responde con generosidad a la elegancia social del regalo. Ha sido un proceso lento pero inexorable. Las depuradas técnicas de organización de ceremonias, por las que edecanes y mayordomos aplicaban simbólicos y complejos mecanismos nacidos hace siglos en las cortes y las embajadas, han dejado de constituir arcanos y secretos para estar al alcance del común de los mortales. A ello han contribuido quienes, por su dedicación laboral, estuvieron al frente de instituciones y responsabilidades como la organización de actos de Estado, encuentros de las más importantes autoridades y el día a día de las relaciones diplomáticas. José Antonio de Urbina, uno de los españoles con más experiencia en este ámbito y autor de varios libros sobre Protocolo, nos ofrece ahora una edición actualizada de “El arte de invitar”, publicado por Temas de hoy.

Al prologar las páginas que se nos ofrecen, Néstor Luján situó a la perfección la importancia de la cuestión: “Invitar es uno de los más nobles ejercicios que puede hacer el hombre y para ello nada mejor que conocer de una manera clara y positiva todos los usos, costumbre y gentilezas de la hospitalidad”. Convocar en torno a una mesa no es un acto sencillo, pero una vez aplicadas las reglas básicas, los efectos multiplicadores de cada acierto son exponenciales. Urbina analiza minuciosamente desde las ventajas de la forma de una mesa hasta las presidencias. Exponer que el sistema anglosajón aleje a los extremos, mientras que el francés sitúe a ambas presidencias en la parte central de una mesa alargada, facilitando la conversación, es un ejercicio que podríamos calificar de academicista. Pero el autor, naturalmente, no se detiene ahí. La riqueza de su obra está en los consejos cercanos, prácticos, nacidos de su larga trayectoria, informando a un lector que no tiene porqué haber caído en la cuenta de que, mientras que en los grandes banquetes de estado se emplea el esquema francés (incluso en Windsor), en las cenas familiares empleamos hoy el anglosajón, que subraya autoridad paterna y materna.

Dos recursos muy pedagógicos elevan la categoría del volumen que comentamos. Por un lado, la presencia de gráficos, algo inusual en lo que podríamos calificar como un auténtico manual de protocolo urgente para profanos. Si bien es justo reconocer que en ocasiones es difícil interpretarlos dado el lenguaje técnico empleado por el autor, que exige un tiempo lógico de razonamiento para los no iniciados, es de agradecer su inclusión. No hacerlo habría hecho verdaderamente dificultoso comprender muchos de los conceptos expuestos. El segundo recurso a destacar es el siempre grato anecdotario. Urbina eleva la anécdota a caso práctico. Es una buena elección. En materias tan aparente pero verdaderamente serias como son el protocolo y ceremonial, sea público o privado, la enseñanza cristaliza, es eficaz, comprobando la realidad de los contenidos propuestos. “El arte de invitar”, y no es una redundancia, es la demostración más clara de que invitar es… un arte. De que el protocolo es símbolo. Y por tanto, estética, armonía. Arte.

El arte de invitar. Su protocolo”

José Antonio de Urbina

Madrid, Temas de Hoy, 346 pág.

ISBN: 978–84–8460–814–1