La escritora catalana, Premio de la Crítica y Nacional de las Letras mantiene una conversación con la novelista Juana Salabert
El próximo martes 12 de enero, a las 19,30 horas, la Fundación Juan March (www.march.es) inicia una nueva modalidad en su habitual programación cultural con un formato de una sesión que se denomina Autobiografía intelectual, en la que un creador hace un recorrido por su trayectoria vital a modo de reflexión autobiográfica, o bien él solo o, como en este caso inaugural, en diálogo con una persona próxima a su vida y obra. En esta ocasión, la escritora catalana Ana María Matute, miembro de la Real Academia Española, Premio Planeta, Premio Nadal, Premio de la Crítica y Premio Nacional de las Letras 2007, mantiene una conversación con la novelista Juana Salabert, Premio Biblioteca Breve y finalista del Premio Nadal.
ANA MARIA MATUTE (Barcelona, 1925) es una de las escritoras más destacadas de la narrativa española. Muestra de ello son los numerosos y acreditados Premios que le han sido concedidos: Café Gijón (1952), Premio de la Crítica (1958), Premio Miguel de Cervantes (1958), Nadal (1959), Premio Fasternath de la Academia, Premio Planeta y Premio Nacional de Literatura Infantil (1984) entre otros. Reconocida internacionalmente -su obra ha sido traducida a más de veinte idiomas- es miembro de la Hispanic Society of America, Honorary Fellow de la American Association Teacher of Spanish and Portuguese. La Universidad de Boston ha instituido la Ana María Matute Collection a la que la autora ha cedido sus manuscritos y otros documentos. En 1948 fue finalista del Premio Nadal con LOS ABEL. En 1952 obtuvo el Premio Café Gijón con FIESTA AL NOROESTE. En 1954 obtuvo el Premio Planeta con PEQUEÑO TEATRO. Con LOS HIJOS MUERTOS obtuvo el Premio de la Crítica 1958 y el Nacional de Literatura 1959. En 1959 obtuvo el Premio Nadal con PRIMERA MEMORIA. En 1965 obtuvo el Premio Nacional Lazarillo con EL POLIZON DEL ULISES. En 1969 obtuvo el Premio Fastenrath con LOS SOLDADOS LLORAN DE NOCHE. En 1984 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil con SOLO UN PIE DESCALZO. En 1996 obtiene el Premio Ciudad de Barcelona de Literatura castellana por EL VERDADERO FINAL DE LA BELLA DURMIENTE. En 1996 es elegida miembro de la Real Academia Española. En 2007 obtiene el Premio Nacional de las Letras. En 2008 obtiene el Premio Quijote de la Letras.
Juana Salabert
ESPLENDOR Y HECHIZAMIENTO
Dueña de una escritura prodigiosa, creadora desde sus tempranísimos inicios de un hechizante, complejo y perturbador universo propio que ha cautivado y prendido el imaginario de un sinfín de lectores, candidata en varias ocasiones al premio Nobel (¿cuánto habremos de esperar todavía para la concesión del Cervantes?), Ana María Matute es una de las mayores voces de las literaturas hispánica y europea. Y si me he referido al hecho, obvio por lo que se refiere a los grandes novelistas occidentales (la novela, género o anti-género de la modernidad, es, como señaló agudamente Étiemble, un imposible en las sociedades teocráticas), surgidos del siempre cambiante territorio transfronterizo de la Mancha invocado por Carlos Fuentes, de que posee “un” universo propio, es porque jamás he percibido en su obra esa supuesta dicotomía tan mentada por algunos, a mi juicio apresurada y falsamente, entre las temáticas de lo fantástico o maravilloso y lo “realista”. Lo mal llamado “realista”, si nos atenemos al concepto de “realismo” como gran ilusión que no necesitó de Proust o de Musil para irse al traste, ya que el texto no es sino una “realidad” otra que, por supuesto, también sucede en el mundo… Así, una lectura atenta de las novelas, cuentos y relatos de todo tipo de esta extraordinaria fabuladora que ya de niña jugaba a colmar la vida en los márgenes y “al margen” de sus cuadernos rayados, revela una fundamental simbología unitaria (el anverso y el reverso, la luz y la oscuridad, la memoria y el olvido, el suelo y el cielo, la infancia como paraíso más arrebatado que perdido), un juego permanente y muy baudelairiano de correspondencias que abarcan décadas de escritura bajo el moderno e imposible, pero insoslayablemente catártico, signo de la videncia que evidencia lo oscuro, remoto y secreto… Aquello a lo que Freud llamó Familienroman, es decir el cuento que cada cual urde, trama, en su inconsciente infantil, para explicarse su estar en mitad del mundo de “los otros”. Un cuento del que todos creen despojarse a la mal llamada edad de la razón, todos… salvo los artistas, los escritores y, por supuesto, los aquejados de neurosis, si acaso el nombre médico y extremo de la angustiada curiosidad ante preguntas sin respuesta o con demasiadas respuestas.
En el muy cervantino reino de historia de historias de Gudú, frío soberano de todos los olvidos y todas las memorias, donde algunas muchachitas en flor rodean el primigenio árbol de los juegos “jugando a no volver nunca” del mismo modo en que Adri, la narradora de la bellísima Paraíso inhabitado y poseedora, en palabras de su tía Eduarda, de “otro lenguaje”, sabrá más pronto que tarde que “nunca vuelve el unicornio”, el tiempo es sin embargo, lógica y paradójicamente, el del eterno retorno. Un tiempo circular que es asimismo el de la Matia de Primera memoria, los huérfanos y perdedores de Los hijos muertos o los tiernos y desposeídos antihéroes de La torre vigía o de relatos como Los de la tienda… El malestar es su estar (muchos de los niños y jóvenes de Ana María Matute, autora en cuya maravillosa educación sentimental conviven Andersen y Proust, Rilke y Carson McCullers con festejera armonía), la inquietud su estigma de fatalidad y su fatum. Como cervantina “espada puesta lejos” se apartan, a sabiendas de que, y parafraseando al Wilhem Meister goethiano, empezaron “a ser lo que serían” demasiado pronto. Pronto para las conveniencias de un orden regido por la codicia y la brutalidad donde la belleza es lágrima de lámpara de araña acogedora de otros mundos, microcósmicos e invisibles a los ojos de quiénes olvidaron, asentidores…
Dijo Onetti una vez que “hay mujeres que nunca terminan de matar a la muchacha que llevan dentro”. Bien, pues Ana María Matute jamás empezó a hacerlo. Y por eso mismo no es únicamente una grandísima escritora… es también es una persona maravillosa.
Juana Salabert (París, 1962) es licenciada en Letras Modernas por la Universidad de Toulouse Le-Mirail. Ha publicado las novelas: Varadero, Arde lo que será, Mar de los espejos, Velódromo de invierno, La noche ciega y El bulevar del miedo. Ha publicado también el libro de relatos Aire nada más, el de viajes Estación central, la novela infantil La bruja marioneta y el ensayo Hijas de la ira: vidas rotas por la Guerra Civil. Sus relatos han aparecido en diversas antologías. En la actualidad última una nueva novela y tiene preparado un libro de cuentos. Ha sido finalista del Premio Nadal de novela (1996), Premio Biblioteca Breve, de Seix-Barral(2001), Finalista del Premio “Rómulo Gallegos” (2001), Finalista del Premio Nacional de Narrativa (2005) y Premio “Fernando Quiñones” (2006).
Una vez celebrado el acto, puede escucharse el audio de la intervención de las dos escritoras en el archivo sonoro de la página web de la Fundación, donde están recogidas más de dos mil conferencias pronunciadas desde 1975 en la sede de la Fundación Juan March en Madrid
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