El arte de coleccionar Quijotes

Ediciones cervantinas y obra gráfica
María Jesús Burgueño

Las primeras imágenes del Quijote de las que se tiene noticia corresponden a un texto francés Seconde partie de 1’histoire de l’ingénieux et redoutable chepalier Don Quichot de la Manche, París, 1618. Las que habían aparecido con anterioridad en las portadas de dos de las impresiones de Lisboa en 1605, por ejemplo, repetían el estereotipo de caballeros y escuderos que habían heredado de los viejos libros de caballerías.

Rafael Ramos es uno de las investigadores que mejor ha estudiado la iconografía del hidalgo manchego  y su último trabajo se encuentra recogido en la edición que con motivo del IV Centenario ha publicado Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores bajo la dirección del académico Francisco Rico.

En esta investigación, Jacob Savery (1617-1666) aparece como el primer verdadero ilustrador de la novela (Den Verstandin en Vroonien Ridder Don Quichot de la Mancha, traducción holandesa de 1657), para la que creó veinticuatro estampas pues con anterioridad sólo habían aparecido colecciones de láminas sueltas o ediciones con un número muy reducido de grabados. Las escenas escogidas se centraban en los episodios más burlescos de acuerdo con la interpretación divertida del Quijote de sus lectores. Su primer imitador fue Frederik Boutatts (1610-1676) quien realizó dieciséis estampas (Bruselas, 1662) aunque en ediciones posteriores (como la de Amberes, 1673) fue ampliando ese número hasta treinta y dos. El pasado mes de septiembre Durán vendió por 7.000 € «Vida y hechos del ingenioso cavaallero don Quixote de la Mancha», Bruselas, imprenta de Juan Mommarte, 1662.

Entre letras y pinceles
La obra de Cervantes atrajo desde sus orígenes a numerosos artistas por lo que los coleccionistas deben estar atentos ya que estas obras son de un gran valor. Entre otros Rafael Ramos señala a Jérôme David (primera mitad del siglo XVI), Jean-Honoré Fragonard (1732-1806), Adolph Schrödter (1805-1875) y Honoré Daumier (1808-1879), quienes realizaron colecciones de estampas quijotescas.

También el caso de Charles-Joseph Natoire (1700-1777), Johann Christian Lotsch (1790-1873), Antonio Muñoz Degrain (1840-1924), Ignacio Zuloaga (1870-1945), Pablo Ruiz Picasso, Antonio Winkelhofer (1904-1977) o José Vela Zanetti (1913-1999), quienes recrearon varias escenas de la novela, aunque ninguna de ellas fuera creada,  en un principio, para una edición del Quijote. Entre los autores más recientes no podemos pasar por alto a Salvador Dalí, Eduardo Arroyo, Antonio Saura, Agustín Redondela o Antonio Mingote.

Las primeras ilustraciones
Las primeras ilustraciones del Quijote realizadas en España fueron las de Diego de Obregón hacia la segunda mitad del siglo XVII. La mayoría son copias de las que habían aparecido en los Países Bajos y, aunque su ejecución resultó muy tosca, supo captar mejor que sus modelos la expresión y el movimiento de los personajes (Madrid, 1674). Concebidas originalmente como una serie de lujosos tapices, las ilustraciones de Charles-Antoine Coypel (1694-1752) para un Quijote publicado en 1725 reflejan sobre todo escenas divertidas y cortesanas. Fueron las más reproducidas e imitadas de las ilustraciones dieciochescas.

Las ilustraciones de Obregón para Vida y hechos del Quijote (1735), en su mayor parte inspiradas en impresiones anteriores, fueron imitadas a lo largo del siglo XVIII primero en grabados al cobre y más tarde al boj. Imprentas como las de Antonio Sanz o Juan de San Martín, en Madrid, o la de Jolis, en Barcelona, utilizaron estos tacos de madera para acompañar el texto de las ediciones más populares.

En la vida de Cervantes escrita por Gregorio Mayans y Siscar con texto corregido por Pedro Pineda destaca el retrato del autor, obra de Kent. Estaba ilustrada con 68 grabados al cobre por Vander Gucht, Vertne, Baron y Claude de Bosc, dibujadas por Vanderbanck y G. Kent. Para otro Quijote publicado en Inglaterra en 1738 las estampas se encargaron a William Hogarth (1697-1764) -señala Rafael Ramos- pero finalmente fueron preferidas las de John Vanderbank (1694-1739). Este realizó el primer gran intento de ilustrar el Quijote ciñéndose a las indicaciones de la novela, de acuerdo con el magno proyecto editorial de Lord Cartered.

Las ilustraciones de Francis Hayman (1708-1776) que retratan paisajes agrestes en una edición de 1755 se asemejan más a decorados teatrales con ecos shakespeareanos en los que Don Quijote suele aparecer con aspecto alocado. Las ediciones inglesas fueron un acicate para que por fin, auspiciada por la Real Academia Española, apareciera la más ambiciosa de las impresiones del Quijote: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, edición Real Academia Española, Joaquín Ibarra, Madrid, 1780, en cuatro volúmenes. Al frente de los ilustradores figuraban José del Castillo (1737-1793) y Antonio Carnicero (1748-1814). La fidelidad al texto quedó de manifiesto en casi todas las escenas representadas, de un marcado tono clásico y, sobre todo, en su cuidada ambientación netamente española. En mayo de 2009 Fernando Durán vendió con un remate de 750€, el tomo I de «El ingenioso Hidalgo Don Quixote de la Mancha» , Madrid, Joaquín Ibarra, 1780.

Grandes ediciones ilustradas
El éxito del Quijote de la Real Academia movió a otros impresores españoles a realizar grandes ediciones ilustradas de la novela. Ramos destaca la de Juan Antonio Pellicer, cuyas estampas fueron dibujadas por un equipo de ilustradores dirigido por Agustín Navarro (1754-1787) y José Camarón (1730-1803). Tan interesante como su trabajo, que es un modelo de clasicismo, resulta su deseo de ceñirse a los detalles históricos.

En buena medida, las composiciones de Roben Smirke (1752-1845) se pueden considerar la primera interpretación romántica de la novela desde el punto de vista plástico.

Desde la óptica del romanticismo, Tony Johannot (1803-1853) consiguió reflejar la dualidad en que vive don Quijote, escindido entre su mundo de fantasías caballerescas y la dura realidad que le rodea. La nueva técnica de la xilografia le permitió incluir en una edición de 1836 ilustraciones no sólo en hojas intercaladas en el libro (como había sido habitual hasta entonces), sino en cualquier lugar del texto. Fue el ilustrador más reproducido en el siglo XIX hasta que se vio superado por el éxito de Doré.

Más cercanos al clasicismo de las ilustraciones dieciochescas que a las nuevas tendencias románticas los dibujantes de esta monumental edición que vio la luz en Barcelona en 1859, entre los que destacan Claudio Lorenzale (1814-1889), Luis de Madrazo (1825-1897) y Raimundo de Madrazo (1841-1920), supieron recrear fielmente el espíritu a la vez trágico y burlón de la novela.

Los sueños de Doré
Nadie como Gustave Doré (1832-1883) supo reflejar los sueños de don Quijote, la realidad que le rodeaba y el contraste entre su deseo de gloria, su desánimo, su sufrimiento o la profundidad de su melancolía. Estas estampas han sido las más populares y aún hoy se siguen reproduciendo con éxito. Sin abandonar plenamente la escuela romántica, Adolphe Lalauze (1838-1900) supo crear un estilo propio que lo superaba y lo acercaba al realismo. Su don Quijote es solemne y heroico en todos sus detalles y sus ilustraciones no incluyeron ningún episodio cómico aunque para ello tuviera que traicionar algunas de las indicaciones del texto.

La tendencia realista vuelve a aparecer en las ilustraciones de Ricardo de los Ríos (1846-1929) de disposición aparentemente sencilla pero cuidada hasta en los últimos detalles en una edición de 1880.

También en este caso el artista rehuyó los episodios cómicos para mostrar un protagonista heroico, aunque sin elevarlo a lo sublime. Los postulados del realismo quedan de manifiesto en las ilustraciones en las que Ricardo Balaca (1844-1880) y su continuador José Luis Pellicer (1842-1901) reflejaron el mundo de la novela de una manera fiel y objetiva.

Con una perspectiva muy renovadora William Heath Robinson (1872-1144) realizó en 1897 un programa de ilustraciones completamente diferente de los aparecidos hasta el momento pues escogió escenas y retratos de personajes que nunca antes se habían representado. En su obra se reflejan las nuevas tendencias del arte de la segunda mitad del siglo XIX como el prerrafaelismo o el simbolismo.

Tras una larga experiencia como pintor de escenas quijotescas por las que cobró gran fama José Moreno Carbonero (1860-1942) recibió el encargo de ilustrar una edición de la obra en colaboración con Laureano Barrau (1863-1950). Dentro de la óptica realista en sus compo-siciones queda de manifiesto la importancia del paisaje castellano, árido y cegador, en el que los personajes se encuentran solos frente a todas las desgracias en la edición del El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha  de 1898.

El gran renovador

El gran renovador de los ilustradores españoles a juicio de Rafael Ramos fue sin duda Daniel Urrabieta Vierge (1851-1904). Sus imágenes, realizadas con trazos enérgicos y decididos, transmiten una gran impresión de fuerza, acorde con las escenas que retratan. Tras un primer intento frustrado de ilustrar la novela (hacia 1875), sólo póstumamente se pudo publicar todo el programa iconográfico que creó para ella. Ya en pleno camino hacia las vanguardias encontramos las ilustraciones de Karl Walser (1877-1943), de una falsa simplicidad infantil. Su estilo es desenvuelto en franca oposición a los postulados realistas.

Hay que esperar hasta las ilustraciones de Ricardo Marín (1874-1942) para encontrar un digno sucesor de Urrabieta Vierge. Su estilo rápido y vigoroso, heredero de los apuntes periodísticos con que se formó y de las corrientes impresionistas del momento, consiguen transmitir en un Quijote publicado en 1916 una sensación de inmediatez repentina sumamente vívida. Desde una interpretación esencialmente divertida de la novela, las ilustraciones de Walter Klemm (1883-1957) aparecen en 1923 como una apuesta notable por renovar su lectura.

El estilo desenfadado pero al mismo tiempo expresivo de Gus Bofio (pseudónimo de Gustave Blanchot (1888-1968), tomado de las revistas humorísticas de los primeros decenios del siglo XX, supo ahondar en la interpretación divertida de la novela. Todos los personajes aparecen deformados de una manera ridícula, plasmados con una comicidad brutal. Pocos artistas renovaron tan profundamente el mundo de las ilus-traciones quijotescas como Hermann Paul (pseudónimo de Hermann Paul René Georges, 1874-1940). Sus grabados publicados en 1931 son puro símbolo y evocación.

El Quijote de Dalí

La Comunidad de Madrid conserva algunos ejemplares en los fondos de obra gráfica entre los que destaca  Don Quichotte de la Manche (París, 1957) de Joseph Foret, con litografía del artista. Al igual que hizo con las otras grandes obras que ilustró, Dalí no se limitó a convertir en imágenes el texto de Cervantes, sino que volcó sobre él su propia fantasía, sus visiones oníricas y sus propias obsesiones aunque para ello tuviera que traicionar parte del texto original. El surrealismo encontró en esta novela un campo abierto para manifestarse con completa libertad. Se pueden encontrar en el libro: The life and and Achivements  of  the Renowned Don Quijote de la Mancha, Rand House, Nueva York, 1946. Un facsímil de «El ingenioso Hidalgo Don Quixote de la Mancha», Barcelona, Editorial Planteta y Fundación Gala-Salvador Dalí, 2003, edición limitada de 998 ejemplares numerados con certificación notarial. Encuadernación de lujo acompañada por un volumen de estudios, se remató en su precio de salida de 5.500 e en Fernando Durán el pasado mes de abril de 2009.

Es habitual encontrar en las salas de subastas ilustraciones sueltas. Hace unos meses la sala Fernando Durán adjudicó en 4.250€ un conjunto de 130 ilustraciones en color y 51 grabados de Javier Clavo fuera de texto y firmados a lápiz que pertenecían a una edición de El Ingenioso Hidalgo Don quijote de la Mancha, Madrid, Elías, 1985.  También en la subasta extrarordinaria de octubre de 2009 la sala Retiro vendió por 110 € dos estampaciones de 22x16cm con escenas del El Quijote de Leon Gischia. Unos meses antes Retiro adjudicó en 850 € un grabado de 75 x 56 cm. Firmado y numerado G77/125 de Salvador Dalí

José Segrelles (1885-1969) dedicó toda su vida a ilustrar el Quijote, pues empezó su labor en 1918 y no la concluyó hasta 1966. Sabe llenar la lámina con pocos elementos, siempre en movimiento o inestables, creando fuertes contrastes entre colores o entre luces y sombras (El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Espasa Calpe, Madrid, 1966). Uno de los ilustradores más apreciados es Miciano.

Las abundantes ilustraciones de Eberhard Schlotter (1921), realizadas desde la óptica expresionista pero, a la vez herederas de los grandes grabadores alemanes del Renacimiento, intentan captar la esencia de los personajes y las situaciones que reflejan. Cada composición es una interpretación personal en la que se intenta reflejar lo esencial, lo más profundo de lo dibujado. Estas ilustraciones aparecen en El Quijote leído por Camilo José Cela, (Rembrandt, Alicante, 1979-1982).

Finalmente -destaca Rafael Ramos- entre los autores contemporáneos deben mencionarse las composiciones y dibujos de Antonio Saura (1930-1998), en la línea del neofiguracionismo, en la obra  Don Quijote de la Mancha (ed. Martín de Riquer, Círculo de Lectores, Barcelona, 1987). Su visión busca la destrucción o la distorsión del objeto, someterlo a una cierta violencia gestual para que aparezca su más honda esencia. Otros ilustradores que hay que tener en cuenta son Daniel Chodowiecki (1726-1801), Thomas Stothard (1755-1834), George Cruiskshank (1792-1878), J. Grandville (1803-1847), Célestin Nanteuil (1813-1873), Walter Crane (1845-1915), Jean de Bosschère (1881-1953), Albert Becaris (1901-1980) y Gérard Garouste (1946).

Las Claves del Quijote
-Los libreros solían vender por separado las láminas.
-Existen ejemplares únicos que corresponden a regalos personales de los ilustradores.
-Hay ediciones en el mercado cuyas láminas no son las suyas, lo que obliga a realizar una labor de investigación entre bibliófilos.
-Los textos anteriores al siglo XIX suelen tener encuadernaciones modernas.
-Algunos ejemplares de las ediciones inglesas del siglo XVIII y de la edición de Ibarra, suelen conservar la encuadernación original
-Algunas encuadernaciones realizadas por Chambolle-Duru o de Brugalla son muy valiosas; también lo son las encargadas para grandes bibliófilos, aristocrátas o de la Real Casa.
-A partir del primer tercio del siglo XIX aparecen las encuadernaciones editoriales.
-El papel de las ediciones corrientes de los siglos XVII y XVIII era de escasa calidad.
-A finales del XVIII se utiliza un buen papel y mejores tipos para las ediciones de lujo inglesas y españolas.
-A lo largo de estos cuatro siglos se han utilizado todas las técnicas conocidas: grabados de cobre, tacos de madera, aguafuertes, xilografías, litografías, cromolitografías, etc.

Cuatrocientos años en imágenes
-Las primeras imágenes corresponden a un texto francés de 1618.
-El primer ilustrador de la novela fue Jacob Savery.
-Privilegiaban los episodios más grotescos de la novela.
-Diego de Obregón: Primer ilustrador español, realizadas hacia la segunda mitad del siglo XVII e imitadas a lo largo del XVIII.
-Charles-Antoine Coypel: Las más reproducidas en el siglo XVIII.
-La más ambiciosa de las impresiones: Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, edición Real Academia Española, Joaquín Ibarra, Madrid, 1780.
-Tony Johannot: Al gusto del romanticismo del siglo XIX.
-Gustave Doré: El que mejor supo reflejar los sueños de don Quijote. El más reproducido.
-Ricardo de los Ríos: Tendencia realista.
-Karl Walser: Vanguardista.
-Daniel Urrabieta Vierge: El gran renovador español.
-Ricardo Marín: Estilo periodístico e impresionista.
-Gus Bofio (Gustave Blanchot):El estilo desenfadado.
-Hermann Paul (Hermann Paul René Georges): Simbolista.
-Salvador Dalí: Visiones oníricas y obsesivas.
-Teodoro Miciano: Arte figurativo.
-Eberhard Schlotter: Expresionista.
-Antonio Saura: Neofiguracionismo.
-Antonio Mingote: Elegante humor.

María Jesús Burgueño

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