El hágase de un Oteiza que dijo sí
Andrés Merino Thomas
En 1959 Oteiza cumplía 44 de los 95 años que llegaría a esculpir en la historia del arte español. Dos antes el Primer Premio de la Bienal de Sâo Paulo le consagraba internacionalmente, y al concluir la década experimentaba con pasión las geometrías esféricas, el vaciamiento de los cubos, las “unidades mínimas” a base de planos y la construcción de las llamadas cajas metafísicas. Esas cuatro aportaciones articulan precisamente la exposición que la Fundación Canal nos propone estos días bajo el título “Jorge Oteiza. Los límites de la transparencia”, treinta y cuatro esculturas con las que el visitante podrá aventurarse en conceptos como espacio construído y vacío, desocupación o interior, formas y volúmenes. A modo de invitación a un viaje sin límites estéticos proponemos hoy una obra creada en el año citado, “Retrato del Espíritu Santo. Homenaje a Fray Angélico. Caja metafísica”, culminación de un itinerario creativo y probablemente una de las piezas de mayor poder simbólico de cuantas se proponen.
Oteiza penetra en el pasaje evangélico de la Anunciación. Como lo hizo Fray Angélico al pintar su tabla en el primer tercio del siglo XV. Si el monje de Fiésole había escogido un doble pórtico de mármol bien abierto para albergar a la Virgen y al Arcángel Gabriel, el escultor responde al reto de hallar un espacio que en principio se nos presenta, aparentemente, como un desnudo cubo. ¿Cómo puede responder éste, materia densa y cerrada, a cualquier intento vivificador? Oteiza busca el espacio de un sí. Necesita despejar un lugar como se vació el corazón de una doncella. Ansía espacio para el dinamismo de un hágase en mí según Tu Palabra. Y lo consigue como Fray Angélico, si bien un siglo y medio después de la caída y exilio del arte figurativo. Que un escultor vasco del siglo XX emplee hierro y lo pinte en negro no debería sorprendernos. Que Oteiza logre, a pesar de la rotundidad de material y color, aportar nociones de forma sin opacidad, tampoco. Lo ha hecho con decenas de piezas antes. Lo hará después. Y recrea lo que puede ser el atrio de un templo, el patio de una casa o el portal de un belén. Un nido para reflexión y de acción. Un lugar de acogida o partida.
Estamos ante el sí generoso de Oteiza. Suele explicarse su experimentación con esferas, cubos, sus cajas metafísicas, como un proceso. Como una búsqueda de formas más livianas, como medio de restituir el espacio construido u ocupado para la escultura, de manera limpia, esencial. Puede ser. Quizá lo sea. Pero también, ¿por qué no? podría interpretarse a Oteiza como un creador profundamente espiritual, que supo ver en la materia mucho más allá que millones de átomos agarrados entre sí y desesperados por no ser separados. Su Retrato del Espíritu Santo no es sino la mirada más generosa de un volumen propio que hay que vaciar de sí mismo para que Otro llene. Colme generosamente. Y al contemplar su obra debemos concluir que, ciertamente, a través del Arte es posible llegar a la plenitud.
“Retrato del Espíritu Santo. Homenaje a Fray Angélico. Caja metafísica” (1959)
Jorge Oteiza (1908-2003)
Hierro pintado de negro (22 x 32 x 25 cm)
Colección Pilar Oteiza
FOTO IGNACIO HERNANDO / FUNDACIÓN CANAL
Exposición “Jorge Oteiza. Los límites de la transparencia”
Organiza: Fundación Canal. Canal de Isabel II
Sede: Fundación Canal. Mateo Inurria, 2 (Madrid)
Del 25 de febrero al 25 de abril de 2010
Entrada libre
¿Este mamotreto es un homenaje o una burla a Fray Angélico? y decididamente si trataron de hacer un retrato del Espiritu Santo es una herejía.
No puedo creer que se analice y alabe tanto a cuatro chapas soldadas cuando hay esculturas que SI son verdaderas obras de arte.
A veces nos encontramos en la vida, personas que obvian y después enfadan la realidad presente entendida y explicada.
Acepto que algunos comentarios no sean comprendidos por falta de argumentos expuestos, pero cuando éstos lo están, van y son arropados con claros análisis comulgando ambos históricamente con la evolución espiritual del arte, es cuando entonces me sabe a mal algunas interpretaciones.
“Ama el Arte: De todos los engaños es todavía el que miente menos. G. Flaubert”.
Los comentarios sobre esta obra de Oteyza me parecen verdaderamente profundos: algunos no estamos quizá en la longitud de onda artística del gran escultor pero no por ello dejamos de apreciar una belleza inexplicable en esta obra.
Como, por otra parte, inexplicable y bellísima es también la acción de Espíritu Santo.
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