La escultura es, por tanto, un mecanismo para poder desarrollarse y expresarse; es decir, es la interpretación que el artista hace de la realidad, su razón de ser es la fuerza que emana y no su perfección. Esa interpretación de la realidad que hace Luis de las Cuevas se manifiesta a través de unas esculturas donde el bronce es el «paréntesis» que limita el espacio que desea mostrar, siendo, por tanto, tan importante ese espacio abarcado como el bronce que lo limita; es como un vaso en el que es tan importante la forma del mismo como el espacio vacío de su interior.
El fotógrafo Jesús Montero se ha planteado un nuevo reto; si el escultor interpreta la realidad y esa realidad particular se la muestra al espectador, el fotógrafo ha dado un paso más, estudia la realidad, estudia la obra del escultor y le plantea al espectador su interpretación particular de la escultura, de forma que el espectador en un misma exposición, en un mismo plano, percibe la escultura y la interpretación de esa escultura.
Sobre esta exposición Anxeles Penas en El Ideal gallego ha escrito: “Las esculturas de L. de las Cuevas son casi líneas corporeizadas, líneas dinámicas que expresan acciones o gestos y reducen la tradicional escultura de bulto a lo esencial, hasta convertirla casi en una aérea pirueta, en un signo en el espacio, en un diálogo con el vacío que tiene un cierto sesgo dramático, subrayado por los ondulantes e irregulares perfiles que introduce en la configuración y que transmiten un cierto sentido de inestabilidad anatómica, como si los cuerpos tuviesen un vacilante asentamiento en la realidad o aún estuviesen ensayando su propio ser o vivieran siempre en situación de tránsito o de paso.
Subrayan esto figuras como «Juventud efímera» que convierte brazos y piernas en dolientes contorsiones; «En el límite» donde un hombre, en posición casi horizontal y con los brazos abiertos como alas, se sostiene en imposible equilibrio sobre un solo pie. Tensión o contienda interior hallamos también «Fuerza de voluntad», «La danza», «La ilusión» o «Difícil equilibrio» y aún en las más estáticas, como «Recordando» o «El descanso», se presiente la transitoriedad del instante. A todo ello sabe ponerle imagen Jesús Montero y vemos a sus caminantes yendo hacia el horizonte por un virtual paseo marítimo o perdidos y confundidos entre las descarnadas ramas de un bosque, danzando como entre las rojizas llamas de una noche druídica, fundidos con las rocas y las saltarinas aguas de una cascada, buscando en pareja el jardín del Edén o deslumbrados en el mismo límite de la luz; y, en conjunto, sus ondulantes perfiles se unen con el marco originario de la naturaleza, sintiéndose hijos de ella e identificados con el materno seno de las formas orgánicas. De este modo, el médico fotógrafo consigue destacar todo lo que hay de humano en estas esculturas y también lo que pueden tener de sombrío y de luminoso. Y ambos nos llevan a sentir las interrogantes que rodean del misterio de la existencia y de caminar por este planeta que se llama tierra.
Datos de interés
Galería Imagen
Ramón y Cajal 5- bajo
15006 A Coruña
Tel-. 981282934
Hasta el 7 de abril
De 12 a 13.30h y de 19 1 21,30h.
Domingos y festivos (de 12 14 h)
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